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Cultura - 15 septiembre, 2023

El Cuento de Pedro: ‘El rey de los bajos’

Desde los siete años de edad Miguel se inspiró en la música. Comenzó a tocar la caja, pero más adelante se dio cuenta que no era lo suyo.

Miguel López Gutiérrez escribió con letras de oro su historia en el vallenato.

FOTO: CORTESÍA.
Miguel López Gutiérrez escribió con letras de oro su historia en el vallenato. FOTO: CORTESÍA.

Cuando niño frecuentaba aquella linda población del Cesar que permanentemente inspira alegría por cuanto allí la música vernácula desde hace varias décadas tomó asiento, extendiendo profundas raíces en los aposentos más ilustres de la comarca, forjando un ritmo musical reconocido por quienes deleitamos la música, dando paso a la dinastía de los López.

Lee también: ¿Por qué le decían a Miguel López el Rey Vallenato mudo? Jorge Oñate tuvo que ver

En aquella época sentado en la piedra de una esquina escuchaba de los hermanos Luis Gregorio y Clemente Calderón (Fundadores de La Banda de La Paz) quienes en plácidos taburetes acostados a una pared tertuleaban todas las tardes con mi tía Clara y a la vez contaban anécdotas de mitos y juglarías de historias reales vividas que permanecen perennes en la memoria y tradición oral de los pueblos.

SUS INICIOS

Desde los siete años de edad Miguel se inspiró en la música. Comenzó a tocar la caja, pero más adelante se dio cuenta que no era lo suyo, decidió realizar un cambio de instrumento con su hermano Pablo, quien ya ejecutaba el acordeón quedándose este último como cajero de la agrupación y quien el destino marcó lo que iba a ser, el rey de la caja y Miguel el rey del acordeón.

Remembranzas escuchadas a viva voz de los hermanos Calderón, quienes reinaron por muchos años, siendo pioneros en la música de viento de la comarca, su cantante Manito Johnson fue el primer cantante de la agrupación vallenata de Miguel y Pablo Agustín López Gutiérrez. 

SU RELACIÓN CON JORGE OÑATE

Jorge Oñate desde temprana edad se inclinó por la música, Miguel le enseñó a tocar la guacharaca, pero al demostrar sus dotes como cantante lo incursionó en el canto, los vallenatos no olvidaremos aquella tarde en el estadio Chemesquemena, donde Oñate por primera vez en tarima partió la historia del vallenato en dos.

Miguel López se convirtió en especie de un cazatalentos dándole oportunidad a los jóvenes que querían incursionar en el campo musical. Diomedes Díaz, a quien le gustaba versear y asiduo seguidor de los López, buscaba aposentos en La Paz, en casa de Miguel, con él permanecía por períodos de un mes recorriendo bajo su manto municipios donde Miguel era contratado.

LA DINASTÍA LÓPEZ

Dinastía que cobra antigüedad con la aparición en el escenario musical de la figura de su abuelo Juan Bautista (Juancito) López Molina y continuó con Pablo Rafael López Gutiérrez, padre de Miguel López Gutiérrez, quien con destreza ejecutaba el acordeón trayéndole alegría a aquellos pobladores aldeanos que solo conocían un ritmo instrumental diferente, el sonido de tambores traídos a América por negros africanos el cual se complementó con facilidad con el acordeón.

No dejes de leer: ¿Los bajos de Miguel López o los ‘vajodé’ Miguel López?

Miguel López junto con  su hermano Pablo fueron pioneros de una dinastía por cuanto el conocimiento y la destreza para interpretar los ritmos vallenatos con el acordeón fue transmitida de padres a hijos no en vano tenemos al maestro del acordeón Álvaro López, quien en tarima ha escenificado ser un talentoso acordeonero  (Rey de Reyes del vallenato) al igual que Román, primer acordeonero del cantautor Silvestre Dangond y quien realizó importantes aportes para que dicha agrupación incursionase con pie derecho dentro del ámbito artístico, sin olvidar a Edelberto López (El Debe), quien al lado del connotado Diomedes Díaz jalonó con su acordeón al naciente artista entregándolo en la cúspide del éxito.

LA CORONA DEL REY

En 1972 Miguel y Pablo participaron en la quinta versión del festival vallenato, en busca de la ya renombrada corona, para lograrlo incursionaron por primera vez en tarima acompañado con la voz de Jorge Oñate, en ese entonces unos criticaron otros aplaudieron y en definitiva se rompió un hito en que el acordeonero a partir de allí solo debía concentrarse con destreza y talento en ejecutar los teclados de aquel aparato rojo y negro sacándoles tonos y ritmos a punta de bajos. 

Desde allí junto al ruiseñor del Cesar fundaron uno de los conjuntos de mayor renombre en el ámbito vallenato. ‘Los Hermanos López’.

Te puede interesar: Se fue un padre musical: el vallenato lamenta la muerte de Miguel López

Desde la aparición de Jorge Oñate en el canto, la historia del vallenato se divide en dos, un antes y un después, para significar que antes el acordeonero tocaba e interpretaba sus cantos, desde ese momento la Fundación Festival Vallenato acepta reglamentariamente esa figura. Desde allí Miguel López adquiere el remoquete de “Rey Mudo” y reconocido mundialmente como ‘El rey de los bajos’ por su excelente forma de utilizarlos en la ejecución de los cuatro aires convirtiéndose en uno de los precursores de este majestuoso folclor, logrando con su talento y maestría el sitial de honor que ocupó hasta sus últimos días.  Paz en su tumba.

Por: PEDRO NORBERTO CASTRO ARAUJO.

Cultura
15 septiembre, 2023

El Cuento de Pedro: ‘El rey de los bajos’

Desde los siete años de edad Miguel se inspiró en la música. Comenzó a tocar la caja, pero más adelante se dio cuenta que no era lo suyo.


Miguel López Gutiérrez escribió con letras de oro su historia en el vallenato.

FOTO: CORTESÍA.
Miguel López Gutiérrez escribió con letras de oro su historia en el vallenato. FOTO: CORTESÍA.

Cuando niño frecuentaba aquella linda población del Cesar que permanentemente inspira alegría por cuanto allí la música vernácula desde hace varias décadas tomó asiento, extendiendo profundas raíces en los aposentos más ilustres de la comarca, forjando un ritmo musical reconocido por quienes deleitamos la música, dando paso a la dinastía de los López.

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En aquella época sentado en la piedra de una esquina escuchaba de los hermanos Luis Gregorio y Clemente Calderón (Fundadores de La Banda de La Paz) quienes en plácidos taburetes acostados a una pared tertuleaban todas las tardes con mi tía Clara y a la vez contaban anécdotas de mitos y juglarías de historias reales vividas que permanecen perennes en la memoria y tradición oral de los pueblos.

SUS INICIOS

Desde los siete años de edad Miguel se inspiró en la música. Comenzó a tocar la caja, pero más adelante se dio cuenta que no era lo suyo, decidió realizar un cambio de instrumento con su hermano Pablo, quien ya ejecutaba el acordeón quedándose este último como cajero de la agrupación y quien el destino marcó lo que iba a ser, el rey de la caja y Miguel el rey del acordeón.

Remembranzas escuchadas a viva voz de los hermanos Calderón, quienes reinaron por muchos años, siendo pioneros en la música de viento de la comarca, su cantante Manito Johnson fue el primer cantante de la agrupación vallenata de Miguel y Pablo Agustín López Gutiérrez. 

SU RELACIÓN CON JORGE OÑATE

Jorge Oñate desde temprana edad se inclinó por la música, Miguel le enseñó a tocar la guacharaca, pero al demostrar sus dotes como cantante lo incursionó en el canto, los vallenatos no olvidaremos aquella tarde en el estadio Chemesquemena, donde Oñate por primera vez en tarima partió la historia del vallenato en dos.

Miguel López se convirtió en especie de un cazatalentos dándole oportunidad a los jóvenes que querían incursionar en el campo musical. Diomedes Díaz, a quien le gustaba versear y asiduo seguidor de los López, buscaba aposentos en La Paz, en casa de Miguel, con él permanecía por períodos de un mes recorriendo bajo su manto municipios donde Miguel era contratado.

LA DINASTÍA LÓPEZ

Dinastía que cobra antigüedad con la aparición en el escenario musical de la figura de su abuelo Juan Bautista (Juancito) López Molina y continuó con Pablo Rafael López Gutiérrez, padre de Miguel López Gutiérrez, quien con destreza ejecutaba el acordeón trayéndole alegría a aquellos pobladores aldeanos que solo conocían un ritmo instrumental diferente, el sonido de tambores traídos a América por negros africanos el cual se complementó con facilidad con el acordeón.

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Miguel López junto con  su hermano Pablo fueron pioneros de una dinastía por cuanto el conocimiento y la destreza para interpretar los ritmos vallenatos con el acordeón fue transmitida de padres a hijos no en vano tenemos al maestro del acordeón Álvaro López, quien en tarima ha escenificado ser un talentoso acordeonero  (Rey de Reyes del vallenato) al igual que Román, primer acordeonero del cantautor Silvestre Dangond y quien realizó importantes aportes para que dicha agrupación incursionase con pie derecho dentro del ámbito artístico, sin olvidar a Edelberto López (El Debe), quien al lado del connotado Diomedes Díaz jalonó con su acordeón al naciente artista entregándolo en la cúspide del éxito.

LA CORONA DEL REY

En 1972 Miguel y Pablo participaron en la quinta versión del festival vallenato, en busca de la ya renombrada corona, para lograrlo incursionaron por primera vez en tarima acompañado con la voz de Jorge Oñate, en ese entonces unos criticaron otros aplaudieron y en definitiva se rompió un hito en que el acordeonero a partir de allí solo debía concentrarse con destreza y talento en ejecutar los teclados de aquel aparato rojo y negro sacándoles tonos y ritmos a punta de bajos. 

Desde allí junto al ruiseñor del Cesar fundaron uno de los conjuntos de mayor renombre en el ámbito vallenato. ‘Los Hermanos López’.

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Desde la aparición de Jorge Oñate en el canto, la historia del vallenato se divide en dos, un antes y un después, para significar que antes el acordeonero tocaba e interpretaba sus cantos, desde ese momento la Fundación Festival Vallenato acepta reglamentariamente esa figura. Desde allí Miguel López adquiere el remoquete de “Rey Mudo” y reconocido mundialmente como ‘El rey de los bajos’ por su excelente forma de utilizarlos en la ejecución de los cuatro aires convirtiéndose en uno de los precursores de este majestuoso folclor, logrando con su talento y maestría el sitial de honor que ocupó hasta sus últimos días.  Paz en su tumba.

Por: PEDRO NORBERTO CASTRO ARAUJO.