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Columnista - 11 octubre, 2024

El rey de La Guajira

Diomedes, de estirpe campesina; conocía muy bien su idiosincrasia; tenía el talento para dibujar en el canto cada vivencia; al igual que el compositor Marín; tenían la versatilidad para agregarle música a cada ocurrencia.

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Diomedes Díaz fue un cantautor de vallenatos de condiciones artísticas inigualables; se atrevió a desafiar su destino. Se lanzó a la palestra musical cuando reinaban en el escenario artistas de talla nacional como Poncho Zuleta, Jorge Oñate y Rafael Orozco; sumándole que este nunca desconoció el talento arraigado en nuestras costumbres y traído en hecatombe durante varias décadas en las producciones musicales que hicieron eco en el mundo artístico con los éxitos de Calixto, Alfredo Gutiérrez, Lizandro Meza, Alejo “El Negro” Durán y los éxitos de Aníbal “Sensación” Velázquez.

Diomedes, de estirpe campesina; conocía muy bien su idiosincrasia; tenía el talento para dibujar en el canto cada vivencia; al igual que el compositor Marín; tenían la versatilidad para agregarle música a cada ocurrencia.

Cuando labraba la tierra encarapitao en un obsoleto tractor Hernando Marín Lacouture le cantó a una manada de gavilanes que seguían su rastro al son de un viejo arado; con el que surcaba la tierra y facilitaba la entrega fácil de su presa; cuando el disco descuellaba lobos y reptiles de todo tamaño para satisfacer la gula de aves de rapiña que apresaban con sus garras y trasteaban con su pico la presa encontrada.

Se recuerda al Cacique de la Junta con la interpretación de la canción “El Gavilán mayor” título que hizo eco en las majestuosas parrandas realizadas en la bonanza de la mala hierba en La Guajira; jolgorios que se prolongaban por días, llovían excentricidades y corrían ríos de Old Parr y de derroches.

A mediados de 1982, Diomedes salió desde Valledupar junto con su grupo; harían escala en Barranquilla por cuanto al día siguiente tendrían que presentarse en el aeropuerto internacional Ernesto Cortissoz para viajar con destino hacia los Estados Unidos; en una gira de varias semanas para cubrir varios eventos internacionales.

Samuel Alarcón, aprovechando la estadía del Cacique, rápidamente contactó a su mánager Joaquín Guillén y le pidió que le llevara a Diomedes junto con su agrupación al Hotel Royal de propiedad de José Cotes; donde brindaría una fiesta con motivo de sus cumpleaños; para dicho evento reservó los salones sociales del majestuoso y lujoso recinto. Diomedes se había distraído con algunas amistades e incumplió el encuentro musical lo que ocasionó un disgusto grande de manos del contratante y los platos rotos los pagó el representante del artista Joaquín Guillén.

Cuando el avión tomó el rumbo hacia Norteamérica, Joaco le reclamó al Cacique por el incumplimiento. Le manifestó que Alarcón estaba muy enfadado, a lo que Diomedes en aras de compensar la falta, se le vino a la cabeza una canción la cual tarareó durante toda la gira musical. Al llegar a Barranquilla ordenó contactar a los hermanos Aris y Colina Rosado, propietarios del canal de televisión TV Guajira, para lanzar al aire su nuevo éxito musical: “El rey de La Guajira”.

Samuel no conocía el detalle que el Cacique había preparado para él; cuando el Ñato Sánchez lo abordó y le pidió que encendiera el Betamax le manifestó que no quería ver a Diomedes nunca más; ni en pintura, ni en foto, ni en televisión.

Ante la insistencia del Ñato; Alarcón accedió a mirar el video. La sorpresa y la emoción fue tan explosiva que Samuel ordenó realizar una lujosa fiesta en el hotel Royal; solicitó a José Cotes, el alquiler de sus 16 pisos, salones y centro de convenciones por varios días; fueron 8 días de parranda y de fiesta; allí se degustaron los mejores manjares de la culinaria criolla; aterrizaron aviones llenos de invitados procedentes de Medellín, Cali, Bogotá Villavicencio, Riohacha, Bucaramanga y Valledupar. Se recibieron amistades de Venezuela, La Guajira, Córdoba, Sucre y de todos los rincones del país. Se consumieron más de 1.000 arrobas de carne, 100 chivos traídos de La Guajira en sopa y friche, 200 cerdos en chicharrón, 1 tonelada de pescado y mariscos, 500 kilos de tortuga y 1.000 cajas de Old Parr en honor al Rey de La Guajira.

Por: Pedro Norberto Castro Araújo

El Cuento de Pedro

Columnista
11 octubre, 2024

El rey de La Guajira

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Pedro Norberto Castro Araujo

Diomedes, de estirpe campesina; conocía muy bien su idiosincrasia; tenía el talento para dibujar en el canto cada vivencia; al igual que el compositor Marín; tenían la versatilidad para agregarle música a cada ocurrencia.


Diomedes Díaz fue un cantautor de vallenatos de condiciones artísticas inigualables; se atrevió a desafiar su destino. Se lanzó a la palestra musical cuando reinaban en el escenario artistas de talla nacional como Poncho Zuleta, Jorge Oñate y Rafael Orozco; sumándole que este nunca desconoció el talento arraigado en nuestras costumbres y traído en hecatombe durante varias décadas en las producciones musicales que hicieron eco en el mundo artístico con los éxitos de Calixto, Alfredo Gutiérrez, Lizandro Meza, Alejo “El Negro” Durán y los éxitos de Aníbal “Sensación” Velázquez.

Diomedes, de estirpe campesina; conocía muy bien su idiosincrasia; tenía el talento para dibujar en el canto cada vivencia; al igual que el compositor Marín; tenían la versatilidad para agregarle música a cada ocurrencia.

Cuando labraba la tierra encarapitao en un obsoleto tractor Hernando Marín Lacouture le cantó a una manada de gavilanes que seguían su rastro al son de un viejo arado; con el que surcaba la tierra y facilitaba la entrega fácil de su presa; cuando el disco descuellaba lobos y reptiles de todo tamaño para satisfacer la gula de aves de rapiña que apresaban con sus garras y trasteaban con su pico la presa encontrada.

Se recuerda al Cacique de la Junta con la interpretación de la canción “El Gavilán mayor” título que hizo eco en las majestuosas parrandas realizadas en la bonanza de la mala hierba en La Guajira; jolgorios que se prolongaban por días, llovían excentricidades y corrían ríos de Old Parr y de derroches.

A mediados de 1982, Diomedes salió desde Valledupar junto con su grupo; harían escala en Barranquilla por cuanto al día siguiente tendrían que presentarse en el aeropuerto internacional Ernesto Cortissoz para viajar con destino hacia los Estados Unidos; en una gira de varias semanas para cubrir varios eventos internacionales.

Samuel Alarcón, aprovechando la estadía del Cacique, rápidamente contactó a su mánager Joaquín Guillén y le pidió que le llevara a Diomedes junto con su agrupación al Hotel Royal de propiedad de José Cotes; donde brindaría una fiesta con motivo de sus cumpleaños; para dicho evento reservó los salones sociales del majestuoso y lujoso recinto. Diomedes se había distraído con algunas amistades e incumplió el encuentro musical lo que ocasionó un disgusto grande de manos del contratante y los platos rotos los pagó el representante del artista Joaquín Guillén.

Cuando el avión tomó el rumbo hacia Norteamérica, Joaco le reclamó al Cacique por el incumplimiento. Le manifestó que Alarcón estaba muy enfadado, a lo que Diomedes en aras de compensar la falta, se le vino a la cabeza una canción la cual tarareó durante toda la gira musical. Al llegar a Barranquilla ordenó contactar a los hermanos Aris y Colina Rosado, propietarios del canal de televisión TV Guajira, para lanzar al aire su nuevo éxito musical: “El rey de La Guajira”.

Samuel no conocía el detalle que el Cacique había preparado para él; cuando el Ñato Sánchez lo abordó y le pidió que encendiera el Betamax le manifestó que no quería ver a Diomedes nunca más; ni en pintura, ni en foto, ni en televisión.

Ante la insistencia del Ñato; Alarcón accedió a mirar el video. La sorpresa y la emoción fue tan explosiva que Samuel ordenó realizar una lujosa fiesta en el hotel Royal; solicitó a José Cotes, el alquiler de sus 16 pisos, salones y centro de convenciones por varios días; fueron 8 días de parranda y de fiesta; allí se degustaron los mejores manjares de la culinaria criolla; aterrizaron aviones llenos de invitados procedentes de Medellín, Cali, Bogotá Villavicencio, Riohacha, Bucaramanga y Valledupar. Se recibieron amistades de Venezuela, La Guajira, Córdoba, Sucre y de todos los rincones del país. Se consumieron más de 1.000 arrobas de carne, 100 chivos traídos de La Guajira en sopa y friche, 200 cerdos en chicharrón, 1 tonelada de pescado y mariscos, 500 kilos de tortuga y 1.000 cajas de Old Parr en honor al Rey de La Guajira.

Por: Pedro Norberto Castro Araújo

El Cuento de Pedro