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Sin categoría - 30 septiembre, 2024

El amor es un cultivo… Valledupar es amor

El insigne compositor Rosendo Romero Ospino, gran amigo y defensor de la paz, es el compositor de la emblemática canción ‘El amor es un cultivo’.

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El insigne compositor Rosendo Romero Ospino, gran amigo y defensor de la paz, es el compositor de la emblemática canción ‘El amor es un cultivo’.

En sus apartes nos regala la verdad del amor de una manera sublime: “Y así es mejor porque el amor se tiene poco a poco, me quieres tú, te quiero yo, y el sentimiento es pronto. 

Por eso el cielo de la tarde de mi tierra no es tan bello si lo vieran comparado con tu piel. 

Tal vez el agua de los ríos no sería clara si reflejara tu cara en su rivera mujer. 

Quien dijo que el amor es un cultivo,
está en lo cierto, hay que cuidarlo mucho cada mañana, cada momento”.

Valledupar es el epicentro del amor, de este valle del alma, de cada nativo, de los que nacimos y crecimos junto a esta tierra; de los que sentimos como propio cada avance significativo que se vislumbra y que debemos cuidar de manera especial como un cultivo. Tal cual.

Por ello nos duele que las obras, como ‘El parque de la vida’ sea objeto de la indolencia cultural, que, a pocas horas de inaugurado, su césped, lo hayan dañado sin consideración alguna, que algunas de las novedades como las letras del amor, hayan sucumbido ante la indolencia de quienes visitan el parque. 

Hay videos abundantes que relatan en imágenes el mal uso de esos elementos que deben ser cuidados, con amor, como se cuida un cultivo, sin embargo, vemos a los niños montados y cabalgando en la irresponsabilidad, ante la mirada complaciente de sus padres o acompañantes mayores. 

A los niños hay que enseñarles de urbanidad, de civismo; que el respeto por el bien público se les inculque desde casa.

El constructor y su equipo de trabajo están asumiendo los gastos de reposición, apadrinando el parque para su conservación, contra esas personas que dañan el mobiliario y de otros que se han dedicado a robar, como el caso de los aspersores dispuestos para regar la grama, que es maltratada pues caminan sobre ella y con estos calores termina afectada de manera considerable.

Utilizan los monumentos, adecuados para embellecer el parque, como sillas y columpios, de esta manera no hay nada que dure.

Yarime Lobo Baute, una vigilante del ser, manifiesta: “El alma construye los vínculos donde nace y con quien se hace, es allí donde la vigilia adquiere sentido, cuando se trata de conocer, respetar, cuidar y salvaguardar lo que llaman ‘patrimonio’, tangible e intangible; son nuestro tesoro y legado de paso por este paraíso terrenal del cual somos visitantes como estrellas fugaces”.

Al culminar septiembre, el mes del patrimonio, hacemos un llamado especial a ser vigilantes y hacer vigilia, es decir, crear ese estado de conciencia y despertar de la ignominia, del letargo, ante los hechos que un grupo de desadaptados generan en contra de este bello pueblo.

El amor es un cultivo, Valledupar es amor, y es en casa donde debemos enseñar a los niños a respetar el amor y cuidarlo como un cultivo. Y a los viejos también.   Sólo Eso.

Por: Eduardo Santos Ortega Vergara.

[email protected]

Sin categoría
30 septiembre, 2024

El amor es un cultivo… Valledupar es amor

El insigne compositor Rosendo Romero Ospino, gran amigo y defensor de la paz, es el compositor de la emblemática canción ‘El amor es un cultivo’.


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El insigne compositor Rosendo Romero Ospino, gran amigo y defensor de la paz, es el compositor de la emblemática canción ‘El amor es un cultivo’.

En sus apartes nos regala la verdad del amor de una manera sublime: “Y así es mejor porque el amor se tiene poco a poco, me quieres tú, te quiero yo, y el sentimiento es pronto. 

Por eso el cielo de la tarde de mi tierra no es tan bello si lo vieran comparado con tu piel. 

Tal vez el agua de los ríos no sería clara si reflejara tu cara en su rivera mujer. 

Quien dijo que el amor es un cultivo,
está en lo cierto, hay que cuidarlo mucho cada mañana, cada momento”.

Valledupar es el epicentro del amor, de este valle del alma, de cada nativo, de los que nacimos y crecimos junto a esta tierra; de los que sentimos como propio cada avance significativo que se vislumbra y que debemos cuidar de manera especial como un cultivo. Tal cual.

Por ello nos duele que las obras, como ‘El parque de la vida’ sea objeto de la indolencia cultural, que, a pocas horas de inaugurado, su césped, lo hayan dañado sin consideración alguna, que algunas de las novedades como las letras del amor, hayan sucumbido ante la indolencia de quienes visitan el parque. 

Hay videos abundantes que relatan en imágenes el mal uso de esos elementos que deben ser cuidados, con amor, como se cuida un cultivo, sin embargo, vemos a los niños montados y cabalgando en la irresponsabilidad, ante la mirada complaciente de sus padres o acompañantes mayores. 

A los niños hay que enseñarles de urbanidad, de civismo; que el respeto por el bien público se les inculque desde casa.

El constructor y su equipo de trabajo están asumiendo los gastos de reposición, apadrinando el parque para su conservación, contra esas personas que dañan el mobiliario y de otros que se han dedicado a robar, como el caso de los aspersores dispuestos para regar la grama, que es maltratada pues caminan sobre ella y con estos calores termina afectada de manera considerable.

Utilizan los monumentos, adecuados para embellecer el parque, como sillas y columpios, de esta manera no hay nada que dure.

Yarime Lobo Baute, una vigilante del ser, manifiesta: “El alma construye los vínculos donde nace y con quien se hace, es allí donde la vigilia adquiere sentido, cuando se trata de conocer, respetar, cuidar y salvaguardar lo que llaman ‘patrimonio’, tangible e intangible; son nuestro tesoro y legado de paso por este paraíso terrenal del cual somos visitantes como estrellas fugaces”.

Al culminar septiembre, el mes del patrimonio, hacemos un llamado especial a ser vigilantes y hacer vigilia, es decir, crear ese estado de conciencia y despertar de la ignominia, del letargo, ante los hechos que un grupo de desadaptados generan en contra de este bello pueblo.

El amor es un cultivo, Valledupar es amor, y es en casa donde debemos enseñar a los niños a respetar el amor y cuidarlo como un cultivo. Y a los viejos también.   Sólo Eso.

Por: Eduardo Santos Ortega Vergara.

[email protected]