Esta semana EL PILÓN informó acerca de la variación del desempleo en Valledupar entre enero de 2024 y enero de 2025, pasando de 12.7 a 11.6 %, esto es, 1.1 % menos durante un año. Esto ocurre justo cuando la actividad minera entra en retiro y las regalías no son tan copiosas.
Esta semana EL PILÓN informó acerca de la variación del desempleo en Valledupar entre enero de 2024 y enero de 2025, pasando de 12.7 a 11.6 %, esto es, 1.1 % menos durante un año. Esto ocurre justo cuando la actividad minera entra en retiro y las regalías no son tan copiosas. No es para estar muy contentos ni confiados. Claro, son cifras del DANE y eso es lo que tenemos. La metodología para medir este indicador es internacional y consiste en dividir el número de desempleados por toda la fuerza laboral que se encuentra entre los 15 y 65 años. Se produce cuando la capacidad instalada de producción de bienes y servicios no copa el tamaño de la demanda laboral y/o cuando esta crece más que la primera.
El caso de Valledupar es patético; aquí hace años que no se instala una factoría productora o transformadora del sector real de la economía y lo único que medio ha crecido son las empresas de servicios y el sector público a través de la contratación a término fijo; todo lo contrario, muchas empresas se han ido; en cambio, el crecimiento demográfico es vertiginoso. Valledupar parece poco atractiva para la inversión y no se diseñan políticas para ello, esta no ha sido una preocupación para sus alcaldes.
Un indicador sencillo para medir la efervescencia económica de algún lugar es el número diario de vuelos a su aeropuerto; a Montería llegan cada día 34 vuelos, eso muestra su pujanza, en cambio, a Valledupar llegan cuatro, a lo máximo. Mientras tanto, el mercado laboral no ha dejado de crecer, sobre todo el de juventudes, tenemos uno de los mejores índices de juventud (relación entre la población de 15 a 29 años con la total); esto nos hace una ciudad de jóvenes. Entonces, ¿cómo explicar que ha descendido el desempleo sin haber hecho nada? Los indicadores económicos tienen su causalidad, las cosas no se mueven solas, hay que impulsarlas (ley de inercia).
Por otro lado, tenemos una informalidad superior al 60 %, que quizás, no incluye a la población venezolana ni a las bandas de atracadores que son muchas; esta tasa es la segunda más alta registrada por capitales del país, después de Sincelejo; esto significa que 6 o 7 de cada 10 empleos son informales, la mayoría vive del rebusque. Además, la metodología tiene sus flaquezas; por ejemplo, si alguien en la semana anterior a la encuesta laboral trabajó en una empresa familiar sin sueldo, se le considera empleado si ha laborado al menos una hora; esto no es serio y ayuda a manipular los índices de empleo. La verdad, eso no es estar empleado y muchos están en estas condiciones. Lo mismo pasa con los que viven del crédito gota a gota y con los cuentapropistas. Quienes limpian vidrios y hacen acrobacias en los semáforos, también pueden decir que tienen un empleo e igual las que ejercen la prostitución, incluso, a nivel de prepagos.
Valledupar es atípica, pese su alto índice de desempleo, es una ciudad con un seudo movimiento, ful de carros de alta gama, copa todos los espectáculos y escenarios culturales, comerciales y sociales como restaurantes, bares; el parque de la Leyenda es un medidor de solvencia económica. Podríamos decir a priori que la informalidad es el motor de la economía vallenata, pero es una falacia, el rebusque no da para tanto. Por eso, es necesario formularse algunas preguntas. ¿Qué hay detrás de tanta liquidez? ¿Cuál es la relación entre la masa monetaria circulante con el tamaño de la economía vallenata? ¿Cuál es esta relación con los depósitos bancarios? ¿Quién en Valledupar vigila esos procesos? ¿Quién vigila las actividades de las decenas de familias foráneas que vienen a acompañar a sus familiares presos en la Tramacúa? ¿Pagarán, si quiera, impuestos de rodamiento? Esta es una ciudad al garete que se mueve al son de las circunstancias. A esta ciudad hay que repensarla con criterios altruistas y serios, vale la pena, tiene muchas potencialidades y gentes talentosas en las bases. Manos a la obra, mañana es tarde, el tiempo perdido hasta los santos lo lloran dice un viejo proverbio.
Luis Napoleón de Armas P.
Esta semana EL PILÓN informó acerca de la variación del desempleo en Valledupar entre enero de 2024 y enero de 2025, pasando de 12.7 a 11.6 %, esto es, 1.1 % menos durante un año. Esto ocurre justo cuando la actividad minera entra en retiro y las regalías no son tan copiosas.
Esta semana EL PILÓN informó acerca de la variación del desempleo en Valledupar entre enero de 2024 y enero de 2025, pasando de 12.7 a 11.6 %, esto es, 1.1 % menos durante un año. Esto ocurre justo cuando la actividad minera entra en retiro y las regalías no son tan copiosas. No es para estar muy contentos ni confiados. Claro, son cifras del DANE y eso es lo que tenemos. La metodología para medir este indicador es internacional y consiste en dividir el número de desempleados por toda la fuerza laboral que se encuentra entre los 15 y 65 años. Se produce cuando la capacidad instalada de producción de bienes y servicios no copa el tamaño de la demanda laboral y/o cuando esta crece más que la primera.
El caso de Valledupar es patético; aquí hace años que no se instala una factoría productora o transformadora del sector real de la economía y lo único que medio ha crecido son las empresas de servicios y el sector público a través de la contratación a término fijo; todo lo contrario, muchas empresas se han ido; en cambio, el crecimiento demográfico es vertiginoso. Valledupar parece poco atractiva para la inversión y no se diseñan políticas para ello, esta no ha sido una preocupación para sus alcaldes.
Un indicador sencillo para medir la efervescencia económica de algún lugar es el número diario de vuelos a su aeropuerto; a Montería llegan cada día 34 vuelos, eso muestra su pujanza, en cambio, a Valledupar llegan cuatro, a lo máximo. Mientras tanto, el mercado laboral no ha dejado de crecer, sobre todo el de juventudes, tenemos uno de los mejores índices de juventud (relación entre la población de 15 a 29 años con la total); esto nos hace una ciudad de jóvenes. Entonces, ¿cómo explicar que ha descendido el desempleo sin haber hecho nada? Los indicadores económicos tienen su causalidad, las cosas no se mueven solas, hay que impulsarlas (ley de inercia).
Por otro lado, tenemos una informalidad superior al 60 %, que quizás, no incluye a la población venezolana ni a las bandas de atracadores que son muchas; esta tasa es la segunda más alta registrada por capitales del país, después de Sincelejo; esto significa que 6 o 7 de cada 10 empleos son informales, la mayoría vive del rebusque. Además, la metodología tiene sus flaquezas; por ejemplo, si alguien en la semana anterior a la encuesta laboral trabajó en una empresa familiar sin sueldo, se le considera empleado si ha laborado al menos una hora; esto no es serio y ayuda a manipular los índices de empleo. La verdad, eso no es estar empleado y muchos están en estas condiciones. Lo mismo pasa con los que viven del crédito gota a gota y con los cuentapropistas. Quienes limpian vidrios y hacen acrobacias en los semáforos, también pueden decir que tienen un empleo e igual las que ejercen la prostitución, incluso, a nivel de prepagos.
Valledupar es atípica, pese su alto índice de desempleo, es una ciudad con un seudo movimiento, ful de carros de alta gama, copa todos los espectáculos y escenarios culturales, comerciales y sociales como restaurantes, bares; el parque de la Leyenda es un medidor de solvencia económica. Podríamos decir a priori que la informalidad es el motor de la economía vallenata, pero es una falacia, el rebusque no da para tanto. Por eso, es necesario formularse algunas preguntas. ¿Qué hay detrás de tanta liquidez? ¿Cuál es la relación entre la masa monetaria circulante con el tamaño de la economía vallenata? ¿Cuál es esta relación con los depósitos bancarios? ¿Quién en Valledupar vigila esos procesos? ¿Quién vigila las actividades de las decenas de familias foráneas que vienen a acompañar a sus familiares presos en la Tramacúa? ¿Pagarán, si quiera, impuestos de rodamiento? Esta es una ciudad al garete que se mueve al son de las circunstancias. A esta ciudad hay que repensarla con criterios altruistas y serios, vale la pena, tiene muchas potencialidades y gentes talentosas en las bases. Manos a la obra, mañana es tarde, el tiempo perdido hasta los santos lo lloran dice un viejo proverbio.
Luis Napoleón de Armas P.