El precario estado del espacio donde viven es evidente. El rostro de la madre de familia refleja los años de lucha que ha pasado, pero sus ojos, llenos de lágrimas, muestran esperanza.
Cualquier esquina de Valledupar es suficiente para encontrar historias de personas que viven en condiciones precarias y que sobrepasen los estándares de pobreza. Esta cruel realidad toca las puertas de las viviendas y arbitrariamente entra sin querer salir.
Este es el caso de Ana Bertina Guerrero Peñaranda, una mujer de 81 años proveniente de Ocaña, Norte de Santander, que ha estado toda su vida en la capital del Cesar, ciudad en donde tuvo a sus 11 hijos, de los cuales 9 ya fallecieron; y hace 2 años, su esposo, quien había sido su fiel compañero de vida, también murió.
Actualmente vive con su hijo Óscar Guerrero, de 42 años, y Ana Isabel Guerrero de 36; esta última tiene artritis, y además sufre episodios de convulsiones, condición que se le desarrolló a los 3 años de edad. Como resultado de su enfermedad constantemente tiene dolores en las rodillas que le dificultan caminar. “Yo le echo vinagre blanco en las piernas y las manos para calmarle las dolencias y de vez en cuando le doy una pastilla”, contó Ana Bertina.
Con dificultad para hablar y señalando algunas partes de su cuerpo, Ana Isabel indicó que el dolor que presenta en las rodillas es muy fuerte; además, producto de la artritis sus manos y dedos están torcidos, lo que también produce dolencias, por lo que no puede hacer cosas por sí sola. “La mano. No sé agarrar las cosas. Me duele ahí”, dijo Ana Isabel, mujer que debido a sus enfermedades parece de mayor edad.
Por el barrio Ciudadela 450 años, lugar donde residen, se les ve juntas casi todo el tiempo, toda vez a que la madre de familia afirmó que no puede dejarla sola en la casa por su condición de salud. No obstante, salir a caminar representa una tortura para Ana Isabel debido a que las dolencias que presenta son desgarradoras, según indicó.
“Ayer nos caíamos, íbamos caminando y le dio la convulsión. Cuando le da eso yo le agarro el dedo corazón y la empiezo a sobar en el pecho. Cuando se presentan esos episodios, los vecinos que se percatan de la situación se acercan a ayudar”, relató la mujer de cabello blanco, rostro marcado por el paso de los años y quien tiene una ‘nata’ en su ojo derecho hace varios años.
La vivienda es elaborada con tablas, láminas de zinc y algunos afiches plásticos. El lugar refleja la falta de dinero y oportunidades de esta familia, pero algo que se evidencia desde afuera es la nobleza y la ‘berraquera’ con la que diariamente se levantan para buscar una forma de subsistir. La única fuente de ingreso es la de Óscar, quien tiene un carro de tracción animal “con el cual logra hacerse unos pesitos”.
Algunas personas en cercanías de su vivienda les regalan productos de cocina para que puedan preparar algo de comer. “Nosotros vivimos de la caridad, de lo que nos de la gente porque la poquito de plata que tenemos no nos alcanza para mucho”, expresó la mujer.
Aunque en la vivienda poco se utilicen los servicios públicos básicos, tales como agua y luz, los costos reflejados en las facturas exceden la capacidad de pago de esta familia debido a que mensualmente el agua supera los $20.000 y la luz sobrepasa los $30.000. Para muchos puede parecer poco dinero, sin embargo, para este hogar representa ‘unos pesos’ que no tienen. “Los costos son altos y nosotros no consumimos todo eso. La verdad no tenemos cómo pagar”, subrayó la mujer de rostro arrugado por el pasar de los años.
Ana recibe el subsidio del adulto mayor, con el cual logra reunir el dinero para pagar los recibos del agua y del gas. La mujer contó a EL PILÓN que al recibir su dinero le entregan un billete de 50 y uno de 10, lo que representa una totalidad de $60.000, aun cuando según el Gobierno nacional el giro es de $80.000.
En cuanto al servicio de gas no cuentan con este debido a que los alimentos son preparados en fogón de leña, el cual se encuentra ubicado en el patio de la vivienda. Cada vez que logran conseguir algo para cocinar, Ana Bertina junto a su hijo hacen todo su esfuerzo para hacer la comida y saciar el hambre.
El sistema de salud indiscutiblemente es necesario, no obstante, aunque parezca ser indispensable en la vida de todas las personas, esta familia no se encuentra afiliada a ninguna Empresa Prestadora de Servicios, EPS, toda vez que no saben qué procedimiento seguir y no tienen acceso a un teléfono, cualquier aparato electrónico o incluso un medio de transporte para acercarse a las instalaciones de las mismas.
Debido a esto Ana Isabel no ha podido recibir un tratamiento acorde a su condición de salud.
Todos los días presentan alguna dificultad. Es algo que los ha acompañado desde siempre, asegura Ana al referirse a las fuertes lluvias que también entran arrasando con todo en su vivienda. Los fuertes aguaceros presentados en los últimos días han inundado este hogar; en medio de la lluvia Ana junto a su hijo deben ir sacando el agua de la vivienda.
“Nos toca coger los baldes o las tasas para sacar el agua de la casa. Yo puse una tubería afuera de la casa para que el agua saliera, pero eso se llena de hojas y mugre, por eso se tapa”, explicó Ana.
EL PILÓN hace un llamado a la administración municipal para que por medio de sus funciones y la Oficina de Gestión Social realicen un acompañamiento a la familia Guerrero Peñaranda, quienes necesitan ayuda para mejorar sus condiciones de vida. “Con cualquier cosita que la Alcaldía o cualquier persona nos puedan ayudar se lo agradeceremos mucho”, concluyó Ana Bertina.
El precario estado del espacio donde viven es evidente. El rostro de la madre de familia refleja los años de lucha que ha pasado, pero sus ojos, llenos de lágrimas, muestran esperanza.
Cualquier esquina de Valledupar es suficiente para encontrar historias de personas que viven en condiciones precarias y que sobrepasen los estándares de pobreza. Esta cruel realidad toca las puertas de las viviendas y arbitrariamente entra sin querer salir.
Este es el caso de Ana Bertina Guerrero Peñaranda, una mujer de 81 años proveniente de Ocaña, Norte de Santander, que ha estado toda su vida en la capital del Cesar, ciudad en donde tuvo a sus 11 hijos, de los cuales 9 ya fallecieron; y hace 2 años, su esposo, quien había sido su fiel compañero de vida, también murió.
Actualmente vive con su hijo Óscar Guerrero, de 42 años, y Ana Isabel Guerrero de 36; esta última tiene artritis, y además sufre episodios de convulsiones, condición que se le desarrolló a los 3 años de edad. Como resultado de su enfermedad constantemente tiene dolores en las rodillas que le dificultan caminar. “Yo le echo vinagre blanco en las piernas y las manos para calmarle las dolencias y de vez en cuando le doy una pastilla”, contó Ana Bertina.
Con dificultad para hablar y señalando algunas partes de su cuerpo, Ana Isabel indicó que el dolor que presenta en las rodillas es muy fuerte; además, producto de la artritis sus manos y dedos están torcidos, lo que también produce dolencias, por lo que no puede hacer cosas por sí sola. “La mano. No sé agarrar las cosas. Me duele ahí”, dijo Ana Isabel, mujer que debido a sus enfermedades parece de mayor edad.
Por el barrio Ciudadela 450 años, lugar donde residen, se les ve juntas casi todo el tiempo, toda vez a que la madre de familia afirmó que no puede dejarla sola en la casa por su condición de salud. No obstante, salir a caminar representa una tortura para Ana Isabel debido a que las dolencias que presenta son desgarradoras, según indicó.
“Ayer nos caíamos, íbamos caminando y le dio la convulsión. Cuando le da eso yo le agarro el dedo corazón y la empiezo a sobar en el pecho. Cuando se presentan esos episodios, los vecinos que se percatan de la situación se acercan a ayudar”, relató la mujer de cabello blanco, rostro marcado por el paso de los años y quien tiene una ‘nata’ en su ojo derecho hace varios años.
La vivienda es elaborada con tablas, láminas de zinc y algunos afiches plásticos. El lugar refleja la falta de dinero y oportunidades de esta familia, pero algo que se evidencia desde afuera es la nobleza y la ‘berraquera’ con la que diariamente se levantan para buscar una forma de subsistir. La única fuente de ingreso es la de Óscar, quien tiene un carro de tracción animal “con el cual logra hacerse unos pesitos”.
Algunas personas en cercanías de su vivienda les regalan productos de cocina para que puedan preparar algo de comer. “Nosotros vivimos de la caridad, de lo que nos de la gente porque la poquito de plata que tenemos no nos alcanza para mucho”, expresó la mujer.
Aunque en la vivienda poco se utilicen los servicios públicos básicos, tales como agua y luz, los costos reflejados en las facturas exceden la capacidad de pago de esta familia debido a que mensualmente el agua supera los $20.000 y la luz sobrepasa los $30.000. Para muchos puede parecer poco dinero, sin embargo, para este hogar representa ‘unos pesos’ que no tienen. “Los costos son altos y nosotros no consumimos todo eso. La verdad no tenemos cómo pagar”, subrayó la mujer de rostro arrugado por el pasar de los años.
Ana recibe el subsidio del adulto mayor, con el cual logra reunir el dinero para pagar los recibos del agua y del gas. La mujer contó a EL PILÓN que al recibir su dinero le entregan un billete de 50 y uno de 10, lo que representa una totalidad de $60.000, aun cuando según el Gobierno nacional el giro es de $80.000.
En cuanto al servicio de gas no cuentan con este debido a que los alimentos son preparados en fogón de leña, el cual se encuentra ubicado en el patio de la vivienda. Cada vez que logran conseguir algo para cocinar, Ana Bertina junto a su hijo hacen todo su esfuerzo para hacer la comida y saciar el hambre.
El sistema de salud indiscutiblemente es necesario, no obstante, aunque parezca ser indispensable en la vida de todas las personas, esta familia no se encuentra afiliada a ninguna Empresa Prestadora de Servicios, EPS, toda vez que no saben qué procedimiento seguir y no tienen acceso a un teléfono, cualquier aparato electrónico o incluso un medio de transporte para acercarse a las instalaciones de las mismas.
Debido a esto Ana Isabel no ha podido recibir un tratamiento acorde a su condición de salud.
Todos los días presentan alguna dificultad. Es algo que los ha acompañado desde siempre, asegura Ana al referirse a las fuertes lluvias que también entran arrasando con todo en su vivienda. Los fuertes aguaceros presentados en los últimos días han inundado este hogar; en medio de la lluvia Ana junto a su hijo deben ir sacando el agua de la vivienda.
“Nos toca coger los baldes o las tasas para sacar el agua de la casa. Yo puse una tubería afuera de la casa para que el agua saliera, pero eso se llena de hojas y mugre, por eso se tapa”, explicó Ana.
EL PILÓN hace un llamado a la administración municipal para que por medio de sus funciones y la Oficina de Gestión Social realicen un acompañamiento a la familia Guerrero Peñaranda, quienes necesitan ayuda para mejorar sus condiciones de vida. “Con cualquier cosita que la Alcaldía o cualquier persona nos puedan ayudar se lo agradeceremos mucho”, concluyó Ana Bertina.