Según el Digital News Report del Instituto Reuters, Facebook, WhatsApp, YouTube e Instagram son las plataformas más usadas que TikTok en Colombia, pero esta es la única cuyo uso viene creciendo en el país y la que crece con más velocidad en el mundo. En la tendencia marcada por el ritmo de los algoritmos, los colombianos tenemos una tarea dispendiosa, en vez de juiciosa, en aras de captar las propuestas de los 75 precandidatos que, en simultánea, ensayan convertirse en tiktokers.
Los votantes también juzgan a los candidatos por sus características personales, siendo relevantes la experiencia, la honestidad, la moralidad, la compasión, la competencia y la capacidad de liderazgo. Además de cómo ven a los candidatos en los temas, los votantes se forman imágenes de las cualidades y habilidades personales de los candidatos, y estas percepciones son influencias importantes en el voto.
Entre las características del candidato, un aspecto importante del carácter personal es la honestidad y confiabilidad percibidas, lo que podría denominarse una dimensión de integridad. Otra dimensión importante, que podría denominarse competencia, involucra la experiencia y el conocimiento de los candidatos; en particular, es poco probable que los votantes voten por alguien que sientan que carece de la experiencia y la capacidad para manejar el trabajo de presidente. Una tercera dimensión importante involucra la capacidad de liderazgo de los candidatos.
Aquellos que son percibidos como líderes fuertes e inspiradores tienen muchas más probabilidades de ser preferidos por los votantes. Finalmente, existe una dimensión de compasión: los votantes favorecen a los candidatos que ven como preocupados y afectuosos. Estas cuatro dimensiones de rasgos personales pueden variar en su importancia; tal vez una o más de ellas tendrán poco efecto en una elección determinada.
El ejercicio juicioso para decidir el voto presidencial en Colombia no pasa por el análisis de la personalidad, rasgos de los candidatos y las dimensiones anteriores; esas pretensiones son desplazadas por la posición ideológica o por el buen uso del voto para evitar la elección de alguien indeseable.
El votante también participa en el proceso de restauración de la confianza pública, trazando algunas cuestiones prácticas difíciles. Por ejemplo, el rol de los medios de comunicación, los cuales registran signos de desconfianza. ¿Sería saludable volver a creer todo lo que se lee o se oye? No cuando hay plataformas nuevas con poca regulación en las que no confiaría ni para decir la hora, y las falsificaciones de inteligencia artificial se están volviendo tan sofisticadas.
Confiar menos en los medios es lógico, quizás incluso necesario, dadas las circunstancias. Sin embargo, el escepticismo racional puede derivar con demasiada rapidez en una sospecha generalizada de todo y de todos, justificada o no. Ninguna sociedad puede funcionar así. Los medios de comunicación y los líderes de opinión tienen el deber de ayudar a combatir la desinformación; no obstante, conviven con la era de la desinformación o la posverdad.
El panorama electoral de Colombia cohabita con la irrupción de populistas, tecnócratas y desconocidos; asimismo, con la polarización y con el voto como poder sustancial de la democracia. Urge que el elector valore su pensamiento crítico, para coadyuvar en la reconstrucción de la vida social y política con dignidad.
Por Luis Elquis Díaz.
@LuchoDiaz12












