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Columnista - 25 enero, 2021

El edicto de Afinia

Busca uno dentro del tráfago de malas noticias una, siquiera una, que aliente, que produzca complacencia, que se salga de las líneas de este trágico libreto que hoy llevamos a cuestas pero todo negativo. No sabemos a ciencia cierta nada sobre las vacunas,  que nos tocó en suerte,  y sobre todo para cuándo es el […]

Busca uno dentro del tráfago de malas noticias una, siquiera una, que aliente, que produzca complacencia, que se salga de las líneas de este trágico libreto que hoy llevamos a cuestas pero todo negativo. No sabemos a ciencia cierta nada sobre las vacunas,  que nos tocó en suerte,  y sobre todo para cuándo es el asunto. Pero bueno, eso no es lo que quiero tratar cómo tema principal, porque de  lo que se trata es de que aparentemente no hay noticias buenas.

Pero sí, y casi no la leo aunque ocupe toda una página de este diario, entre otras cosas porque la ubicaron en la página de “Edictos”, y de la misma forma, es decir, en  letra menuda,  confusa, pues de eso se trata para que no los lea nadie, pasa uno por encima. Pues bien, en Edictos salió un título: ‘Afinia está cambiando la energía de una parte del Caribe’, rimbombante sin ninguna duda, pero cuyo contenido es una síntesis seria de lo que esa empresa busca para mejorar el servicio a más de 6 millones de personas, un mercado  de los más importantes de este país. Recordemos que Afinia se hizo cargo de los departamentos de Bolívar, Sucre, Córdoba, Cesar y once municipios del Magdalena.

En lo personal he sido admirador del Grupo EPM, a pesar de Hidroituango y otros corto circuitos,  y tiendo a creer lo que dicen y  ahora registro complacido la mejora en el servicio de suministro eléctrico  que ha permanecido muy estable y que entiendo como parte integral  de sus ejecutorias. El paso inicial era ese y lo han dado bien. Haberse salido de lo que venía es de por sí un  logro admirable, el camino que llevábamos era el del colapso.

Creo que en lo que resta de 2021 se materializarán las acciones que permitan optimizar la prestación de tan esencial servicio y que ello redunde en el bienestar general y que  ello constituya un aliciente en este mar de pesimismo que navegamos.

Creamos cuando dicen estos paisas que llegaron para quedarse y hacer parte de la región Caribe. Nosotros no pudimos y convertimos empresas prósperas en fortines burocráticos y de corrupción. ¿Cómo fue que eso pasó? Me lo trato de explicar tomando como ejemplo un caso que conozco de primera mano y que de seguro es muy similar a lo que ocurrió en otras partes. La Empresa de Energía Eléctrica de Sincelejo S.A prestaba un buen servicio no solo a la ciudad sede sino a Corozal, Sampués y  otros municipios, su futuro era  esperanzador y entonces la transformaron en Electro Sucre, empresa a la que marchitaron en un festín corrupto,  para darle paso a la funesta Electricaribe, entidad  podrida, mal manejada, un desastre. 

En Medellín siguieron la ruta  correcta,  no se dejaron nacionalizar, crecieron porque se podía, se convirtieron en un grupo empresarial progresista  que hoy nos tiende una cuerda al fondo del hueco a ver si logramos salir de él.

Ojalá las próximas y alentadoras informaciones no sean publicadas cómo edictos, creo que valdría la pena hasta una separata o algo parecido.

Columnista
25 enero, 2021

El edicto de Afinia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jaime García Chadid.

Busca uno dentro del tráfago de malas noticias una, siquiera una, que aliente, que produzca complacencia, que se salga de las líneas de este trágico libreto que hoy llevamos a cuestas pero todo negativo. No sabemos a ciencia cierta nada sobre las vacunas,  que nos tocó en suerte,  y sobre todo para cuándo es el […]


Busca uno dentro del tráfago de malas noticias una, siquiera una, que aliente, que produzca complacencia, que se salga de las líneas de este trágico libreto que hoy llevamos a cuestas pero todo negativo. No sabemos a ciencia cierta nada sobre las vacunas,  que nos tocó en suerte,  y sobre todo para cuándo es el asunto. Pero bueno, eso no es lo que quiero tratar cómo tema principal, porque de  lo que se trata es de que aparentemente no hay noticias buenas.

Pero sí, y casi no la leo aunque ocupe toda una página de este diario, entre otras cosas porque la ubicaron en la página de “Edictos”, y de la misma forma, es decir, en  letra menuda,  confusa, pues de eso se trata para que no los lea nadie, pasa uno por encima. Pues bien, en Edictos salió un título: ‘Afinia está cambiando la energía de una parte del Caribe’, rimbombante sin ninguna duda, pero cuyo contenido es una síntesis seria de lo que esa empresa busca para mejorar el servicio a más de 6 millones de personas, un mercado  de los más importantes de este país. Recordemos que Afinia se hizo cargo de los departamentos de Bolívar, Sucre, Córdoba, Cesar y once municipios del Magdalena.

En lo personal he sido admirador del Grupo EPM, a pesar de Hidroituango y otros corto circuitos,  y tiendo a creer lo que dicen y  ahora registro complacido la mejora en el servicio de suministro eléctrico  que ha permanecido muy estable y que entiendo como parte integral  de sus ejecutorias. El paso inicial era ese y lo han dado bien. Haberse salido de lo que venía es de por sí un  logro admirable, el camino que llevábamos era el del colapso.

Creo que en lo que resta de 2021 se materializarán las acciones que permitan optimizar la prestación de tan esencial servicio y que ello redunde en el bienestar general y que  ello constituya un aliciente en este mar de pesimismo que navegamos.

Creamos cuando dicen estos paisas que llegaron para quedarse y hacer parte de la región Caribe. Nosotros no pudimos y convertimos empresas prósperas en fortines burocráticos y de corrupción. ¿Cómo fue que eso pasó? Me lo trato de explicar tomando como ejemplo un caso que conozco de primera mano y que de seguro es muy similar a lo que ocurrió en otras partes. La Empresa de Energía Eléctrica de Sincelejo S.A prestaba un buen servicio no solo a la ciudad sede sino a Corozal, Sampués y  otros municipios, su futuro era  esperanzador y entonces la transformaron en Electro Sucre, empresa a la que marchitaron en un festín corrupto,  para darle paso a la funesta Electricaribe, entidad  podrida, mal manejada, un desastre. 

En Medellín siguieron la ruta  correcta,  no se dejaron nacionalizar, crecieron porque se podía, se convirtieron en un grupo empresarial progresista  que hoy nos tiende una cuerda al fondo del hueco a ver si logramos salir de él.

Ojalá las próximas y alentadoras informaciones no sean publicadas cómo edictos, creo que valdría la pena hasta una separata o algo parecido.