Con Hernández la historia es distinta. Se crea un entorno político, fiscal y macroeconómico favorable para los negocios
Hay dos razones fundamentales por las que votaré por Hernández, la una es la economía y la otra, la democracia.
La economía porque el ingeniero representa certidumbre y confianza, mientras Petro significa lo contrario. Al capital ni a los inversionistas les gusta la incertidumbre ni lo incierto, es más, eso los espanta y, eso es Petro.
La decisión de Petro de suspender el 8 de agosto la exploración petrolera cuando el precio del barril está a 122 dólares, es decir, por las nubes, es aumentar el déficit fiscal y cerrar la caja de ingresos del Estado para el gasto y la política social del gobierno. La transición energética sí, pero no así.
Y si se le suma lo que dijo sobre la compra de carbón por parte del Gobierno para guardarlo; el incremento de los aranceles a la producción de alimentos y a algunos alimentos; democratizar la propiedad y “tomarse” los fondos de pensiones, la conclusión es irrefutable: los capitales del país huirán, la inversión se frenará y el clima de negocios empeorará.
Con Hernández la historia es distinta. Se crea un entorno político, fiscal y macroeconómico favorable para los negocios. Con Petro ocurre lo contrario. Esa es una razón para votar por el ingeniero.
La otra, es salvaguardar la democracia y las libertades. Con Hernández no se corre el riesgo que se quede en el poder ni que coarte libertades. Con Petro, por su talante autocrático y mesiánico, sí. Con Petro el libre mercado está amenazado. Le abrirá paso a un capitalismo de Estado y a un estatismo omnipresente y vigilante.
También, en términos democráticos es importante saber cómo se llega al poder. El ingeniero demostró que hoy la política electoral se puede hacer sin tamales, tejas ni plazas llenas sino con sentimientos y mensajes difundidos a través de TikTok, Twitter, Instagram, WhatsApp y Facebook. Hernández está llegando a la presidencia con un voto ciudadano que rompió amarras con el clientelismo y los partidos políticos; mientras tanto Petro llega de la mano de Roy Barreras, Armando Benedetti, Piedad Córdoba y Ernesto Samper.
El ingeniero, eso sí, debe ponderarse porque lo que le sirvió para la primera vuelta puede perjudicarle para la segunda. Castillo, Boric, Castillo, Fernández y Lasso son presidentes en Sur América porque se ponderaron en la segunda vuelta y, por otro lado, debe mostrar dotes y atributos para manejar este país porque esa es una forma de disminuir el voto en blanco, la abstención y también la incertidumbre que existe sobre su figura y sobre todo, de proporcionar confianza a un electorado que todavía tienen reservas sobre él.
Lamentablemente, la polarización y la incertidumbre tienen convulsionada las elecciones y la segunda vuelta lo votará la emoción y no la razón, pero más emociones positivas despierta Hernández que Petro y ello se traduce en votos. El que gane lo hará por pocos votos, por eso, hay que salir a votar pero no en blanco.
Con Hernández la historia es distinta. Se crea un entorno político, fiscal y macroeconómico favorable para los negocios
Hay dos razones fundamentales por las que votaré por Hernández, la una es la economía y la otra, la democracia.
La economía porque el ingeniero representa certidumbre y confianza, mientras Petro significa lo contrario. Al capital ni a los inversionistas les gusta la incertidumbre ni lo incierto, es más, eso los espanta y, eso es Petro.
La decisión de Petro de suspender el 8 de agosto la exploración petrolera cuando el precio del barril está a 122 dólares, es decir, por las nubes, es aumentar el déficit fiscal y cerrar la caja de ingresos del Estado para el gasto y la política social del gobierno. La transición energética sí, pero no así.
Y si se le suma lo que dijo sobre la compra de carbón por parte del Gobierno para guardarlo; el incremento de los aranceles a la producción de alimentos y a algunos alimentos; democratizar la propiedad y “tomarse” los fondos de pensiones, la conclusión es irrefutable: los capitales del país huirán, la inversión se frenará y el clima de negocios empeorará.
Con Hernández la historia es distinta. Se crea un entorno político, fiscal y macroeconómico favorable para los negocios. Con Petro ocurre lo contrario. Esa es una razón para votar por el ingeniero.
La otra, es salvaguardar la democracia y las libertades. Con Hernández no se corre el riesgo que se quede en el poder ni que coarte libertades. Con Petro, por su talante autocrático y mesiánico, sí. Con Petro el libre mercado está amenazado. Le abrirá paso a un capitalismo de Estado y a un estatismo omnipresente y vigilante.
También, en términos democráticos es importante saber cómo se llega al poder. El ingeniero demostró que hoy la política electoral se puede hacer sin tamales, tejas ni plazas llenas sino con sentimientos y mensajes difundidos a través de TikTok, Twitter, Instagram, WhatsApp y Facebook. Hernández está llegando a la presidencia con un voto ciudadano que rompió amarras con el clientelismo y los partidos políticos; mientras tanto Petro llega de la mano de Roy Barreras, Armando Benedetti, Piedad Córdoba y Ernesto Samper.
El ingeniero, eso sí, debe ponderarse porque lo que le sirvió para la primera vuelta puede perjudicarle para la segunda. Castillo, Boric, Castillo, Fernández y Lasso son presidentes en Sur América porque se ponderaron en la segunda vuelta y, por otro lado, debe mostrar dotes y atributos para manejar este país porque esa es una forma de disminuir el voto en blanco, la abstención y también la incertidumbre que existe sobre su figura y sobre todo, de proporcionar confianza a un electorado que todavía tienen reservas sobre él.
Lamentablemente, la polarización y la incertidumbre tienen convulsionada las elecciones y la segunda vuelta lo votará la emoción y no la razón, pero más emociones positivas despierta Hernández que Petro y ello se traduce en votos. El que gane lo hará por pocos votos, por eso, hay que salir a votar pero no en blanco.