Colegios y universidades sin estudiantes, avenidas descongestionadas en hora pico, iglesias sin feligreses, y droguerías sin tapabocas, antibacterial y alcohol. Con pánico y temor, Valledupar empieza a tomar medidas para prevenir la propagación del Covid-19.
Al igual que las grandes ciudades de España, Italia y una decena de países europeos, Valledupar camina hacia la cuarentena. Sin confirmarse ningún caso de Covid-19, por las medidas de prevención en la capital del departamento hay avenidas sin congestión y negocios cerrados.
Porque en época de pandemia las costumbres cambian. Aunque algunos insistan en la normalidad, el pánico o la prevención transformaron los comportamientos de los vallenatos. En el aeropuerto Alfonso López Michelsen de Valledupar ya no concurre el ruido de familiares esperando a quienes aterrizan en la ciudad.
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Acompañadas de rejas cerradas, apenas persisten las aseadoras en su deber y funcionarios intentando mantener la calma, aunque los aeropuertos hayan sido calificados como puntos críticos para la expansión de la pandemia.
Los vuelos siguen su curso normal, pero la dinámica del aeropuerto no es la misma. “Somos una tienda nacional, en algunos casos ya dieron la orden de cerrar, otros redujeron a la mitad la jornada de trabajo”, dice la administradora de El Market Colombia, tienda de variedades del aeropuerto.
La pausa obligatoria en el López Michelsen no es un caso aislado. En el balneario Hurtado la falta de turistas y visitantes permite escuchar con claridad la corriente del río Guatapurí. Los desobedientes que fueron a bañarse no suman más de 30 personas.
Las mochilas y las artesanías están colgadas pero no hay quién las compre. Es hora de almuerzo y los propietarios de los restaurantes conversan sin afán, pero preocupados, bajo una carpa. Sus negocios están cerrados hasta nueva orden.
“Nosotros pagamos arriendo, industria y comercio, luz, pero a partir de hoy (martes) están cerrados nuestros locales. Tenemos productos que pasarán de fecha y estamos con las manos abajo. ¿Qué ayuda hay para los que nos ganamos la vida a diario? ¡Es que si no trabajamos no comemos!”, comenta José Vanegas, comerciante de los estaderos del balneario Hurtado. Nada se salva: hasta la silla de Diomedes Díaz junto a Martín Elías, uno de los lugares más visitados de la ciudad, está sola.
Valledupar está en emergencia sanitaria y social. Los colegios suspendieron sus actividades presenciales, también las universidades, se limitaron a 50 personas el número máximo de aglomeración y decenas de eventos se cancelaron.
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Es una pausa obligatoria. Avenidas claves sin congestión y horas pico sin mucho ruido. 85.000 alumnos de los colegios oficiales están en casa, “no de vacaciones”, los salones de la Universidad Popular del Cesar, UPC, están vacíos: se suspendieron las clases para más de 18.000 estudiantes. Igual que las instituciones educativas privadas.
En la Iglesia católica el signo de la paz no se hará estrechando el brazo, de beso en la mejilla, ni de abrazo, sino que se realizará una venia; mientras las congregaciones protestantes cancelaron la mayoría de sus eventos. “Es una prueba a nuestra fe”, sentencia uno de los pocos creyentes que decidió salir a rezar este martes en la mañana a la iglesia la Inmaculada Concepción.
Quienes recorren las calles y puntos claves de la ciudad son los integrantes del Equipo de Reacción Inmediata contra el coronavirus, Eric. En la Terminal de Transportes de Valledupar ya se instalaron lavamanos portátiles.
Al frente de los bancos de la ciudad se repite la inusual imagen de filas de personas esperando la autorización para ingresar. En las puertas, pequeños letreros explican la situación: “Teniendo en cuenta la situación a nivel mundial con el tema del Covid – 19 donde la Presidencia de la República y el Ministerio de Salud recomendaron no reunirse en grupo de personas, se ha tomado la medida el ingreso de clientes y usuarios por grupos no mayores de 15 personas”.
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En los bancos no todos los trámites pueden ser virtuales, pero en otras empresas, como Sura, están instalando en los computadores de sus trabajadores los programas necesarios para que cumplan su horario laboral desde la casa. El cambio inicia este miércoles.
En los hospitales también se limitó el ingreso de personas: se suspendieron los servicios por consulta externa y actividades de promoción de la salud para direccionar el talento humano a los centros de salud en donde están las urgencias como apoyo directamente en lo que tiene que ver con consulta prioritaria, atención de urgencias y triaje. La idea es descongestionar los servicios de urgencias.
Mientras que por el llamado a estar en casa y la emergencia sanitaria cerraron negocios y se ralentizó la economía vallenata, en las droguerías escasean los tapabocas, el gel antibacterial, el alcohol y la vitamina C.
Llegan pero en pocos minutos se agotan, reconoció Jairo Aguilera, administrador de una droguería de la ciudad. En la calle vendedores ofertan improvisados tapabocas de todos los colores, materiales y precios. “Hay que ver oportunidades en las crisis”, reconoce un vendedor.
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A la par de las ventas de los productos de salud, también se dispararon las cadenas falsas o fake news: en redes ya han confirmado más de 15 casos positivos en Valledupar. Detrás, desde la Secretaría de Salud de Valledupar realizan reportes rutinarios desmintiendo las cadenas. “El pánico a veces hace más daño que la enfermedad”, explica un profesional.
Al igual que en la capital, en diferentes municipios del Cesar intentan evitar la propagación del virus. En Bosconia, su alcalde, Edulfo Villar, decretó la alerta amarilla siguiendo la declaratoria de emergencia sanitaria emitida por el Ministerio de Salud. Bosconia es un punto estratégico y paso obligatorio para algunos municipios en la conexión entre el interior del país y la costa Caribe. Pero en sus vías hay una relativa calma.
En El Paso también se declaró la emergencia sanitaria. De esta manera, la norma prohíbe las reuniones que excedan la participación de más de 20 personas en todo el municipio, y se ordenó el cierre de establecimientos comerciales, tales como discotecas, bares, tabernas, cantinas, galleras, entre otros. Este cierre preventivo se mantendrá hasta el próximo 31 de marzo de 2020.
En Curumaní, además de decretar la emergencia sanitaria, el alcalde Henry Chacón suspendió la atención al público presencial en la oficina de Despacho y sus dependencias. Para la atención se hicieron públicos correos y números de WhatsApp de los profesionales de las oficinas.
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En Manaure el alcalde Henry Oñate señaló que entraron en la emergencia dictada por el Gobierno Nacional por lo que además de suspender las clases y cualquier tipo de reunión con más de 30 personas, se restringió el acceso del público a las instalaciones del palacio Municipal. Por el lado de Codazzi, el alcalde Omar Benjumea fue más ‘drástico’ y prohibió hasta el funcionamiento de prostíbulos y casas de lenocinio mientras esté vigente la alerta amarilla.
Sin el primer caso de Covid-19 confirmado, en los municipios del departamento del Cesar la pandemia transformó la tradicional dinámica. Ahora lo común son vías fantasmas, colegios y universidades sin estudiantes, avenidas descongestionadas en hora pico, iglesias sin feligreses y droguerías sin tapabocas, antibacterial y alcohol.
Por: DEIVIS CARO DAZA / EL PILÓN
[email protected]
Colegios y universidades sin estudiantes, avenidas descongestionadas en hora pico, iglesias sin feligreses, y droguerías sin tapabocas, antibacterial y alcohol. Con pánico y temor, Valledupar empieza a tomar medidas para prevenir la propagación del Covid-19.
Al igual que las grandes ciudades de España, Italia y una decena de países europeos, Valledupar camina hacia la cuarentena. Sin confirmarse ningún caso de Covid-19, por las medidas de prevención en la capital del departamento hay avenidas sin congestión y negocios cerrados.
Porque en época de pandemia las costumbres cambian. Aunque algunos insistan en la normalidad, el pánico o la prevención transformaron los comportamientos de los vallenatos. En el aeropuerto Alfonso López Michelsen de Valledupar ya no concurre el ruido de familiares esperando a quienes aterrizan en la ciudad.
Lee también: Duque declara estado de emergencia y aislamiento a mayores de 70 años
Acompañadas de rejas cerradas, apenas persisten las aseadoras en su deber y funcionarios intentando mantener la calma, aunque los aeropuertos hayan sido calificados como puntos críticos para la expansión de la pandemia.
Los vuelos siguen su curso normal, pero la dinámica del aeropuerto no es la misma. “Somos una tienda nacional, en algunos casos ya dieron la orden de cerrar, otros redujeron a la mitad la jornada de trabajo”, dice la administradora de El Market Colombia, tienda de variedades del aeropuerto.
La pausa obligatoria en el López Michelsen no es un caso aislado. En el balneario Hurtado la falta de turistas y visitantes permite escuchar con claridad la corriente del río Guatapurí. Los desobedientes que fueron a bañarse no suman más de 30 personas.
Las mochilas y las artesanías están colgadas pero no hay quién las compre. Es hora de almuerzo y los propietarios de los restaurantes conversan sin afán, pero preocupados, bajo una carpa. Sus negocios están cerrados hasta nueva orden.
“Nosotros pagamos arriendo, industria y comercio, luz, pero a partir de hoy (martes) están cerrados nuestros locales. Tenemos productos que pasarán de fecha y estamos con las manos abajo. ¿Qué ayuda hay para los que nos ganamos la vida a diario? ¡Es que si no trabajamos no comemos!”, comenta José Vanegas, comerciante de los estaderos del balneario Hurtado. Nada se salva: hasta la silla de Diomedes Díaz junto a Martín Elías, uno de los lugares más visitados de la ciudad, está sola.
Valledupar está en emergencia sanitaria y social. Los colegios suspendieron sus actividades presenciales, también las universidades, se limitaron a 50 personas el número máximo de aglomeración y decenas de eventos se cancelaron.
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Es una pausa obligatoria. Avenidas claves sin congestión y horas pico sin mucho ruido. 85.000 alumnos de los colegios oficiales están en casa, “no de vacaciones”, los salones de la Universidad Popular del Cesar, UPC, están vacíos: se suspendieron las clases para más de 18.000 estudiantes. Igual que las instituciones educativas privadas.
En la Iglesia católica el signo de la paz no se hará estrechando el brazo, de beso en la mejilla, ni de abrazo, sino que se realizará una venia; mientras las congregaciones protestantes cancelaron la mayoría de sus eventos. “Es una prueba a nuestra fe”, sentencia uno de los pocos creyentes que decidió salir a rezar este martes en la mañana a la iglesia la Inmaculada Concepción.
Quienes recorren las calles y puntos claves de la ciudad son los integrantes del Equipo de Reacción Inmediata contra el coronavirus, Eric. En la Terminal de Transportes de Valledupar ya se instalaron lavamanos portátiles.
Al frente de los bancos de la ciudad se repite la inusual imagen de filas de personas esperando la autorización para ingresar. En las puertas, pequeños letreros explican la situación: “Teniendo en cuenta la situación a nivel mundial con el tema del Covid – 19 donde la Presidencia de la República y el Ministerio de Salud recomendaron no reunirse en grupo de personas, se ha tomado la medida el ingreso de clientes y usuarios por grupos no mayores de 15 personas”.
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En los bancos no todos los trámites pueden ser virtuales, pero en otras empresas, como Sura, están instalando en los computadores de sus trabajadores los programas necesarios para que cumplan su horario laboral desde la casa. El cambio inicia este miércoles.
En los hospitales también se limitó el ingreso de personas: se suspendieron los servicios por consulta externa y actividades de promoción de la salud para direccionar el talento humano a los centros de salud en donde están las urgencias como apoyo directamente en lo que tiene que ver con consulta prioritaria, atención de urgencias y triaje. La idea es descongestionar los servicios de urgencias.
Mientras que por el llamado a estar en casa y la emergencia sanitaria cerraron negocios y se ralentizó la economía vallenata, en las droguerías escasean los tapabocas, el gel antibacterial, el alcohol y la vitamina C.
Llegan pero en pocos minutos se agotan, reconoció Jairo Aguilera, administrador de una droguería de la ciudad. En la calle vendedores ofertan improvisados tapabocas de todos los colores, materiales y precios. “Hay que ver oportunidades en las crisis”, reconoce un vendedor.
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A la par de las ventas de los productos de salud, también se dispararon las cadenas falsas o fake news: en redes ya han confirmado más de 15 casos positivos en Valledupar. Detrás, desde la Secretaría de Salud de Valledupar realizan reportes rutinarios desmintiendo las cadenas. “El pánico a veces hace más daño que la enfermedad”, explica un profesional.
Al igual que en la capital, en diferentes municipios del Cesar intentan evitar la propagación del virus. En Bosconia, su alcalde, Edulfo Villar, decretó la alerta amarilla siguiendo la declaratoria de emergencia sanitaria emitida por el Ministerio de Salud. Bosconia es un punto estratégico y paso obligatorio para algunos municipios en la conexión entre el interior del país y la costa Caribe. Pero en sus vías hay una relativa calma.
En El Paso también se declaró la emergencia sanitaria. De esta manera, la norma prohíbe las reuniones que excedan la participación de más de 20 personas en todo el municipio, y se ordenó el cierre de establecimientos comerciales, tales como discotecas, bares, tabernas, cantinas, galleras, entre otros. Este cierre preventivo se mantendrá hasta el próximo 31 de marzo de 2020.
En Curumaní, además de decretar la emergencia sanitaria, el alcalde Henry Chacón suspendió la atención al público presencial en la oficina de Despacho y sus dependencias. Para la atención se hicieron públicos correos y números de WhatsApp de los profesionales de las oficinas.
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En Manaure el alcalde Henry Oñate señaló que entraron en la emergencia dictada por el Gobierno Nacional por lo que además de suspender las clases y cualquier tipo de reunión con más de 30 personas, se restringió el acceso del público a las instalaciones del palacio Municipal. Por el lado de Codazzi, el alcalde Omar Benjumea fue más ‘drástico’ y prohibió hasta el funcionamiento de prostíbulos y casas de lenocinio mientras esté vigente la alerta amarilla.
Sin el primer caso de Covid-19 confirmado, en los municipios del departamento del Cesar la pandemia transformó la tradicional dinámica. Ahora lo común son vías fantasmas, colegios y universidades sin estudiantes, avenidas descongestionadas en hora pico, iglesias sin feligreses y droguerías sin tapabocas, antibacterial y alcohol.
Por: DEIVIS CARO DAZA / EL PILÓN
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