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Columnista - 30 septiembre, 2022

El vallenato y la pirotecnia

Nuestra música popular conocida en Colombia y ya en otras partes del mundo con el nombre de vallenato se ha caracterizado históricamente por ser narrativa, descriptiva, costumbrista y poética, en la cual han predominado las letras ante las melodías. Algunos estudiosos han afirmado “El vallenato es para escuchar y analizar sus letras”. Hay también quienes […]

Nuestra música popular conocida en Colombia y ya en otras partes del mundo con el nombre de vallenato se ha caracterizado históricamente por ser narrativa, descriptiva, costumbrista y poética, en la cual han predominado las letras ante las melodías. Algunos estudiosos han afirmado “El vallenato es para escuchar y analizar sus letras”.

Hay también quienes afirman que entre las razones del éxito duradero de este género musical se encuentra el hecho de combinar armónicamente las letras con la música y ser apetecida para escucharla, pero también para bailarla.

Sin duda en el vallenato se han dado varios virajes y tendencias predominantes en diversas épocas, el descriptivo, el narrativo, el lírico, el bailable, entre otros. En estos tiempos en los que la tradición oral se ha dejado avasallar por la cultura de lo visual, nuestros intérpretes han venido implementando en sus presentaciones en vivo formatos mucho más atractivos para las nuevas generaciones y entre ellos se encuentra el empleo de efectos especiales o juegos pirotécnicos en la tarima.

Debo confesar que cuando yo asisto a un espectáculo musical vallenato en vivo, llevo la expectativa de escuchar una agrupación acoplada, un acordeonero creativo, una voz melodiosa y afinada, unas canciones que me lleguen al alma y, porque no, otras que me inviten a bailar. Pero nunca se me había pasado por la cabeza que los cortes o pases musicales deben estar acompasados y sincronizados con efectos especiales pirotécnicos y de sonido.

Ahora al tiempo que un grupo de músicos salta en la tarima suena el estruendo de una explosión o petardo, con decibeles que se salen de cualquier límite y que, si bien pueden producir emoción a algunas personas, también pueden conducir a enfermedades o accidentes auditivos, tanto a los mismos músicos como al público.

En un evento en plaza pública si se presentan 4 o 5 agrupaciones vallenatas en una noche, cuántas explosiones hay que soportar, cuantos truenos, super truenos, humos, candelas, antorchas, bengalas, serpentinas y demás pendejadas, que entre otras cosas impiden que el público pueda apreciar y calificar la verdadera calidad de los artistas.

Cuando uno sale ahora de un concierto o espectáculo musical, ya no se comenta cual artista tocó y cantó mejor, sino cuáles fueron los mejores juegos pirotécnicos. Supongo que el costo de las agrupaciones vallenatas ha aumentado o le han reducido la tarifa a los músicos para costear este nuevo rubro.

Ojo que nuestros cantantes ahora viven más preocupados porque suene el petardo cuando ellos saltan que de la letra de la canción, de la afinación, timbre y vocalización. Como un adagio popular de músicos, esto se está pareciendo cada día más al nido de la paloma, pura paja y demás.

COLOFÓN: En contraste con lo escrito en esta columna debo felicitar de manera especial al rey vallenato Alberto ‘Beto’ Villa Payares, quien hace ya varios años de manera persistente y quijotesca avanza en su proyecto denominado Sinfónica Vallenata, el cual cada día se reinventa y consolida. Este viernes 30 de septiembre el formato Parrandas Inolvidables se presentará en el bar Discolo, de la ciudad de Barranquilla, en el que 6 grandes acordeoneros y 4 damas del acordeón acompañarán a los compositores Rafa Manjarrez, Roberto Calderón e Iván Ovalle Poveda. Sin duda un espectáculo de esos de antología.

Columnista
30 septiembre, 2022

El vallenato y la pirotecnia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jorge Nain Ruiz Ditta

Nuestra música popular conocida en Colombia y ya en otras partes del mundo con el nombre de vallenato se ha caracterizado históricamente por ser narrativa, descriptiva, costumbrista y poética, en la cual han predominado las letras ante las melodías. Algunos estudiosos han afirmado “El vallenato es para escuchar y analizar sus letras”. Hay también quienes […]


Nuestra música popular conocida en Colombia y ya en otras partes del mundo con el nombre de vallenato se ha caracterizado históricamente por ser narrativa, descriptiva, costumbrista y poética, en la cual han predominado las letras ante las melodías. Algunos estudiosos han afirmado “El vallenato es para escuchar y analizar sus letras”.

Hay también quienes afirman que entre las razones del éxito duradero de este género musical se encuentra el hecho de combinar armónicamente las letras con la música y ser apetecida para escucharla, pero también para bailarla.

Sin duda en el vallenato se han dado varios virajes y tendencias predominantes en diversas épocas, el descriptivo, el narrativo, el lírico, el bailable, entre otros. En estos tiempos en los que la tradición oral se ha dejado avasallar por la cultura de lo visual, nuestros intérpretes han venido implementando en sus presentaciones en vivo formatos mucho más atractivos para las nuevas generaciones y entre ellos se encuentra el empleo de efectos especiales o juegos pirotécnicos en la tarima.

Debo confesar que cuando yo asisto a un espectáculo musical vallenato en vivo, llevo la expectativa de escuchar una agrupación acoplada, un acordeonero creativo, una voz melodiosa y afinada, unas canciones que me lleguen al alma y, porque no, otras que me inviten a bailar. Pero nunca se me había pasado por la cabeza que los cortes o pases musicales deben estar acompasados y sincronizados con efectos especiales pirotécnicos y de sonido.

Ahora al tiempo que un grupo de músicos salta en la tarima suena el estruendo de una explosión o petardo, con decibeles que se salen de cualquier límite y que, si bien pueden producir emoción a algunas personas, también pueden conducir a enfermedades o accidentes auditivos, tanto a los mismos músicos como al público.

En un evento en plaza pública si se presentan 4 o 5 agrupaciones vallenatas en una noche, cuántas explosiones hay que soportar, cuantos truenos, super truenos, humos, candelas, antorchas, bengalas, serpentinas y demás pendejadas, que entre otras cosas impiden que el público pueda apreciar y calificar la verdadera calidad de los artistas.

Cuando uno sale ahora de un concierto o espectáculo musical, ya no se comenta cual artista tocó y cantó mejor, sino cuáles fueron los mejores juegos pirotécnicos. Supongo que el costo de las agrupaciones vallenatas ha aumentado o le han reducido la tarifa a los músicos para costear este nuevo rubro.

Ojo que nuestros cantantes ahora viven más preocupados porque suene el petardo cuando ellos saltan que de la letra de la canción, de la afinación, timbre y vocalización. Como un adagio popular de músicos, esto se está pareciendo cada día más al nido de la paloma, pura paja y demás.

COLOFÓN: En contraste con lo escrito en esta columna debo felicitar de manera especial al rey vallenato Alberto ‘Beto’ Villa Payares, quien hace ya varios años de manera persistente y quijotesca avanza en su proyecto denominado Sinfónica Vallenata, el cual cada día se reinventa y consolida. Este viernes 30 de septiembre el formato Parrandas Inolvidables se presentará en el bar Discolo, de la ciudad de Barranquilla, en el que 6 grandes acordeoneros y 4 damas del acordeón acompañarán a los compositores Rafa Manjarrez, Roberto Calderón e Iván Ovalle Poveda. Sin duda un espectáculo de esos de antología.