Desde Luis XIV, pasando por Hitler, no había visto tanta arrogancia en un presidente de país alguno como la que encarna Trump, un clon de Calígula.
Desde Luis XIV, pasando por Hitler, no había visto tanta arrogancia en un presidente de país alguno como la que encarna Trump, un clon de Calígula. En el caso del primero se decía que el poder venía de Dios, ahora se dice que proviene del pueblo, lo que llaman democracia, al cual nunca le consultan una vez elegidos. La política de las amenazas y sanciones siempre ha hecho parte de la llamada democracia americana, la ley del garrote y la zanahoria, la doctrina Monroe, la América (ellos) para los americanos, pero ahora no hay zanahoria y el garrote tiene helicópteros artillados.
Ellos se reservan unilateralmente el derecho de imponer sanciones y restricciones comerciales, financieras y geopolíticas a donde les da la gana, son los policías del mundo; hace 60 años sitiaron económicamente a Cuba, un país que vivía solo de la zafra azucarera y de los cabarets, solo porque Fidel castro no quiso que Cuba les siguiera doblando la servís; Cuba era un prostíbulo de los gringos y no hay cosa que les moleste más a los gobiernos gringos que afecten la economía de sus conciudadanos cualquiera que sea el negocio; así lo hicieron con Venezuela otro país mono productor. Sus sanciones son acompañadas por la llamada comunidad internacional a la cual obligan a repetirlas.
La doctrina Monroe, cuando las sanciones económicas no funcionan, asesinan a los presidentes desobedientes tal como les ocurrió a Allende, a Gadafi presidente de Libia, y a Gamal Abdel Nassar, presidente egipcio, independiente e impulsor del panarabismo y socialismo árabe. Libia, un rico país petrolero, donde los indicadores sociales eran altos, hoy está casi desaparecida del mapa. La lista de intervencionista es muy larga. Ahora la nueva víctima podría ser Colombia porque tiene un presidente autónomo, asistido con todo el valor que representa la dignidad nacional. Ha dicho Trump que los EE. UU no necesitan de Latinoamérica, falsa autosuficiencia; eso es verborrea chovinista, es desconocer un principio de la termodinámica: “ningún sistema cerrado subsiste, todos deben ser abiertos”, y esto se aplica en todos los campos de la ciencia, incluso en la economía. Por muy poderosos que sean, no podrán vivir sin el resto del mundo. Falso, ya Canadá anunció cortarles el fluido eléctrico si persisten en su descabellada idea de la anexión.
Precisamente la apertura económica, que ellos lideraron, se basaba en este principio; sin embargo, después de llenar al mundo con tratados comerciales anodinos, sienten que han fracasado, y en su peregrinaje ideológico ahora dicen que no, que impondrán restricciones aduaneras a los productos de importación, en especial los de Latinoamérica y de la China, a Tik Tok le hicieron la guerra. Dice Trump que expulsará a todos los inmigrantes. ¿Serán capaces de repatriar a los millones de campesinos mexicanos que allá viven? Sería como pegarse un tiro en los pies; la industria maquiladora que existe en la frontera mexicana es una modalidad productiva que favorece a ambos países.
¿Por qué no expulsan a los venezolanos indocumentados? Necesitan que Maduro les venda su petróleo porque sus reservas han menguado con el fracking desesperado que han hecho para cubrir su déficit fiscal y los EE. UU. siempre están en función del negocio. Por los gravámenes a las exportaciones colombianas no hay que armar una tragedia; Colombia no es un país exportador, su balanza comercial internacional es negativa; nuestras exportaciones en 2023 ascendieron a 13.5% del PIB, correspondiendo el 4% a los EE. UU, nuestro mejor cliente; es como quitarle un pelo a un gato. Y eso poco que les vendemos lo podemos hacer en otros mercados, como el de los BRICS hacia donde los impulsos emotivos de Trump nos quieren llevar. La economía no es un juego de póker donde se puede vender la idea de que se tiene un full de ases; aquí se habla de indicadores y de hechos reales. Las amenazas al estilo Trump no son sustentables y por eso han dado el reversaso. Tenemos un presidente convicto de sus principios.
Por: Luis Napoleón de Armas P.
Desde Luis XIV, pasando por Hitler, no había visto tanta arrogancia en un presidente de país alguno como la que encarna Trump, un clon de Calígula.
Desde Luis XIV, pasando por Hitler, no había visto tanta arrogancia en un presidente de país alguno como la que encarna Trump, un clon de Calígula. En el caso del primero se decía que el poder venía de Dios, ahora se dice que proviene del pueblo, lo que llaman democracia, al cual nunca le consultan una vez elegidos. La política de las amenazas y sanciones siempre ha hecho parte de la llamada democracia americana, la ley del garrote y la zanahoria, la doctrina Monroe, la América (ellos) para los americanos, pero ahora no hay zanahoria y el garrote tiene helicópteros artillados.
Ellos se reservan unilateralmente el derecho de imponer sanciones y restricciones comerciales, financieras y geopolíticas a donde les da la gana, son los policías del mundo; hace 60 años sitiaron económicamente a Cuba, un país que vivía solo de la zafra azucarera y de los cabarets, solo porque Fidel castro no quiso que Cuba les siguiera doblando la servís; Cuba era un prostíbulo de los gringos y no hay cosa que les moleste más a los gobiernos gringos que afecten la economía de sus conciudadanos cualquiera que sea el negocio; así lo hicieron con Venezuela otro país mono productor. Sus sanciones son acompañadas por la llamada comunidad internacional a la cual obligan a repetirlas.
La doctrina Monroe, cuando las sanciones económicas no funcionan, asesinan a los presidentes desobedientes tal como les ocurrió a Allende, a Gadafi presidente de Libia, y a Gamal Abdel Nassar, presidente egipcio, independiente e impulsor del panarabismo y socialismo árabe. Libia, un rico país petrolero, donde los indicadores sociales eran altos, hoy está casi desaparecida del mapa. La lista de intervencionista es muy larga. Ahora la nueva víctima podría ser Colombia porque tiene un presidente autónomo, asistido con todo el valor que representa la dignidad nacional. Ha dicho Trump que los EE. UU no necesitan de Latinoamérica, falsa autosuficiencia; eso es verborrea chovinista, es desconocer un principio de la termodinámica: “ningún sistema cerrado subsiste, todos deben ser abiertos”, y esto se aplica en todos los campos de la ciencia, incluso en la economía. Por muy poderosos que sean, no podrán vivir sin el resto del mundo. Falso, ya Canadá anunció cortarles el fluido eléctrico si persisten en su descabellada idea de la anexión.
Precisamente la apertura económica, que ellos lideraron, se basaba en este principio; sin embargo, después de llenar al mundo con tratados comerciales anodinos, sienten que han fracasado, y en su peregrinaje ideológico ahora dicen que no, que impondrán restricciones aduaneras a los productos de importación, en especial los de Latinoamérica y de la China, a Tik Tok le hicieron la guerra. Dice Trump que expulsará a todos los inmigrantes. ¿Serán capaces de repatriar a los millones de campesinos mexicanos que allá viven? Sería como pegarse un tiro en los pies; la industria maquiladora que existe en la frontera mexicana es una modalidad productiva que favorece a ambos países.
¿Por qué no expulsan a los venezolanos indocumentados? Necesitan que Maduro les venda su petróleo porque sus reservas han menguado con el fracking desesperado que han hecho para cubrir su déficit fiscal y los EE. UU. siempre están en función del negocio. Por los gravámenes a las exportaciones colombianas no hay que armar una tragedia; Colombia no es un país exportador, su balanza comercial internacional es negativa; nuestras exportaciones en 2023 ascendieron a 13.5% del PIB, correspondiendo el 4% a los EE. UU, nuestro mejor cliente; es como quitarle un pelo a un gato. Y eso poco que les vendemos lo podemos hacer en otros mercados, como el de los BRICS hacia donde los impulsos emotivos de Trump nos quieren llevar. La economía no es un juego de póker donde se puede vender la idea de que se tiene un full de ases; aquí se habla de indicadores y de hechos reales. Las amenazas al estilo Trump no son sustentables y por eso han dado el reversaso. Tenemos un presidente convicto de sus principios.
Por: Luis Napoleón de Armas P.