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Editorial - 11 agosto, 2022

En épocas de verdades continúan los interrogantes

La fecha del 11 de agosto de 1998 está registrada como uno de los momentos críticos del periodismo vallenato y de la región, ese fue el día del asesinato de Amparo Leonor Jiménez Pallares, destacada periodista del noticiero Quedamos Atentos y Pendientes, QAP, y de En Vivo...

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La fecha del 11 de agosto de 1998 está registrada como uno de los momentos críticos del periodismo vallenato y de la región, ese fue el día del asesinato de Amparo Leonor Jiménez Pallares, destacada periodista del noticiero Quedamos Atentos y Pendientes, QAP, y de En Vivo. Amparo Jiménez también fue miembro activa de la Red Nacional de Iniciativas por la Paz, Redepaz, y se desempeñó como coordinadora de la Oficina de Reinserción de Presidencia de la República para el Cesar y La Guajira.

Hoy se conmemora esa trágica muerte, que además se convirtió en el primer asesinato de un periodista en el departamento del Cesar, ya son 24 años, tiempo que ha transcurrido sin mayores avances frente al esclarecimiento de la verdad de ese horrendo crimen sobre una persona que conjugaba todas las sensibilidades humanas: su condición de mujer, madre soltera, periodista, defensora de derechos humanos y su labor social en medio del conflicto armado.


En estas épocas, precisamente en estos dos últimos meses caracterizados por una serie de acontecimientos que evocan ese pasado sangriento de la región, en donde se ha hablado tanto de verdad y justicia con motivo de la entrega del informe final de la Comisión de la Verdad en el marco de la JEP, aún persisten muchos interrogantes sin respuestas en ciertos sectores de nuestra sociedad.


El gremio periodístico del Cesar y La Guajira todavía se sigue preguntando quién o quiénes mataron a Amparo Jiménez y cuáles fueron los motivos que desencadenaron la orden para que fuese asesinada, interrogantes que también persisten en el caso de otro valioso periodista como fue Guzmán Quintero Torres, otra víctima del conflicto armado de la historia reciente de esta región.


Estas son fechas que no pueden pasar desapercibidas tanto para el gremio de periodistas ni para la sociedad civil que ve en el ejercicio de este noble oficio u profesión un rayo de luz en medio de tanta oscuridad cuando se trata de la defensa del bien público, del bien común y de la búsqueda de la verdad.
Amparo Jiménez murió precisamente inmersa en ese proceso encaminado a conseguir la paz en los municipios más afectados por el conflicto armado, promoviendo la movilización de los colombianos en pro de soluciones pacíficas, acabar la guerra y garantizar el respeto por los derechos humanos. Ella lideró ese clamor por el cese al fuego de los grupos armados ilegales y que se sentaran para lograr un acuerdo de convivencia pacífica.

Desde luego que ese crimen cruel afectó al gremio de periodistas, cuyos miembros les tocó ejercer su labor en medio del pánico y la zozobra, recurriendo a la autocensura, pero por fortuna esas terribles épocas han sido superadas en sumo grado, ahora se respiran otros aires de paz y esclarecimiento de verdades, pero siguen vigentes todas las preguntas que hasta el momento no han tenido respuestas satisfactorias por parte de los entes competentes. Recobrar la confianza plena en nuestras instituciones es el primer paso para transitar el camino en defensa de los derechos humanos, solo la verdad brinda esa garantía y su búsqueda es compromiso de todos.

Editorial
11 agosto, 2022

En épocas de verdades continúan los interrogantes

La fecha del 11 de agosto de 1998 está registrada como uno de los momentos críticos del periodismo vallenato y de la región, ese fue el día del asesinato de Amparo Leonor Jiménez Pallares, destacada periodista del noticiero Quedamos Atentos y Pendientes, QAP, y de En Vivo...


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La fecha del 11 de agosto de 1998 está registrada como uno de los momentos críticos del periodismo vallenato y de la región, ese fue el día del asesinato de Amparo Leonor Jiménez Pallares, destacada periodista del noticiero Quedamos Atentos y Pendientes, QAP, y de En Vivo. Amparo Jiménez también fue miembro activa de la Red Nacional de Iniciativas por la Paz, Redepaz, y se desempeñó como coordinadora de la Oficina de Reinserción de Presidencia de la República para el Cesar y La Guajira.

Hoy se conmemora esa trágica muerte, que además se convirtió en el primer asesinato de un periodista en el departamento del Cesar, ya son 24 años, tiempo que ha transcurrido sin mayores avances frente al esclarecimiento de la verdad de ese horrendo crimen sobre una persona que conjugaba todas las sensibilidades humanas: su condición de mujer, madre soltera, periodista, defensora de derechos humanos y su labor social en medio del conflicto armado.


En estas épocas, precisamente en estos dos últimos meses caracterizados por una serie de acontecimientos que evocan ese pasado sangriento de la región, en donde se ha hablado tanto de verdad y justicia con motivo de la entrega del informe final de la Comisión de la Verdad en el marco de la JEP, aún persisten muchos interrogantes sin respuestas en ciertos sectores de nuestra sociedad.


El gremio periodístico del Cesar y La Guajira todavía se sigue preguntando quién o quiénes mataron a Amparo Jiménez y cuáles fueron los motivos que desencadenaron la orden para que fuese asesinada, interrogantes que también persisten en el caso de otro valioso periodista como fue Guzmán Quintero Torres, otra víctima del conflicto armado de la historia reciente de esta región.


Estas son fechas que no pueden pasar desapercibidas tanto para el gremio de periodistas ni para la sociedad civil que ve en el ejercicio de este noble oficio u profesión un rayo de luz en medio de tanta oscuridad cuando se trata de la defensa del bien público, del bien común y de la búsqueda de la verdad.
Amparo Jiménez murió precisamente inmersa en ese proceso encaminado a conseguir la paz en los municipios más afectados por el conflicto armado, promoviendo la movilización de los colombianos en pro de soluciones pacíficas, acabar la guerra y garantizar el respeto por los derechos humanos. Ella lideró ese clamor por el cese al fuego de los grupos armados ilegales y que se sentaran para lograr un acuerdo de convivencia pacífica.

Desde luego que ese crimen cruel afectó al gremio de periodistas, cuyos miembros les tocó ejercer su labor en medio del pánico y la zozobra, recurriendo a la autocensura, pero por fortuna esas terribles épocas han sido superadas en sumo grado, ahora se respiran otros aires de paz y esclarecimiento de verdades, pero siguen vigentes todas las preguntas que hasta el momento no han tenido respuestas satisfactorias por parte de los entes competentes. Recobrar la confianza plena en nuestras instituciones es el primer paso para transitar el camino en defensa de los derechos humanos, solo la verdad brinda esa garantía y su búsqueda es compromiso de todos.