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Historias - 8 diciembre, 2021

El segundo mejor Icfes de colegios públicos de Valledupar: un héroe sin computador

En un ambiente plagado de plantas y con la compañía de una peculiar ave, Luis Ferley Guevara, estudiante de 17 años, durante casi cuatro años estudió en una desgastada mesa de madera y con un viejo teléfono que la pandemia del covid-19 convirtió en su único aliado para afrontar la temible virtualidad.

Luis Guevara obtuvo 412 puntos en el Icfes.  / FOTO: JOAQUÍN RAMÍREZ.
Luis Guevara obtuvo 412 puntos en el Icfes. / FOTO: JOAQUÍN RAMÍREZ.

El incipiente sol produce aguijonazos en la espalda, y en la camisa húmeda el sudor crea mapas que desdibujan mi torso y mis brazos. Falta poco para llegar, ya deslumbro a la distancia, después de esta selva de cemento, la colina llena de piedras y tierra que recorro a diario para ir al colegio. 

Con emoción sin precedentes acelero el paso, aunque las pequeñas piedras magullan mis zapatos desgastados. Desciendo la colina lo más rápido que mis piernas pueden hacerlo y hago caso omiso a los vecinos que me ven pasar como es costumbre, acelerado, tímido, callado y con las pocas palabras que quiero decirles enredadas en mi lengua. 

Perdido entre mis pensamientos mi retina capta el color verde césped que adorna las paredes de mi casa. De inmediato la alegría se apodera de mi cuerpo y doy los últimos pasos para abrir la reja que divide mi hogar de la tierra de la margen derecha del río Guatapurí. 

Entro en mi mundo particular lleno de plantas, gallinas, mi perro y un pájaro, que es el vigía que me acompaña en mis horas de estudios para obtener la oportunidad de acceder a una carrera universitaria que las cansadas manos de mi madre, responsables de llenar cubetas de hielo, no pueden. 

La anterior es la travesía que de lunes a viernes debe realizar Luis Guevara, un joven de 17 años de la Institución Educativa CASD Simón Bolívar, que obtuvo 412 puntos en las Pruebas Saber 11 del Instituto Colombiano para la Evaluación de la Educación, Icfes. 

Este humilde escolar que obtuvo el segundo mejor puntaje de Valledupar conserva siempre su mirada apacible y una sonrisa tímida. Estudió por más de ocho meses para las pruebas de Estado a través de un viejo celular en el que difícilmente podía observar los cuadernillos de preguntas. El reducido tamaño de la pantalla del dispositivo le causó problemas en la vista.

LA PERSEVERANCIA DE UN JOVEN SIN RECURSOS

Guevara, después de llegar del colegio, saca al patio una rudimentaria mesa de madera con el propósito de crear un espacio en medio de la naturaleza de su vivienda que sea propicio para estudiar porque las altas temperaturas de la ciudad lo sofocan. El pequeño abanico oxidado a duras penas refresca la habitación. 

Esa pequeña mesa, de no más de un metro de largo, se convirtió en el mobiliario de aprendizaje de este joven escolar. En ella convergen libros de Matemáticas, Historia, Biología y hasta literatura, como la novela ‘El Perfume’ de Patrick Süskind.

Hasta muy tarde en la noche estudiaba con mis amigos a través de la plataforma de Meet. Leíamos los PDF de los cuadernillos de las  preguntas de las Icfes  y realizábamos los ejercicios. Era un poco complicado porque la pantalla de mi teléfono al ser tan pequeña me imposibilitaba ver con claridad el material. Incluso varias veces ni podía leer las preguntas”, comentó Guevara. 

A pesar de dichas dificultades, este joven no desistió del sueño de obtener un puntaje alto para el orgullo de su familia, quienes con escasos recursos han logrado mantenerlo a él y a sus tres hermanos. En ese sentido, el estudiante puntualizó que quienes lo impulsaron a seguir perseverando en el estudio fueron sus padres, quienes son un ejemplo de superación para él. 

Aseveró que desde los 13 años camina desde su casa ubicada en la margen derecha del río Guatapurí hasta la Institución Educativa CASD Simón Bolívar, recorrido que le toma aproximadamente media hora. 

Cuenta que caminar por las mañanas es tranquilo y fresco, pero después de las dos de la tarde, cuando salía de clase, el sol inclemente lo hacía desear con todas sus fuerzas un medio de transporte.

El joven vallenato estudiaba para las pruebas de Estado a través de su viejo celular. / FOTO: JOAQUÍN RAMÍREZ.

LA TECNOLOGÍA QUE DESGASTA

Según este escolar, la dificultad tecnológica influyó en su resultado en las Icfes debido a que tuvo que dejar de estudiar en ciertas ocasiones porque el teléfono no tenía la capacidad para resistir las jornadas académicas de seis horas que tenía en el colegio, y las horas extras que él le dedicaba al estudio de los cuadernillos. 

Con tristeza en su voz señaló que “estudié a diario a pesar de las dificultades porque mi familia no tiene el dinero suficiente para pagarme una universidad. Una beca es mi única posibilidad de estudiar”. Como Guevara, hay un alto porcentaje de jóvenes cesarense que carecen de recursos tecnológicos y de conectividad para estudiar en esta época que obligó al sector educativo a volcarse a la virtualidad. 

De acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, DANE, solo el 46, 5 % de los hogares cesarenses tienen conexión a Internet. Dicha cifra dejó al departamento en el ranking nacional por debajo del Atlántico con 58, % y lo ubicó en el puesto número 15 de la tabla que mide a los hogares con conectividad.

Así mismo, solo un 56, 8 % de los hogares de la cabecera municipal aseveró tener Internet. Esta cifra es aún más baja en la zona rural debido a que solo el 14,8 % de las viviendas tienen conectividad.

EL AMANTE DE LOS CIRCUITOS

Este vallenato, con una mirada llena de convicción, manifestó que todas las noches, por muy exhausto que resultara de la jornada escolar, estudiaba rigurosamente con el propósito de obtener un puntaje alto para ingresar a la Universidad Autónoma de Manizales y estudiar Ingeniería Electrónica, carrera que le apasiona porque es un amante de los circuitos. 

Su tiempo libre lo aprovecha para reparar los abanicos que se dañan en su casa, los enfriadores que usan para vender hielo y cualquier otro aparato electrónico que sufra algún tipo de daño.

Su principal pasatiempo es reparar los abanicos y enfriadores dañados de su familia. / FOTO: JOAQUÍN RAMÍREZ.

EXCELENCIA FAMILIAR

Si ingresa a la Universidad Autónoma de Manizales, Guevara viviría con su hermano. Comentó con orgullo que su hermano mayor fue el mejor promedio del CASD en el 2018, y obtuvo una Beca por Excelencia que le permitió entrar a la universidad de su preferencia.

En ese sentido, aseveró que prepara académicamente a sus dos hermanos de 14 años para que también puedan obtener altos resultados en las pruebas de Estado. 

Por eso, en las tardes se sienta con ellos en el patio de su casa bajo las plantas de guanábana para enseñarles ejercicios matemáticos, y que la ecuación de la perseverancia y la disciplina da como resultado alcanzar los más grandes sueños.

El joven vallenato espera estudiar Ingeniería Electrónica. / FOTO: JOAQUÍN RAMÍREZ.

Namieh Baute Barrios / EL PILÓN.

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8 diciembre, 2021

El segundo mejor Icfes de colegios públicos de Valledupar: un héroe sin computador

En un ambiente plagado de plantas y con la compañía de una peculiar ave, Luis Ferley Guevara, estudiante de 17 años, durante casi cuatro años estudió en una desgastada mesa de madera y con un viejo teléfono que la pandemia del covid-19 convirtió en su único aliado para afrontar la temible virtualidad.


Luis Guevara obtuvo 412 puntos en el Icfes.  / FOTO: JOAQUÍN RAMÍREZ.
Luis Guevara obtuvo 412 puntos en el Icfes. / FOTO: JOAQUÍN RAMÍREZ.

El incipiente sol produce aguijonazos en la espalda, y en la camisa húmeda el sudor crea mapas que desdibujan mi torso y mis brazos. Falta poco para llegar, ya deslumbro a la distancia, después de esta selva de cemento, la colina llena de piedras y tierra que recorro a diario para ir al colegio. 

Con emoción sin precedentes acelero el paso, aunque las pequeñas piedras magullan mis zapatos desgastados. Desciendo la colina lo más rápido que mis piernas pueden hacerlo y hago caso omiso a los vecinos que me ven pasar como es costumbre, acelerado, tímido, callado y con las pocas palabras que quiero decirles enredadas en mi lengua. 

Perdido entre mis pensamientos mi retina capta el color verde césped que adorna las paredes de mi casa. De inmediato la alegría se apodera de mi cuerpo y doy los últimos pasos para abrir la reja que divide mi hogar de la tierra de la margen derecha del río Guatapurí. 

Entro en mi mundo particular lleno de plantas, gallinas, mi perro y un pájaro, que es el vigía que me acompaña en mis horas de estudios para obtener la oportunidad de acceder a una carrera universitaria que las cansadas manos de mi madre, responsables de llenar cubetas de hielo, no pueden. 

La anterior es la travesía que de lunes a viernes debe realizar Luis Guevara, un joven de 17 años de la Institución Educativa CASD Simón Bolívar, que obtuvo 412 puntos en las Pruebas Saber 11 del Instituto Colombiano para la Evaluación de la Educación, Icfes. 

Este humilde escolar que obtuvo el segundo mejor puntaje de Valledupar conserva siempre su mirada apacible y una sonrisa tímida. Estudió por más de ocho meses para las pruebas de Estado a través de un viejo celular en el que difícilmente podía observar los cuadernillos de preguntas. El reducido tamaño de la pantalla del dispositivo le causó problemas en la vista.

LA PERSEVERANCIA DE UN JOVEN SIN RECURSOS

Guevara, después de llegar del colegio, saca al patio una rudimentaria mesa de madera con el propósito de crear un espacio en medio de la naturaleza de su vivienda que sea propicio para estudiar porque las altas temperaturas de la ciudad lo sofocan. El pequeño abanico oxidado a duras penas refresca la habitación. 

Esa pequeña mesa, de no más de un metro de largo, se convirtió en el mobiliario de aprendizaje de este joven escolar. En ella convergen libros de Matemáticas, Historia, Biología y hasta literatura, como la novela ‘El Perfume’ de Patrick Süskind.

Hasta muy tarde en la noche estudiaba con mis amigos a través de la plataforma de Meet. Leíamos los PDF de los cuadernillos de las  preguntas de las Icfes  y realizábamos los ejercicios. Era un poco complicado porque la pantalla de mi teléfono al ser tan pequeña me imposibilitaba ver con claridad el material. Incluso varias veces ni podía leer las preguntas”, comentó Guevara. 

A pesar de dichas dificultades, este joven no desistió del sueño de obtener un puntaje alto para el orgullo de su familia, quienes con escasos recursos han logrado mantenerlo a él y a sus tres hermanos. En ese sentido, el estudiante puntualizó que quienes lo impulsaron a seguir perseverando en el estudio fueron sus padres, quienes son un ejemplo de superación para él. 

Aseveró que desde los 13 años camina desde su casa ubicada en la margen derecha del río Guatapurí hasta la Institución Educativa CASD Simón Bolívar, recorrido que le toma aproximadamente media hora. 

Cuenta que caminar por las mañanas es tranquilo y fresco, pero después de las dos de la tarde, cuando salía de clase, el sol inclemente lo hacía desear con todas sus fuerzas un medio de transporte.

El joven vallenato estudiaba para las pruebas de Estado a través de su viejo celular. / FOTO: JOAQUÍN RAMÍREZ.

LA TECNOLOGÍA QUE DESGASTA

Según este escolar, la dificultad tecnológica influyó en su resultado en las Icfes debido a que tuvo que dejar de estudiar en ciertas ocasiones porque el teléfono no tenía la capacidad para resistir las jornadas académicas de seis horas que tenía en el colegio, y las horas extras que él le dedicaba al estudio de los cuadernillos. 

Con tristeza en su voz señaló que “estudié a diario a pesar de las dificultades porque mi familia no tiene el dinero suficiente para pagarme una universidad. Una beca es mi única posibilidad de estudiar”. Como Guevara, hay un alto porcentaje de jóvenes cesarense que carecen de recursos tecnológicos y de conectividad para estudiar en esta época que obligó al sector educativo a volcarse a la virtualidad. 

De acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, DANE, solo el 46, 5 % de los hogares cesarenses tienen conexión a Internet. Dicha cifra dejó al departamento en el ranking nacional por debajo del Atlántico con 58, % y lo ubicó en el puesto número 15 de la tabla que mide a los hogares con conectividad.

Así mismo, solo un 56, 8 % de los hogares de la cabecera municipal aseveró tener Internet. Esta cifra es aún más baja en la zona rural debido a que solo el 14,8 % de las viviendas tienen conectividad.

EL AMANTE DE LOS CIRCUITOS

Este vallenato, con una mirada llena de convicción, manifestó que todas las noches, por muy exhausto que resultara de la jornada escolar, estudiaba rigurosamente con el propósito de obtener un puntaje alto para ingresar a la Universidad Autónoma de Manizales y estudiar Ingeniería Electrónica, carrera que le apasiona porque es un amante de los circuitos. 

Su tiempo libre lo aprovecha para reparar los abanicos que se dañan en su casa, los enfriadores que usan para vender hielo y cualquier otro aparato electrónico que sufra algún tipo de daño.

Su principal pasatiempo es reparar los abanicos y enfriadores dañados de su familia. / FOTO: JOAQUÍN RAMÍREZ.

EXCELENCIA FAMILIAR

Si ingresa a la Universidad Autónoma de Manizales, Guevara viviría con su hermano. Comentó con orgullo que su hermano mayor fue el mejor promedio del CASD en el 2018, y obtuvo una Beca por Excelencia que le permitió entrar a la universidad de su preferencia.

En ese sentido, aseveró que prepara académicamente a sus dos hermanos de 14 años para que también puedan obtener altos resultados en las pruebas de Estado. 

Por eso, en las tardes se sienta con ellos en el patio de su casa bajo las plantas de guanábana para enseñarles ejercicios matemáticos, y que la ecuación de la perseverancia y la disciplina da como resultado alcanzar los más grandes sueños.

El joven vallenato espera estudiar Ingeniería Electrónica. / FOTO: JOAQUÍN RAMÍREZ.

Namieh Baute Barrios / EL PILÓN.