Sobre el proceso de la vacunación contra el covid-19 se ha comentado mucho. El Gobierno dice que iniciamos el 20/02/2021 y que este año (300 días), 35 millones de personas recibirán sus dosis sin especificar cuántos con la dosis única y cuántos con la doble. Descontando a niños y jóvenes no sujetos de la vacuna y a quiénes ya sufrieron la enfermedad, esta cifra podría ser el total de la población objetivo.

Esto equivale a decir que cada día se aplicarían 116.700 vacunas, con un equipo de 7.000 personas a razón de 17 vacunas por operario, que se ve viable, a pesar de que cada paciente debe ser observado, al menos media hora, para chequear posibles efectos secundarios. A esto hay que agregarle que, según encuesta del DANE, el 42.3 % de las personas no se vacunaría por no confiar en ella.

Pero esto no es soplar y hacer botellas. El semanario británico The Economist calculó el itinerario de vacunación por el nivel de ingresos de cada país. Colombia, como Brasil y Rusia, cae en la categoría de ingreso mediano alto y, acorde con la revista, terminaría su proceso en junio de 2022. Hay que darle cabida a la opinión de otros expertos extra gobierno.

Sabemos que una vacuna es un fármaco preventivo con un interés comercial. Claudia Vaca, fármaco-epidemióloga de la Universidad Nacional, nos da algunos tics a considerar: al ritmo que vamos, América Latina logrará vacunar el 80 % de su población en 2026, cuando se alcanzará la inmunidad de rebaño al costo de miles de vidas. Aún no se sabe si la vacuna puede evitar la transmisión del virus. En febrero solo nos llegarán 850.000 vacunas. Las metas del gobierno son muy optimistas pues ni el Reino Unido, con el sistema de salud más eficaz del mundo occidental, las tiene así. Las farmacéuticas no tienen capacidad para atender la demanda de las tres vacunas aprobadas para occidente.

La geopolítica interfiere en las decisiones del Gobierno para negociar; las de Rusia, China y Cuba no fueron consideradas. Si las vacunas no llegan a tiempo, el virus podrá tener modificaciones. Covax no hace nada por liberar el monopolio de las patentes para romper el cuello de botella. Hay poca transparencia en los acuerdos bilaterales para fijar precios y plazos de entrega.

Por su parte, Ana Carolina Corcho, vicepresidenta de la Federación Médica Colombiana, también tiene sus observaciones: la gobernanza planetaria fracasó con esta pandemia. El gobierno colombiano, en la Organización Mundial del Comercio, votó en contra de que las vacunas las produjeran los laboratorios nacionales. El manejo de la pandemia, por parte del  presidente, ha sido sectario, no actúa como jefe de Estado sino como partido de gobierno. No se reúne con las gentes de alto nivel en salud sino con los que le aplauden sus decisiones. Lo ideal es crear un ejército sanitario de 20.000 personas que vale un billón de pesos. El proceso de vacunación no debe estar en manos de las EPS que han engavetado 70.000 pruebas PCR, sino del Instituto Nacional de Salud que tiene capacidad para hacer 55.000 pruebas diarias. El 54 % de las vacunas lo acapara el 14 % de la población. Patarroyo dice que el efecto inmunológico de la vacuna es de pocos días. ¿Entendieron el vademécum del itinerario? Sálvese quien pueda.