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Columnista - 17 septiembre, 2013

El perfil de los congresistas y electores que necesitamos

Desde el mismo momento en que comenzó a descorrer el calendario electoral de 2014, se han anunciado en todos los rincones del país nombres y aspiraciones para llegar al Congreso de la República, a través de la Cámara de Representantes y del Senado, pero desafortunadamente el único requisito que exige nuestra Constitución política es ser colombiano de nacimiento, ciudadanos en ejercicio tener más de 30 años para el caso de los Senadores y veinticinco años para el caso de los Representantes a la Cámara.

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Por Carlos Guillermo Ramírez Araújo

Desde el mismo momento en que comenzó a descorrer  el calendario electoral de 2014, se han anunciado en todos los rincones del país nombres y  aspiraciones para llegar al Congreso de la República, a través de la Cámara de Representantes y del Senado, pero desafortunadamente el único requisito que exige nuestra Constitución política es ser colombiano de nacimiento, ciudadanos en ejercicio tener más de 30 años para el caso de los Senadores y veinticinco años para el caso de los Representantes a la Cámara.

De ahí, que buena parte de los parlamentarios que llegan al Congreso, no tengan el perfil ideado, ni las competencias intelectuales que la sana lógica requiere para ser un buen legislador.

No es en vano entonces,  el repudio colectivo que se han ganado estos señores de la patria, de un lado,  por la ausencia de sapiencia y compromiso con el país y sus regiones frente a las grandes reformas estructurales que nos adeudan, como la reforma al sistema de seguridad social en salud, la reforma a la justicia, la reforma a la educación superior, la reforma pensional, la reforma laboral, entre otras y del otro; por la falta compromisos con la ciudadanía,  ya que terminan siendo voceros del ejecutivo nacional y de diversos grupos de poder.

Este es el reflejo de nuestro Congreso, donde creerles a los parlamentarios se ha convertido en una mentira larga e interminable,  la lealtad política no existe, los compromisos de campaña se diluyen en el tiempo, es decir, la manifestación del voto es efímera y los problemas de nuestra sociedad son perpetuos.

Todo parece indicar que la política en nuestro país está diseñada para no creer, al menos esto  es lo que se percibe. Y si de buscar culpables se trata, los directamente responsables y cómplices de toda esta situación, somos nosotros los electores, quienes rompemos una y otra vez la promesa de elegir bien.  

Es hora de que el  elector deba cambiar esa histórica manipulación en la que se le dice por quién votar y debe informarse sobre los diferentes candidatos que lo pueden representar a través de los partidos políticos; no deben  bastar los afiches, calcomanías y diferentes medios publicitarios que solo venden imagen, pero que nada dicen del conocimiento, preparación y valores morales y éticos que deben  ostentar cada candidato.

Sin dudas, Colombia necesita un Congreso moderno, para la discusión y toma de decisiones pertinentes en beneficio del desarrollo de nuestro país, un congreso integrado con parlamentarios capaces, honestos, abiertos al debate, pero sobre todo, comprometidos con sus regiones; pero también un electorado,  transparente y comprometido con su voto; un elector leal a su comunidad,  con un gran espíritu cívico y  siempre consiente de que su candidato o representante tiene el mejor perfil para ser un buen congresista y por ende, un buen legislador.

Columnista
17 septiembre, 2013

El perfil de los congresistas y electores que necesitamos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Guillermo Ramirez

Desde el mismo momento en que comenzó a descorrer el calendario electoral de 2014, se han anunciado en todos los rincones del país nombres y aspiraciones para llegar al Congreso de la República, a través de la Cámara de Representantes y del Senado, pero desafortunadamente el único requisito que exige nuestra Constitución política es ser colombiano de nacimiento, ciudadanos en ejercicio tener más de 30 años para el caso de los Senadores y veinticinco años para el caso de los Representantes a la Cámara.


Por Carlos Guillermo Ramírez Araújo

Desde el mismo momento en que comenzó a descorrer  el calendario electoral de 2014, se han anunciado en todos los rincones del país nombres y  aspiraciones para llegar al Congreso de la República, a través de la Cámara de Representantes y del Senado, pero desafortunadamente el único requisito que exige nuestra Constitución política es ser colombiano de nacimiento, ciudadanos en ejercicio tener más de 30 años para el caso de los Senadores y veinticinco años para el caso de los Representantes a la Cámara.

De ahí, que buena parte de los parlamentarios que llegan al Congreso, no tengan el perfil ideado, ni las competencias intelectuales que la sana lógica requiere para ser un buen legislador.

No es en vano entonces,  el repudio colectivo que se han ganado estos señores de la patria, de un lado,  por la ausencia de sapiencia y compromiso con el país y sus regiones frente a las grandes reformas estructurales que nos adeudan, como la reforma al sistema de seguridad social en salud, la reforma a la justicia, la reforma a la educación superior, la reforma pensional, la reforma laboral, entre otras y del otro; por la falta compromisos con la ciudadanía,  ya que terminan siendo voceros del ejecutivo nacional y de diversos grupos de poder.

Este es el reflejo de nuestro Congreso, donde creerles a los parlamentarios se ha convertido en una mentira larga e interminable,  la lealtad política no existe, los compromisos de campaña se diluyen en el tiempo, es decir, la manifestación del voto es efímera y los problemas de nuestra sociedad son perpetuos.

Todo parece indicar que la política en nuestro país está diseñada para no creer, al menos esto  es lo que se percibe. Y si de buscar culpables se trata, los directamente responsables y cómplices de toda esta situación, somos nosotros los electores, quienes rompemos una y otra vez la promesa de elegir bien.  

Es hora de que el  elector deba cambiar esa histórica manipulación en la que se le dice por quién votar y debe informarse sobre los diferentes candidatos que lo pueden representar a través de los partidos políticos; no deben  bastar los afiches, calcomanías y diferentes medios publicitarios que solo venden imagen, pero que nada dicen del conocimiento, preparación y valores morales y éticos que deben  ostentar cada candidato.

Sin dudas, Colombia necesita un Congreso moderno, para la discusión y toma de decisiones pertinentes en beneficio del desarrollo de nuestro país, un congreso integrado con parlamentarios capaces, honestos, abiertos al debate, pero sobre todo, comprometidos con sus regiones; pero también un electorado,  transparente y comprometido con su voto; un elector leal a su comunidad,  con un gran espíritu cívico y  siempre consiente de que su candidato o representante tiene el mejor perfil para ser un buen congresista y por ende, un buen legislador.