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Desidia y escepticismo, la Brecha entre la clase política cesarense y la juventud

La realidad en Valledupar se complica aún más por la percepción de que sin conexiones políticas es casi imposible acceder a cargos públicos o posiciones clave en el ámbito empresarial.

Foto referencia de elecciones.

Foto referencia de elecciones.

Por: Carlos

@el_pilon

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En el año 2024, Valledupar enfrentó un panorama preocupante en lo que respecta a su población joven. Según datos recientes, aproximadamente el 35% de la población de la ciudad está compuesta por jóvenes menores de 30 años. Sin embargo, la situación laboral para este grupo etario es alarmante. La tasa de desempleo juvenil alcanzó un 25%, lo que significa que uno de cada cuatro jóvenes se encontraba sin empleo, otro 55% se encuentra en la informalidad (DANE).

Además, las cifras de migración juvenil son igualmente desalentadoras. Se estima que alrededor del 15% de los jóvenes valduparenses emigraron en busca de mejores oportunidades laborales y educativas en otras ciudades o países. Esta tendencia refleja una profunda insatisfacción con las condiciones locales, donde la falta de empleo y oportunidades es evidente. La realidad en Valledupar se complica aún más por la percepción de que sin conexiones políticas es casi imposible acceder a cargos públicos o posiciones clave en el ámbito empresarial.

En una ciudad con un desarrollo industrial limitado y una vocación agrícola que aún no se ha explotado plenamente, los jóvenes enfrentan un verdadero calvario. Los altos costos de vida sumados a la falta de oportunidades laborales hacen que sea un desafío crecer profesionalmente y emprender. La falta de voluntad política en establecer los mecanismos de acompañamiento y desarrollo de los proyectos productivos en una era digital, liderada por la juventud que son vanguardistas en este sector son cero.

No se ven reflejadas estas iniciativas por falta de representación joven en los gabinetes que nublan la visión de ciudad que necesitan los jóvenes. En este contexto, es fundamental reconocer que el desarrollo económico y social requiere no solo iniciativas privadas, sino también un compromiso político genuino para crear un entorno favorable donde los jóvenes puedan prosperar, construyendo los planes y proyectos que requieren su sector.

Sin esas condiciones, Valledupar corre el riesgo de perder a su fuerza más vital: su juventud. La problemática que enfrentan los jóvenes en Valledupar se agrava aún más con cifras alarmantes en áreas críticas como los embarazos adolescentes, la drogadicción y la delincuencia. Además, la inseguridad es otro aspecto alarmante.

En 2024, se reportó un aumento en el número de jóvenes encarcelados por crímenes relacionados con hurtos, alcanzando cifras cercanas al 30% del total de presos en la ciudad. Esto subraya la necesidad urgente de abordar las causas subyacentes que llevan a los jóvenes a delinquir, muchas veces impulsados por la desesperación ante la falta de alternativas viables. Es crucial comenzar a volcar las miradas hacia el fortalecimiento de los procesos de participación juvenil y la construcción de políticas públicas efectivas que aborden estas realidades.

La juventud debe ser vista como una aliada en el desarrollo local y no como un problema. Para ello, es fundamental implementar iniciativas que fomenten su inclusión en la toma de decisiones y promuevan espacios donde puedan expresar sus inquietudes y propuestas. Contrario a la narrativa común que sostiene que los jóvenes son apáticos frente a los procesos políticos, las cifras del año 2023 demuestran lo contrario: aproximadamente el 45% de los jóvenes valduparenses participaron en las elecciones locales, evidenciando su interés y deseo de influir en el futuro de su comunidad. No asi reflejada la misma proporción en el número de jóvenes en los gabinetes de gobiernos.

Este dato es un claro llamado a la dirigencia política a cambiar la percepción sobre la juventud y reconocer su potencial como agentes de cambio. Solo así se podrá construir un Valledupar más inclusivo y próspero para todos, la puerta queda abierta la dirigencia política de Valledupar y el departamento así como los gremios deben volcar sus miradas no solo para atender las necesidades de los jóvenes si no para que entiendan que en ellos está el verdadero valor agregado para desarrollarse en un mundo cada vez más globalizado competitivo y digital que la juventud comanda a plenitud,  que conoce de primera mano, y por supuesto las necesidades urgentes a atender en sus comunidades.

El panorama electoral está dado para el crecimiento y muestra la necesidad de buscar el fortalecimiento y la participación de los jóvenes, con unos CMJ en el mes de octubre que deberán ser reformados y empoderados para que puedan cumplir, ahora sí, su papel de liderar y representar a las masas jóvenes. Esto ocurre en vísperas de unas elecciones al Congreso, donde, seguro, la juventud jugará un papel preponderante en la conformación del nuevo Congreso de la República.

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