Se nos marchó uno más de los buenos. Porque me consta, lo afirmo. Fuimos coterráneos, amigos y compañeros de nobles causas comunes, y pude admirarlo. Aunque no soy sino uno más de tantos y tantos.
Murió en la noche del 21 de abril y lo despedimos al día siguiente en el cementerio José María de Alfara, de su terruño natal, Urumita, conforme a su voluntad.
Allí había nacido el querido Pacho, nombrado así por todos los que lo tratamos, hacía algo más de 70 años. Hijo del hogar formado por José Francisco Fuentes Mattos y Mercedes María Acosta Maestre, progenitores de otros hijos, quienes hoy día ejercen profesiones liberales.
Hizo estudios de bachillerato en el colegio Nacional Loperena, de Valledupar, habiéndolos finalizado y obtenido su grado de bachiller en el colegio Fernández Baena, de Cartagena. Después cursó estudios de Ingeniería Civil, en Bogotá, en la Universidad La Gran Colombia, que lo tituló como tal. Su ejercicio profesional, especialmente en Valledupar, fue espléndido, como interventor y supervisor de proyectos viales, de agua y saneamientos básicos, y estructuras. La reconocida firma Constructores Carvajal y Soto S.A.S. da fe de esto último.
Formó una familia de hijos distinguidos, todos profesionales liberales: María Juliana, administradora de empresas; María Ángela, oficial naval, capitán de fragata; Francisco Iván, abogado; María Yeni, abogada; Jaime Alberto, ingeniero civil.
Contrajo segundas nupcias con la magnífica mujer que cerró sus ojos, psicóloga social, la urumitera Leonor Romero.
Antes escribí que Pacho fue un buen hombre para todo, y ahora destaco, además del ámbito familiar, de la amistad y del ejercicio profesional, el de ciudadano ejemplar, cumplidor esmerado de sus obligaciones cívicas, demostrando un profundo compromiso moral con su comunidad y sus valores. Así fue como ejerció el honroso cargo de concejal del municipio de Urumita durante el periodo 1988 a 1990. Estemos seguros de que su ejemplo inspiró a otros ciudadanos a seguir sus pasos, con el objeto de promover una cultura de empatía, cooperación y responsabilidad social.
Tenía el don de saber escuchar y saber discernir, siempre con amabilidad, para comprender diferentes puntos de vista y trabajar para construir soluciones en lugar de disputas. Pacho era un conviviente a carta cabal.
Su cariño y respeto hacia los demás lo convirtieron en un ejemplo de integridad y humanidad. Alguien en quien los amigos confiábamos y sabíamos que podíamos contar con él en momentos difíciles. La justicia, la empatía y la humildad eran cualidades que lo definían, y su actitud positiva contagiaba a quienes lo rodeaban.
En definitiva, Pacho fue un ser humano querido por mucha gente porque vivió con integridad personal, se preocupó por los demás y trabajó cada día para que mejoráramos todos, dentro de una sociedad liberal y justa, solidaria y próspera. Si bien es cierto que era un hombre sencillo y humilde, su profunda voluntad humana estaba interesada en el bienestar general, y desde este punto de vista, él fue también un hombre público. Adiós, amigo insobornable, y nuestra gratitud incancelable por tu ejemplaridad. Como fuiste un leal servidor de tu Dios, a quien quisiste tanto, él te seguirá cuidando.
Por: Rodrigo López Barros.












