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Columnista - 18 marzo, 2016

El plato típico

Se ha escogido nuestro plato de comida típica, así como en Antioquía con su bandeja paisa y los departamentos sabaneros con su mute de ñame y queso o en Bogotá el ajiaco, que es bastante diferente al que se comía hace 60 años. Se escogió, repito, pero oigo muchas críticas adversas y a mí no […]

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Se ha escogido nuestro plato de comida típica, así como en Antioquía con su bandeja paisa y los departamentos sabaneros con su mute de ñame y queso o en Bogotá el ajiaco, que es bastante diferente al que se comía hace 60 años. Se escogió, repito, pero oigo muchas críticas adversas y a mí no me gustó, porque lo veo no representativo de un buen almuerzo, porque de eso se trata, de un almuerzo.

La carne esmechá es muy sabrosa, lo mismo que la pangá en piedra, pero sus usos son más frecuentes en los desayunos, usamos más en los almuerzos las albóndigas, guisos de punta gorda y costilla, carnes asadas entreveradas (gordo y flaco), la molida y la gallina criolla o el pollo purina, rara vez el pescado y muy exclusivos con conejo o guardatinaja; me gusta el arroz de fideos o de palito, pero no me gusta para un plato típico porque no se hace aquí, me gusta más el arroz blanco “volao“, perlado y brillante hecho por una guacochera que no tiene comparación, se come solo y si le echan la salsa de los guisos no hay para que comer carne, la yuca, ¡por Dios!, no puede faltar aunque sea un pedacito, plátano asado amarillo sí, pero serrano muy dulce y no criollo desabrío y la ensaladita muy sencilla, tomate, cebolla y aguacate que ahora se consiguen todo el año.

El sancocho no, porque el sancocho con todos sus ingredientes es un plato fuerte con arroz blanco, más bien un caldito (mini sancochito) de hueso blanco o carnudo con pequeñas porciones de yuca, cocío y guineo largo y veo como raro al incluir como entrada arepa de queso con chicarrón que más se usa en los desayunos, para consumir todo eso tendrían que ser un Migue, William o Marcelito para engullir tanta comida, con el solo sancocho bastaría para quedar harto, “hasta donde se abrocha Suárez”.

Para rematar de postre un “cupcakes” de chilonga que no sé qué vaina es, pero sí sé lo que es simplemente la chilonga de origen guajiro a base de maíz, carne y plátano maduro, que es un plato muy fuerte y hecho por ‘La Cacha’ Aponte se vuelve aristocrático y caro, difícil de superar, lo mismo que el “mouse” de mango que tampoco sé que es, sí dulce o jugo.

Lo ideal sería dulce de filo, leche, toronja, ñame, malanga, papaya o caballito, piña, coco o tomate, o estos tres últimos mezclados, acompañados con queso criollo que ignoraron y los hay bichecitos o duros, nada de azules, rojos u otros de los que consume el doctor Enrique Orozco, que también los hay de alta alcurnia como los hechos por doña Ligia Lacouture o humildes elaborados por cualquier patillalero y para terminar una buena agua de panelea atanquera, la mejor del mundo con buen limón criollo y después un delicioso y aromático tinto del café más suave de Colombia, el de la Sierra Nevada. Para despedirse y por cortesía de la casa, medio vaso de bicarbonato de soda para hacer la siesta sin explosiones ruidosas.

Yo creo que el plato escogido debe ser revisado, haciendo un concurso donde las guacocheras no puedan faltar, con un jurado compuesto por ‘La Bella’, ‘La Mona’ del Patacón Pisao y María Majoma, para que vean que ahí sí escogerán un plato típico que llame la atención.
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Si en La Guajira se mueren los niños de sed, aquí se mueren las plantas ornamentales en las glorietas porque no hay quien las atienda, por Dios alcalde haga que estas plantas revivan.

Columnista
18 marzo, 2016

El plato típico

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Se ha escogido nuestro plato de comida típica, así como en Antioquía con su bandeja paisa y los departamentos sabaneros con su mute de ñame y queso o en Bogotá el ajiaco, que es bastante diferente al que se comía hace 60 años. Se escogió, repito, pero oigo muchas críticas adversas y a mí no […]


Se ha escogido nuestro plato de comida típica, así como en Antioquía con su bandeja paisa y los departamentos sabaneros con su mute de ñame y queso o en Bogotá el ajiaco, que es bastante diferente al que se comía hace 60 años. Se escogió, repito, pero oigo muchas críticas adversas y a mí no me gustó, porque lo veo no representativo de un buen almuerzo, porque de eso se trata, de un almuerzo.

La carne esmechá es muy sabrosa, lo mismo que la pangá en piedra, pero sus usos son más frecuentes en los desayunos, usamos más en los almuerzos las albóndigas, guisos de punta gorda y costilla, carnes asadas entreveradas (gordo y flaco), la molida y la gallina criolla o el pollo purina, rara vez el pescado y muy exclusivos con conejo o guardatinaja; me gusta el arroz de fideos o de palito, pero no me gusta para un plato típico porque no se hace aquí, me gusta más el arroz blanco “volao“, perlado y brillante hecho por una guacochera que no tiene comparación, se come solo y si le echan la salsa de los guisos no hay para que comer carne, la yuca, ¡por Dios!, no puede faltar aunque sea un pedacito, plátano asado amarillo sí, pero serrano muy dulce y no criollo desabrío y la ensaladita muy sencilla, tomate, cebolla y aguacate que ahora se consiguen todo el año.

El sancocho no, porque el sancocho con todos sus ingredientes es un plato fuerte con arroz blanco, más bien un caldito (mini sancochito) de hueso blanco o carnudo con pequeñas porciones de yuca, cocío y guineo largo y veo como raro al incluir como entrada arepa de queso con chicarrón que más se usa en los desayunos, para consumir todo eso tendrían que ser un Migue, William o Marcelito para engullir tanta comida, con el solo sancocho bastaría para quedar harto, “hasta donde se abrocha Suárez”.

Para rematar de postre un “cupcakes” de chilonga que no sé qué vaina es, pero sí sé lo que es simplemente la chilonga de origen guajiro a base de maíz, carne y plátano maduro, que es un plato muy fuerte y hecho por ‘La Cacha’ Aponte se vuelve aristocrático y caro, difícil de superar, lo mismo que el “mouse” de mango que tampoco sé que es, sí dulce o jugo.

Lo ideal sería dulce de filo, leche, toronja, ñame, malanga, papaya o caballito, piña, coco o tomate, o estos tres últimos mezclados, acompañados con queso criollo que ignoraron y los hay bichecitos o duros, nada de azules, rojos u otros de los que consume el doctor Enrique Orozco, que también los hay de alta alcurnia como los hechos por doña Ligia Lacouture o humildes elaborados por cualquier patillalero y para terminar una buena agua de panelea atanquera, la mejor del mundo con buen limón criollo y después un delicioso y aromático tinto del café más suave de Colombia, el de la Sierra Nevada. Para despedirse y por cortesía de la casa, medio vaso de bicarbonato de soda para hacer la siesta sin explosiones ruidosas.

Yo creo que el plato escogido debe ser revisado, haciendo un concurso donde las guacocheras no puedan faltar, con un jurado compuesto por ‘La Bella’, ‘La Mona’ del Patacón Pisao y María Majoma, para que vean que ahí sí escogerán un plato típico que llame la atención.
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Si en La Guajira se mueren los niños de sed, aquí se mueren las plantas ornamentales en las glorietas porque no hay quien las atienda, por Dios alcalde haga que estas plantas revivan.