Hace mucho tiempo en una pequeña comunidad llamada Las Raíces vivían toda clase de personas, uno de ellos era Esteban, o como todos le decían en el pueblo El fantasma de la casa olvidada, su única compañía era un gran perro negro que lo protegía de la mirada curiosa de los vecinos en una calle que parecía ocultar un secreto.
Hace mucho tiempo en una pequeña comunidad llamada Las Raíces vivían toda clase de personas, uno de ellos era Esteban, o como todos le decían en el pueblo El fantasma de la casa olvidada, su única compañía era un gran perro negro que lo protegía de la mirada curiosa de los vecinos en una calle que parecía ocultar un secreto.
La costumbre de los pobladores era reunirse a las primeras horas de la noche en una casa diferente para tratar los temas más importantes y darles soluciones pacíficas. Esa noche Mientras algunos le temían a Esteban, otros se preocupaban por su soledad.
_ ¿Tendrá enemigos? _ Preguntaban unos
_ ¿Cómo se alimentará ese pobre hombre _ Decían otros
Entonces con grandes precauciones un vecino bajó la voz para contar la historia del desconocido que tanto inquietaba a los provincianos. Les diré lo que sucede con Esteban.
Una tarde de agosto me encontraba jugando futbol con mi hijo en el patio, el balón cayó justo en su patio, mi hijo se asustó mucho y en ese momento el tiempo se detuvo, pero me llené de valor y decidí rescatar nuestro juguete, entré sin permiso y vi maravillado a un ser de apariencia fantástica mirando desde la ventana de lo que parecía una habitación, creo que ni siquiera había notado mi figura, quise salir despacio pero tropecé con unas botellas de plástico, mi mayor miedo era que el espectro acabara con mi vida, pero no fue así, sonrió con dulzura y en medio de mi asombro, su gesto amable me indicó seguir hasta el comedor. Después de compartir un café relató la historia que lo convirtió en el misterio del pueblo.
Él ayudaba a sus padres con los deberes de la casa, tenía un hermano menor con el que compartía las labores del hogar, después de realizar el trabajo jugaban hasta que el sol daba paso a la luna, La madre de ambos les ordenaba con voz tierna que dejaran el desorden y durmieran, ellos decidieron ignorarla y seguir actuando como si nada, con tan mala suerte que una fuerza arrastró a su hermano menor al descanso eterno.
Desde ese día la culpa lo obligó a encerrarse y a borrar de su memoria la existencia del mundo.
Autor: Carlos Javier Iguarán – I. E. Río Seco
Hace mucho tiempo en una pequeña comunidad llamada Las Raíces vivían toda clase de personas, uno de ellos era Esteban, o como todos le decían en el pueblo El fantasma de la casa olvidada, su única compañía era un gran perro negro que lo protegía de la mirada curiosa de los vecinos en una calle que parecía ocultar un secreto.
Hace mucho tiempo en una pequeña comunidad llamada Las Raíces vivían toda clase de personas, uno de ellos era Esteban, o como todos le decían en el pueblo El fantasma de la casa olvidada, su única compañía era un gran perro negro que lo protegía de la mirada curiosa de los vecinos en una calle que parecía ocultar un secreto.
La costumbre de los pobladores era reunirse a las primeras horas de la noche en una casa diferente para tratar los temas más importantes y darles soluciones pacíficas. Esa noche Mientras algunos le temían a Esteban, otros se preocupaban por su soledad.
_ ¿Tendrá enemigos? _ Preguntaban unos
_ ¿Cómo se alimentará ese pobre hombre _ Decían otros
Entonces con grandes precauciones un vecino bajó la voz para contar la historia del desconocido que tanto inquietaba a los provincianos. Les diré lo que sucede con Esteban.
Una tarde de agosto me encontraba jugando futbol con mi hijo en el patio, el balón cayó justo en su patio, mi hijo se asustó mucho y en ese momento el tiempo se detuvo, pero me llené de valor y decidí rescatar nuestro juguete, entré sin permiso y vi maravillado a un ser de apariencia fantástica mirando desde la ventana de lo que parecía una habitación, creo que ni siquiera había notado mi figura, quise salir despacio pero tropecé con unas botellas de plástico, mi mayor miedo era que el espectro acabara con mi vida, pero no fue así, sonrió con dulzura y en medio de mi asombro, su gesto amable me indicó seguir hasta el comedor. Después de compartir un café relató la historia que lo convirtió en el misterio del pueblo.
Él ayudaba a sus padres con los deberes de la casa, tenía un hermano menor con el que compartía las labores del hogar, después de realizar el trabajo jugaban hasta que el sol daba paso a la luna, La madre de ambos les ordenaba con voz tierna que dejaran el desorden y durmieran, ellos decidieron ignorarla y seguir actuando como si nada, con tan mala suerte que una fuerza arrastró a su hermano menor al descanso eterno.
Desde ese día la culpa lo obligó a encerrarse y a borrar de su memoria la existencia del mundo.
Autor: Carlos Javier Iguarán – I. E. Río Seco