Marelis Bueno y Katy Johana Ariza Macías no se conocían. Pero sus historias contadas por la prensa cuando fueron asesinadas son muy similares por una circunstancia: fueron víctimas de feminicidio.
Con rostros e historias de vidas distintas, la violencia contra la mujer ha dejado muchas víctimas en el departamento del Cesar. Una región que si bien es cierto cuenta con varias organizaciones que luchan por los derechos humanos fundamentales, también tiene grandes retos en materia social y cultural para afrontar la realidad.
Lee también: Cinco feminicidios en el Cesar durante el confinamiento
Dentro del contexto de los casos registrados en la región, prevalecen el machismo, el abuso, la intolerancia y la ausencia de diálogo familiar.
Los crímenes de Marelis Bueno Castro, Yaiseth Martínez Villarroel y Katy Johana Ariza Macías, asesinadas por el esposo o exmarido, son apenas unos ejemplos. En total son cinco los feminicidios que se han registrado.
“Creo que debe haber más diálogo en los hogares, por lo que deberían aplicar más socializaciones entorno al maltrato físico, para que así nuestros hijos nunca lleguen a guardar silencio sobre el maltrato de su pareja”, manifestó Gloria Cecilia Pérez, madre de Yuleivis Rojas, la joven ultimada por el novio en el mes de enero de 2019 en la avenida Los Militares de Valledupar.
A pesar que los feminicidios tienden a quedar fácilmente registrados en el colectivo imaginario, no es la única forma de violencia contra la mujer. Esta también se refleja en el abuso, acoso y explotación sexual, la violencia doméstica, la psicológica, la laboral y la patrimonial o económica.
“En todo el mundo, los hombres tienen mayores probabilidades que las mujeres de sufrir violencia en el contexto de conflictos armados y actividades delictivas, mientras que las mujeres tienen mayores probabilidades que los hombres de sufrir violencia y tener lesiones provocadas por personas cercanas, como sus compañeros íntimos. Las niñas y las mujeres también tienen mayores probabilidades que los niños varones o los hombres de sufrir violencia sexual en general. Además, la violencia física y sexual contra las mujeres y niñas tiene para la salud reproductiva un sinnúmero de consecuencias que son diferentes a las ocasionadas por la violencia contra los hombres”, explica un informe publicado por la Organización Panamericana de la Salud.
No dejes de leer: Los feminicidios, un problema de salud pública en el Cesar
Parte de esa teoría se explica en las estadísticas. De acuerdo al Instituto de Medicina Legal, hasta el pasado mes de octubre atendieron a 320 personas por posible abuso sexual en el departamento del Cesar, de las cuales 290 eran mujeres y 30 eran hombres.
La mayoría de los casos los aportó Valledupar (189), Aguachica (23), Curumaní (18), Chiriguaná (16) y Agustín Codazzi (13).
De los 290 casos femeninos, 49 eran niñas menores de 18 años de edad. Dentro de las estadísticas está la lamentable historia de Michel Lara, de 12 años, asesinada y violada en el corregimiento La Sierrita, jurisdicción de Chiriguaná.
El pasado 30 de abril la pequeña salió a jugar con otros niños en la vía pública. Ahí fue abordada por un conocido que mediante engaños se la llevó a una zona apartada. Horas después las autoridades comenzaron a buscarla. Ante la presión, el sospechoso confesó dónde estaba. Fue encontrada muerta y abusada.
El panorama de la violencia doméstica, durante la pandemia, pareció empeorar. Según la Oficina de la Mujer, hasta el reciente 7 de noviembre, en el departamento se han registrado 1.886 casos de violencia intrafamiliar, de los cuales 1.421 fueron contra la mujer. Los municipios más afectados son Valledupar, Aguachica, San Alberto, El Paso y Curumaní.
“En tal sentido se habilitó la Línea 125 que opera las 24 horas del día para la atención psicosocial y prevención de eventos de salud mental, contando con profesionales capacitados para orientar y activar las rutas de asistencia para quienes lo necesitan; igualmente se articula la estrategia con la Línea 155 implementada por el Gobierno nacional especialmente para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia”, informó la Gobernación Cesar.
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La violencia también está arraigada a las culturas. Por ejemplo, a veces en los territorios ancestrales se presentan abusos que no son denunciados.
“Nos encontramos que en la etnia kankuama la mujer es muy maltratada todavía pero lamentablemente la mayoría de los casos no salen a relucir, sino que se quedan a nivel interno porque la mujer a veces no está socializada. En ese sentido, nos encontramos con casos que ante la cultura a temprana edad están en pareja, salen embarazadas, algunas son abusadas. A raíz de la denuncia de los casos, el cabildo gobernador ha venido implementando políticas de prevención”, aseveró Nora Pacheco, secretaria general de la Asociación Indígena Kankuamos Unidos de la Sierra Nevada de Santa Marta.
El pasado mes de julio, una menor de 12 años de edad fue víctima de una violación múltiple en la vereda El Mojao, jurisdicción de Valledupar. El abuso venía sucediendo desde hace años por parte de seis personas, entre esos tres adultos mayores de 18 años y tres menores de edad.
La niña quedó embarazada, teniendo que ser sometida a un procedimiento de aborto en un centro asistencial.
Lee también: Ruta de la mujer víctima de la violencia
La integrante de la asociación indígena kankuama consideró que se carece de mayor intervención en los territorios para mejorar las perspectivas. “Hace falta socializar al masculino kankuamo sobre el trato y a los demás sobre a qué edad sería conveniente tener relaciones. Son cosas que la asociación viene trabajando. Hace falta políticas y más presencia del Estado para mejorar esas situaciones frente al territorio”, puntualizó Pacheco.
POR: Marllelys Salinas Mercado / EL PILÓN
[email protected]
Marelis Bueno y Katy Johana Ariza Macías no se conocían. Pero sus historias contadas por la prensa cuando fueron asesinadas son muy similares por una circunstancia: fueron víctimas de feminicidio.
Con rostros e historias de vidas distintas, la violencia contra la mujer ha dejado muchas víctimas en el departamento del Cesar. Una región que si bien es cierto cuenta con varias organizaciones que luchan por los derechos humanos fundamentales, también tiene grandes retos en materia social y cultural para afrontar la realidad.
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Dentro del contexto de los casos registrados en la región, prevalecen el machismo, el abuso, la intolerancia y la ausencia de diálogo familiar.
Los crímenes de Marelis Bueno Castro, Yaiseth Martínez Villarroel y Katy Johana Ariza Macías, asesinadas por el esposo o exmarido, son apenas unos ejemplos. En total son cinco los feminicidios que se han registrado.
“Creo que debe haber más diálogo en los hogares, por lo que deberían aplicar más socializaciones entorno al maltrato físico, para que así nuestros hijos nunca lleguen a guardar silencio sobre el maltrato de su pareja”, manifestó Gloria Cecilia Pérez, madre de Yuleivis Rojas, la joven ultimada por el novio en el mes de enero de 2019 en la avenida Los Militares de Valledupar.
A pesar que los feminicidios tienden a quedar fácilmente registrados en el colectivo imaginario, no es la única forma de violencia contra la mujer. Esta también se refleja en el abuso, acoso y explotación sexual, la violencia doméstica, la psicológica, la laboral y la patrimonial o económica.
“En todo el mundo, los hombres tienen mayores probabilidades que las mujeres de sufrir violencia en el contexto de conflictos armados y actividades delictivas, mientras que las mujeres tienen mayores probabilidades que los hombres de sufrir violencia y tener lesiones provocadas por personas cercanas, como sus compañeros íntimos. Las niñas y las mujeres también tienen mayores probabilidades que los niños varones o los hombres de sufrir violencia sexual en general. Además, la violencia física y sexual contra las mujeres y niñas tiene para la salud reproductiva un sinnúmero de consecuencias que son diferentes a las ocasionadas por la violencia contra los hombres”, explica un informe publicado por la Organización Panamericana de la Salud.
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Parte de esa teoría se explica en las estadísticas. De acuerdo al Instituto de Medicina Legal, hasta el pasado mes de octubre atendieron a 320 personas por posible abuso sexual en el departamento del Cesar, de las cuales 290 eran mujeres y 30 eran hombres.
La mayoría de los casos los aportó Valledupar (189), Aguachica (23), Curumaní (18), Chiriguaná (16) y Agustín Codazzi (13).
De los 290 casos femeninos, 49 eran niñas menores de 18 años de edad. Dentro de las estadísticas está la lamentable historia de Michel Lara, de 12 años, asesinada y violada en el corregimiento La Sierrita, jurisdicción de Chiriguaná.
El pasado 30 de abril la pequeña salió a jugar con otros niños en la vía pública. Ahí fue abordada por un conocido que mediante engaños se la llevó a una zona apartada. Horas después las autoridades comenzaron a buscarla. Ante la presión, el sospechoso confesó dónde estaba. Fue encontrada muerta y abusada.
El panorama de la violencia doméstica, durante la pandemia, pareció empeorar. Según la Oficina de la Mujer, hasta el reciente 7 de noviembre, en el departamento se han registrado 1.886 casos de violencia intrafamiliar, de los cuales 1.421 fueron contra la mujer. Los municipios más afectados son Valledupar, Aguachica, San Alberto, El Paso y Curumaní.
“En tal sentido se habilitó la Línea 125 que opera las 24 horas del día para la atención psicosocial y prevención de eventos de salud mental, contando con profesionales capacitados para orientar y activar las rutas de asistencia para quienes lo necesitan; igualmente se articula la estrategia con la Línea 155 implementada por el Gobierno nacional especialmente para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia”, informó la Gobernación Cesar.
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La violencia también está arraigada a las culturas. Por ejemplo, a veces en los territorios ancestrales se presentan abusos que no son denunciados.
“Nos encontramos que en la etnia kankuama la mujer es muy maltratada todavía pero lamentablemente la mayoría de los casos no salen a relucir, sino que se quedan a nivel interno porque la mujer a veces no está socializada. En ese sentido, nos encontramos con casos que ante la cultura a temprana edad están en pareja, salen embarazadas, algunas son abusadas. A raíz de la denuncia de los casos, el cabildo gobernador ha venido implementando políticas de prevención”, aseveró Nora Pacheco, secretaria general de la Asociación Indígena Kankuamos Unidos de la Sierra Nevada de Santa Marta.
El pasado mes de julio, una menor de 12 años de edad fue víctima de una violación múltiple en la vereda El Mojao, jurisdicción de Valledupar. El abuso venía sucediendo desde hace años por parte de seis personas, entre esos tres adultos mayores de 18 años y tres menores de edad.
La niña quedó embarazada, teniendo que ser sometida a un procedimiento de aborto en un centro asistencial.
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La integrante de la asociación indígena kankuama consideró que se carece de mayor intervención en los territorios para mejorar las perspectivas. “Hace falta socializar al masculino kankuamo sobre el trato y a los demás sobre a qué edad sería conveniente tener relaciones. Son cosas que la asociación viene trabajando. Hace falta políticas y más presencia del Estado para mejorar esas situaciones frente al territorio”, puntualizó Pacheco.
POR: Marllelys Salinas Mercado / EL PILÓN
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