El Valor Presente Neto del costo total del proyecto, al año 2006 (de los primeros 3 años), para la siembra de guadua en los 30 metros protegidos en las dos riberas del río Guatapurí, alcanzaba la cifra de $1.637 millones de pesos.
En alguna oportunidad, en una reunión de la Cámara de Comercio sobre el desarrollo de Valledupar, pregunté por qué no se pensaba en urbanizar la margen izquierda del río Guatapurí en su paso bordeando la ciudad, como lo hacen el Támesis en Londres, el Danubio en Budapest, el Sena en París, el Nilo en el Cairo o el Ebro en Zúrich, entre muchas otras ciudades del mundo, donde el paso de estos ríos ha sido canalizado.
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Se me contestó despectivamente que eso no era posible porque esas zonas de la margen izquierda eran inundables. Igual una empresa que proponía atender la problemática del río Guatapurí mostraba la magnitud de esas inundaciones dentro de ¡100 años! Pregunté, sin respuesta, que si dentro de 100 años el río todavía tendría agua.
Llegué a la ciudad hace 30 años, momento en que aprecié en los vallenatos la preocupación por el futuro del río Guatapurí y el deshielo de la Sierra Nevada. Ya estaba en boga el tema del calentamiento global. En medio del ambiente cultural cercano a los grandes juglares de la música vallenata tradicional, generado por el capital relacional que implica llevar el apellido Escalona y sin ser seguidor de ningún partido político, me acerqué a los discursos que proferían, en su momento, Amylkar Acosta Medina y Alfonso Campo Soto, lo que se convirtió en una amistad de identificación con la solución a problemas de orden social.
Recuerdo mi rol de coordinador de programas de Desarrollo Rural Integrado, DRI, y del Plan Nacional de Rehabilitación, PNR, con la Cooperativa de Caficultores del Cesar y La Guajira, asistiendo a los campesinos de la Sierra Nevada de Santa Marta y de la Serranía del Perijá.
Para el año 2001, Andrés Pastrana Arango, presidente de la república de Colombia, nombra a Campo Soto como embajador en la China Popular, quien apoyó un proyecto que presentamos con la Cámara de Comercio de Valledupar, liderada por José Horlandy Castro, para atender la problemática del río Guatapurí. Por gestión de Campo Soto fueron asignados 600 millones de pesos de la época, que al momento de la formalización del convenio, por cooperación internacional, los recursos fueron reducidos en un 50 %.
De estos $300 millones no se recibió un peso. Los chinos enviaron, por su cuenta, 3 técnicos y un traductor. Trajeron efectivo para comprar un vehículo y enviaron un contenedor, que me correspondió recibir en Santa Marta, el cual contenía todo tipo de herramientas y equipos, vestimenta de campo y de protección para el invierno, así como elementos químicos para abono, fumigación y mantenimiento de cultivos de muestra, que se realizaron en la sede agropecuaria del Sena, vecina a Valledupar. Hasta antiofídicos y elementos de atención para primeros auxilios venían en ese cargamento.
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Para el alojamiento y alimentación se comprometieron la Alcaldía de Valledupar y la Gobernación del Cesar, entidades que incumplieron en un 50 % los contratos firmados para tal efecto, por lo que la Cámara de Comercio debió atender el compromiso restante.
El proyecto consistía en atender la capacitación en las labores del cultivo, mantenimiento y transformación del bambú y de la guadua para ser aprovechado en la protección de sub cuencas y microcuencas de la Sierra Nevada.
Para este efecto, los chinos nos acompañaron durante un año logrando establecer pequeños cultivos de prueba y capacitar a 40 personas en cultivo y transformación en artesanías y muebles. En el transcurso de ese año formulé un proyecto, en ficha EBI del momento (anterior a la MGA), con el fin de aprovechar lo compartido por los chinos en la técnica del cultivo y su transformación.
Visité personalmente todos los municipios con influencia en el suroriente de la Sierra Nevada, en los departamentos del Cesar y La Guajira, buscando apoyo para el proyecto, sin respuesta alguna; debo decir, que la única entidad que mostró algún interés fue Corpoguajira.
Recuerdo que el director de Corpocesar de esa época me dijo que la restauración de bosques estaba programada por regeneración natural de los árboles nativos, ya que ellos no hacían reforestación porque era muy costosa. Entiendo que esa regeneración natural, en el caso de incendios forestales (que son recurrentes en nuestro medio), puede alcanzar los 70 años para la restauración.
Para que se tenga una idea más clara de lo que pretendía el proyecto que se denominó ‘Establecimiento de cultivos de bambú para protección de sub-cuencas y micro-cuencas en la subregión norte del departamento del Cesar’, transcribimos la Sección A de la Descripción del Proyecto:
“El proyecto busca repotencializar, a partir de la protección de subcuencas y microcuencas, el recurso hídrico con base en el conocimiento adquirido con el espacio de capacitación y experimentación que abrió el proyecto ‘Desarrollo del cultivo, procesamiento y comercialización del bambú en el municipio de Valledupar’, para permitir el acceso a nuevas técnicas y tecnologías necesarias para la diversificación, integralidad, productividad y transformación del cultivo del bambú. Se espera capacitar a 200 familias en el cultivo para el establecimiento de 1.000 hectáreas en el término de 3 años. La zona está identificada por el IMBAR (Red internacional del bambú y la guadua angustifolia) como sitio potencial para el cultivo del Moso Bambú y de la Guadua Angustifolia. Es de anotar que el Comité de Cafeteros adelanta un proyecto de guadua para protección ambiental del río Ariguaní en el municipio de Pueblo Bello. La guadua es altamente beneficiosa por su sistema de raíces que ‘amarra’ el suelo, haciéndola irremplazable para la protección de quebradas y ríos, al mismo tiempo que enriquece los suelos por la acumulación y descomposición de sus hojas. Además, su propagación es natural y se convierte en invasora, capaz de producir, a partir de los 4 años, 1.400 unidades hectáreas/año, haciéndose necesario el entresaque para disminuir la competencia por luz y nutrientes, pudiéndose utilizar en numerosas actividades de la finca (Vivienda, kioscos, muebles, artesanías, cercas, barreras rompevientos, trinchos antierosivos, tutores, etc.), disminuyendo la presión de la tala de especies madereras nativas”.
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El Valor Presente Neto del costo total del proyecto, al año 2006 (de los primeros 3 años), para la siembra de guadua en los 30 metros protegidos en las dos riberas del río Guatapurí, alcanzaba la cifra de $1.637 millones de pesos.
Hicimos el ejercicio de llevar a los chinos al Eje Cafetero para tener una mayor perspectiva de lo que pretendía el proyecto, el cual, en su momento, no tuvo receptividad por parte de nuestra dirigencia. Invito a que, los entendidos en el medio, le echen una mirada a esta posibilidad, siempre que sea viable, a ver si es posible presentar un resultado después de tantos estudios y dineros invertidos en la Sierra Nevada sin que se prevea una solución.
Por Carlos Llanos Diazgranados.
El Valor Presente Neto del costo total del proyecto, al año 2006 (de los primeros 3 años), para la siembra de guadua en los 30 metros protegidos en las dos riberas del río Guatapurí, alcanzaba la cifra de $1.637 millones de pesos.
En alguna oportunidad, en una reunión de la Cámara de Comercio sobre el desarrollo de Valledupar, pregunté por qué no se pensaba en urbanizar la margen izquierda del río Guatapurí en su paso bordeando la ciudad, como lo hacen el Támesis en Londres, el Danubio en Budapest, el Sena en París, el Nilo en el Cairo o el Ebro en Zúrich, entre muchas otras ciudades del mundo, donde el paso de estos ríos ha sido canalizado.
Lee también: Interponen acción popular para la protección del río Guatapurí
Se me contestó despectivamente que eso no era posible porque esas zonas de la margen izquierda eran inundables. Igual una empresa que proponía atender la problemática del río Guatapurí mostraba la magnitud de esas inundaciones dentro de ¡100 años! Pregunté, sin respuesta, que si dentro de 100 años el río todavía tendría agua.
Llegué a la ciudad hace 30 años, momento en que aprecié en los vallenatos la preocupación por el futuro del río Guatapurí y el deshielo de la Sierra Nevada. Ya estaba en boga el tema del calentamiento global. En medio del ambiente cultural cercano a los grandes juglares de la música vallenata tradicional, generado por el capital relacional que implica llevar el apellido Escalona y sin ser seguidor de ningún partido político, me acerqué a los discursos que proferían, en su momento, Amylkar Acosta Medina y Alfonso Campo Soto, lo que se convirtió en una amistad de identificación con la solución a problemas de orden social.
Recuerdo mi rol de coordinador de programas de Desarrollo Rural Integrado, DRI, y del Plan Nacional de Rehabilitación, PNR, con la Cooperativa de Caficultores del Cesar y La Guajira, asistiendo a los campesinos de la Sierra Nevada de Santa Marta y de la Serranía del Perijá.
Para el año 2001, Andrés Pastrana Arango, presidente de la república de Colombia, nombra a Campo Soto como embajador en la China Popular, quien apoyó un proyecto que presentamos con la Cámara de Comercio de Valledupar, liderada por José Horlandy Castro, para atender la problemática del río Guatapurí. Por gestión de Campo Soto fueron asignados 600 millones de pesos de la época, que al momento de la formalización del convenio, por cooperación internacional, los recursos fueron reducidos en un 50 %.
De estos $300 millones no se recibió un peso. Los chinos enviaron, por su cuenta, 3 técnicos y un traductor. Trajeron efectivo para comprar un vehículo y enviaron un contenedor, que me correspondió recibir en Santa Marta, el cual contenía todo tipo de herramientas y equipos, vestimenta de campo y de protección para el invierno, así como elementos químicos para abono, fumigación y mantenimiento de cultivos de muestra, que se realizaron en la sede agropecuaria del Sena, vecina a Valledupar. Hasta antiofídicos y elementos de atención para primeros auxilios venían en ese cargamento.
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Para el alojamiento y alimentación se comprometieron la Alcaldía de Valledupar y la Gobernación del Cesar, entidades que incumplieron en un 50 % los contratos firmados para tal efecto, por lo que la Cámara de Comercio debió atender el compromiso restante.
El proyecto consistía en atender la capacitación en las labores del cultivo, mantenimiento y transformación del bambú y de la guadua para ser aprovechado en la protección de sub cuencas y microcuencas de la Sierra Nevada.
Para este efecto, los chinos nos acompañaron durante un año logrando establecer pequeños cultivos de prueba y capacitar a 40 personas en cultivo y transformación en artesanías y muebles. En el transcurso de ese año formulé un proyecto, en ficha EBI del momento (anterior a la MGA), con el fin de aprovechar lo compartido por los chinos en la técnica del cultivo y su transformación.
Visité personalmente todos los municipios con influencia en el suroriente de la Sierra Nevada, en los departamentos del Cesar y La Guajira, buscando apoyo para el proyecto, sin respuesta alguna; debo decir, que la única entidad que mostró algún interés fue Corpoguajira.
Recuerdo que el director de Corpocesar de esa época me dijo que la restauración de bosques estaba programada por regeneración natural de los árboles nativos, ya que ellos no hacían reforestación porque era muy costosa. Entiendo que esa regeneración natural, en el caso de incendios forestales (que son recurrentes en nuestro medio), puede alcanzar los 70 años para la restauración.
Para que se tenga una idea más clara de lo que pretendía el proyecto que se denominó ‘Establecimiento de cultivos de bambú para protección de sub-cuencas y micro-cuencas en la subregión norte del departamento del Cesar’, transcribimos la Sección A de la Descripción del Proyecto:
“El proyecto busca repotencializar, a partir de la protección de subcuencas y microcuencas, el recurso hídrico con base en el conocimiento adquirido con el espacio de capacitación y experimentación que abrió el proyecto ‘Desarrollo del cultivo, procesamiento y comercialización del bambú en el municipio de Valledupar’, para permitir el acceso a nuevas técnicas y tecnologías necesarias para la diversificación, integralidad, productividad y transformación del cultivo del bambú. Se espera capacitar a 200 familias en el cultivo para el establecimiento de 1.000 hectáreas en el término de 3 años. La zona está identificada por el IMBAR (Red internacional del bambú y la guadua angustifolia) como sitio potencial para el cultivo del Moso Bambú y de la Guadua Angustifolia. Es de anotar que el Comité de Cafeteros adelanta un proyecto de guadua para protección ambiental del río Ariguaní en el municipio de Pueblo Bello. La guadua es altamente beneficiosa por su sistema de raíces que ‘amarra’ el suelo, haciéndola irremplazable para la protección de quebradas y ríos, al mismo tiempo que enriquece los suelos por la acumulación y descomposición de sus hojas. Además, su propagación es natural y se convierte en invasora, capaz de producir, a partir de los 4 años, 1.400 unidades hectáreas/año, haciéndose necesario el entresaque para disminuir la competencia por luz y nutrientes, pudiéndose utilizar en numerosas actividades de la finca (Vivienda, kioscos, muebles, artesanías, cercas, barreras rompevientos, trinchos antierosivos, tutores, etc.), disminuyendo la presión de la tala de especies madereras nativas”.
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El Valor Presente Neto del costo total del proyecto, al año 2006 (de los primeros 3 años), para la siembra de guadua en los 30 metros protegidos en las dos riberas del río Guatapurí, alcanzaba la cifra de $1.637 millones de pesos.
Hicimos el ejercicio de llevar a los chinos al Eje Cafetero para tener una mayor perspectiva de lo que pretendía el proyecto, el cual, en su momento, no tuvo receptividad por parte de nuestra dirigencia. Invito a que, los entendidos en el medio, le echen una mirada a esta posibilidad, siempre que sea viable, a ver si es posible presentar un resultado después de tantos estudios y dineros invertidos en la Sierra Nevada sin que se prevea una solución.
Por Carlos Llanos Diazgranados.