Se presenta el asombro cuando observamos algo distinto a lo acostumbrado, como un fenómeno natural, alguna aptitud contraria en una persona u objeto que capta poderosamente la atención y nos lleva a una serie de misterios y a reflexiones sobre orígenes y emociones producidas; cuando se da, nos sentimos maravillados o decepcionados. La política es […]
Se presenta el asombro cuando observamos algo distinto a lo acostumbrado, como un fenómeno natural, alguna aptitud contraria en una persona u objeto que capta poderosamente la atención y nos lleva a una serie de misterios y a reflexiones sobre orígenes y emociones producidas; cuando se da, nos sentimos maravillados o decepcionados.
La política es un escenario en que se presenta mucho dicha situación. No cabe sentir indiferencia frente al espectáculo que protagonizan quienes cambian de partido, ideología, posición o discurso cuando llegan tiempos electorales.
El asombro en política está ligado intrínsecamente al funcionamiento de los sistemas políticos y a la interacción entre agentes políticos y ciudadanos.
La rapidez con que avanza el modernismo y con el acceso a una gran cantidad de información y tecnología que antes no existía, nos han creado una especie de ‘shock’ futurista con una disminución en el asombro, ya que muchas cosas que antes eran consideradas misteriosas ahora pueden ser explicadas tan fácilmente que, simplemente se han vuelto comunes.
Los que predican y practican la política de beneficio social jamás nos causarán asombro en sus actuaciones, pero si llegaran a desvariar su aptitud en forma negativa, frente al espectáculo que protagonizan cuando cambian de partido, ideología, posición o discurso para llegar a sus electores o lograr un beneficio personal no habiendo ningún tipo de argumentación sobre su nueva postura, ante algo incoherente o medianamente coherente, que motive a utilizar cuestionamientos, entonces, la sorpresa haría su aparición.
De tanto asombro y asombro he empezado a comprender al mundo y lo que es la politiquería, en donde a ésta, casi nada le sorprende, ni le preocupa, pues el engaño le ayuda a manejar sus trampas maléficas y así termina haciendo pactos con cualquiera y en esta forma ya no tiene la mínima intención de pisotear a sus seguidores, ya que la nueva técnica es burlarse de ellos.
Este fenómeno puede tener importantes repercusiones en la percepción pública, la estabilidad política de las regiones y la participación ciudadana, que hoy en día, sin sentimientos de sorpresa alguna, parecen aceptar las actuaciones de sus líderes obligados por el poder dominante de las dádivas recibidas para calmar el hambre de un día.
En resumen, el asombro y la sorpresa son fenómenos comunes en la política. Por ejemplo, hoy en día nos decepcionamos cuando algún dirigente político acostumbrado a hacer las cosas bien, como respetar la ética de procedimientos de su partido o movimiento, termina entregando sus ideas a otros movimientos a cambios de prebendas que permitan a un gobierno en particular lograr un objetivo determinado, sacrificando el pensamiento universal de una comunidad por imposiciones contrarias a la ley formulada y lograda por las mayorías. Esto nos asombra, pero no nos sorprende pues ya estamos acostumbrados a ver estas actuaciones en la clase política de los seudo líderes acostumbrados a manipular nuestras emociones y sentimientos.
Los eventos políticos inesperados, como las crisis nacionales o internacionales, los escándalos de corrupción, la prepotencia, la indiferencia, la falta de sentido de pertenencia social, también pueden provocar reacciones de asombro.
Cuando los eventos políticos son percibidos como sorprendentes o inesperados, pueden despertar el interés público y motivar a los ciudadanos a participar en el debate político, votar en elecciones o unirse a movimientos sociales.
La pérdida del asombro, establece un nuevo modo de vivir enteramente superficial, perdiéndose la creatividad y la elaboración de patrones que pudieran dar a la comunidad más y mejores oportunidades para trazar incluso el propio futuro.
El asombro en la clase política cuando es contrario al pensamiento social trae la anarquía, dura poco, pero hiere mucho cuando se pisotea la justicia y los intereses universales, y la solución es deponer a los anarquistas considerándoles en una nueva silla vacía.
El asombro como misterio, simula a Dios, goza del don de la ubicuidad, ¡está en todas partes! Pero, lo que más me asombra constantemente es la sencillez en las personas y la lealtad de una mascota que, bajo cualquier reprimenda, siempre menea su cola en son de agradecimiento.
Fausto Cotes N.
Se presenta el asombro cuando observamos algo distinto a lo acostumbrado, como un fenómeno natural, alguna aptitud contraria en una persona u objeto que capta poderosamente la atención y nos lleva a una serie de misterios y a reflexiones sobre orígenes y emociones producidas; cuando se da, nos sentimos maravillados o decepcionados. La política es […]
Se presenta el asombro cuando observamos algo distinto a lo acostumbrado, como un fenómeno natural, alguna aptitud contraria en una persona u objeto que capta poderosamente la atención y nos lleva a una serie de misterios y a reflexiones sobre orígenes y emociones producidas; cuando se da, nos sentimos maravillados o decepcionados.
La política es un escenario en que se presenta mucho dicha situación. No cabe sentir indiferencia frente al espectáculo que protagonizan quienes cambian de partido, ideología, posición o discurso cuando llegan tiempos electorales.
El asombro en política está ligado intrínsecamente al funcionamiento de los sistemas políticos y a la interacción entre agentes políticos y ciudadanos.
La rapidez con que avanza el modernismo y con el acceso a una gran cantidad de información y tecnología que antes no existía, nos han creado una especie de ‘shock’ futurista con una disminución en el asombro, ya que muchas cosas que antes eran consideradas misteriosas ahora pueden ser explicadas tan fácilmente que, simplemente se han vuelto comunes.
Los que predican y practican la política de beneficio social jamás nos causarán asombro en sus actuaciones, pero si llegaran a desvariar su aptitud en forma negativa, frente al espectáculo que protagonizan cuando cambian de partido, ideología, posición o discurso para llegar a sus electores o lograr un beneficio personal no habiendo ningún tipo de argumentación sobre su nueva postura, ante algo incoherente o medianamente coherente, que motive a utilizar cuestionamientos, entonces, la sorpresa haría su aparición.
De tanto asombro y asombro he empezado a comprender al mundo y lo que es la politiquería, en donde a ésta, casi nada le sorprende, ni le preocupa, pues el engaño le ayuda a manejar sus trampas maléficas y así termina haciendo pactos con cualquiera y en esta forma ya no tiene la mínima intención de pisotear a sus seguidores, ya que la nueva técnica es burlarse de ellos.
Este fenómeno puede tener importantes repercusiones en la percepción pública, la estabilidad política de las regiones y la participación ciudadana, que hoy en día, sin sentimientos de sorpresa alguna, parecen aceptar las actuaciones de sus líderes obligados por el poder dominante de las dádivas recibidas para calmar el hambre de un día.
En resumen, el asombro y la sorpresa son fenómenos comunes en la política. Por ejemplo, hoy en día nos decepcionamos cuando algún dirigente político acostumbrado a hacer las cosas bien, como respetar la ética de procedimientos de su partido o movimiento, termina entregando sus ideas a otros movimientos a cambios de prebendas que permitan a un gobierno en particular lograr un objetivo determinado, sacrificando el pensamiento universal de una comunidad por imposiciones contrarias a la ley formulada y lograda por las mayorías. Esto nos asombra, pero no nos sorprende pues ya estamos acostumbrados a ver estas actuaciones en la clase política de los seudo líderes acostumbrados a manipular nuestras emociones y sentimientos.
Los eventos políticos inesperados, como las crisis nacionales o internacionales, los escándalos de corrupción, la prepotencia, la indiferencia, la falta de sentido de pertenencia social, también pueden provocar reacciones de asombro.
Cuando los eventos políticos son percibidos como sorprendentes o inesperados, pueden despertar el interés público y motivar a los ciudadanos a participar en el debate político, votar en elecciones o unirse a movimientos sociales.
La pérdida del asombro, establece un nuevo modo de vivir enteramente superficial, perdiéndose la creatividad y la elaboración de patrones que pudieran dar a la comunidad más y mejores oportunidades para trazar incluso el propio futuro.
El asombro en la clase política cuando es contrario al pensamiento social trae la anarquía, dura poco, pero hiere mucho cuando se pisotea la justicia y los intereses universales, y la solución es deponer a los anarquistas considerándoles en una nueva silla vacía.
El asombro como misterio, simula a Dios, goza del don de la ubicuidad, ¡está en todas partes! Pero, lo que más me asombra constantemente es la sencillez en las personas y la lealtad de una mascota que, bajo cualquier reprimenda, siempre menea su cola en son de agradecimiento.
Fausto Cotes N.