Hoy se celebra el natalicio de nuestro querido cantante Diomedes Díaz y alrededor de su nombre se ha construido toda una fábrica de dinero que pretende a costa de lo que sea, sacar el mayor provecho, sin importar manosear, irrespetar y tergiversar su verdadero accionar como fenómeno cultural que es y seguirá siendo. Más allá […]
Hoy se celebra el natalicio de nuestro querido cantante Diomedes Díaz y alrededor de su nombre se ha construido toda una fábrica de dinero que pretende a costa de lo que sea, sacar el mayor provecho, sin importar manosear, irrespetar y tergiversar su verdadero accionar como fenómeno cultural que es y seguirá siendo.
Más allá de sus defectos y debilidades, es tiempo de reconocer con respeto la verdadera dimensión de un cantante genio, de esos que nacen cada setenta años, que sin ninguna pretensión de grandeza, logran impactar los cimientos de la cultura, de tal forma que se convierten en paradigmas, en seres humanos mirados desde muchas formas equivocadas entre ellas, desde la mirada de la idolatría que muchas veces pretende evaluarlos como perfectos, para luego condenarlos por sus debilidades.
Diomedes Díaz parecía un personaje sacado de la ficción; un hombre campesino que de pajarear cultivos y padecer la pobreza, pasó a ser un ídolo de la música vallenata a nivel nacional e internacional, con fama y dinero suficiente para ser reconocido en cualquier parte. Estos genios de la cultura, que extrañamente nacen en la pobreza, rompen cualquier paradigma para imponer su propia lógica, la que le determina la fama, sin renunciar a su origen.
Diomedes después de consagrado seguía siendo un sabio campesino que pese a su desparpajo; lograba paralizar la lógica cotidiana de cualquier lugar al que irrumpía sin importarle ningún tipo de formalidad. El único cantante de música vallenata con un poder de seducción tan grande sobre su fanaticada que se convertía en una verdadera idolatría; capaz de imponer conductas a seguir no solo en las masas, sino en connotados académicos que tomaban de él comportamientos en el vestir, en el hablar, y en sus gestos.
El Cacique de La Junta era capaz de convertir en éxito musical todo lo que cantaba; era una especie de rey midas con su voz, pues todo lo que cantaba lo convertía en éxito y literalmente en oro, pues producía millones de pesos a las disqueras y a los compositores que soñaban con que un tema de ellos fuera llevado a la grabación por El Cacique.
Como un verdadero fenómeno cultural, Diomedes era un mito que se tejía durante los días previos a un toque suyo en un pueblo; a donde llegaban historias que afirmaban haberlo visto en otros pueblos, borracho, lo que ponía en riesgo su asistencia. El mito continuaba después de sus presentaciones en donde se defendía hasta el paroxismo su cantar y la forma cómo había destrozado a sus contendores de KZ.
Tanta fue su fama, que al igual que Carlos Gardel y Pedro infante, Diomedes llegó a convertirse en un mito sexual, en una especie de deidad popular que sigue amasando seguidores aún después de muerto.
@Oscararizadaza
Hoy se celebra el natalicio de nuestro querido cantante Diomedes Díaz y alrededor de su nombre se ha construido toda una fábrica de dinero que pretende a costa de lo que sea, sacar el mayor provecho, sin importar manosear, irrespetar y tergiversar su verdadero accionar como fenómeno cultural que es y seguirá siendo. Más allá […]
Hoy se celebra el natalicio de nuestro querido cantante Diomedes Díaz y alrededor de su nombre se ha construido toda una fábrica de dinero que pretende a costa de lo que sea, sacar el mayor provecho, sin importar manosear, irrespetar y tergiversar su verdadero accionar como fenómeno cultural que es y seguirá siendo.
Más allá de sus defectos y debilidades, es tiempo de reconocer con respeto la verdadera dimensión de un cantante genio, de esos que nacen cada setenta años, que sin ninguna pretensión de grandeza, logran impactar los cimientos de la cultura, de tal forma que se convierten en paradigmas, en seres humanos mirados desde muchas formas equivocadas entre ellas, desde la mirada de la idolatría que muchas veces pretende evaluarlos como perfectos, para luego condenarlos por sus debilidades.
Diomedes Díaz parecía un personaje sacado de la ficción; un hombre campesino que de pajarear cultivos y padecer la pobreza, pasó a ser un ídolo de la música vallenata a nivel nacional e internacional, con fama y dinero suficiente para ser reconocido en cualquier parte. Estos genios de la cultura, que extrañamente nacen en la pobreza, rompen cualquier paradigma para imponer su propia lógica, la que le determina la fama, sin renunciar a su origen.
Diomedes después de consagrado seguía siendo un sabio campesino que pese a su desparpajo; lograba paralizar la lógica cotidiana de cualquier lugar al que irrumpía sin importarle ningún tipo de formalidad. El único cantante de música vallenata con un poder de seducción tan grande sobre su fanaticada que se convertía en una verdadera idolatría; capaz de imponer conductas a seguir no solo en las masas, sino en connotados académicos que tomaban de él comportamientos en el vestir, en el hablar, y en sus gestos.
El Cacique de La Junta era capaz de convertir en éxito musical todo lo que cantaba; era una especie de rey midas con su voz, pues todo lo que cantaba lo convertía en éxito y literalmente en oro, pues producía millones de pesos a las disqueras y a los compositores que soñaban con que un tema de ellos fuera llevado a la grabación por El Cacique.
Como un verdadero fenómeno cultural, Diomedes era un mito que se tejía durante los días previos a un toque suyo en un pueblo; a donde llegaban historias que afirmaban haberlo visto en otros pueblos, borracho, lo que ponía en riesgo su asistencia. El mito continuaba después de sus presentaciones en donde se defendía hasta el paroxismo su cantar y la forma cómo había destrozado a sus contendores de KZ.
Tanta fue su fama, que al igual que Carlos Gardel y Pedro infante, Diomedes llegó a convertirse en un mito sexual, en una especie de deidad popular que sigue amasando seguidores aún después de muerto.
@Oscararizadaza