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Columnista - 27 septiembre, 2018

Desarrollo sostenible (I)

Lo primero que debe conocerse, es que quiere decir desarrollo sostenible. Según el artículo 3 de Ley 99 de 1993 “desarrollo sostenible es aquel que conduce al crecimiento económico, a la elevación de la calidad de vida y al bienestar social, sin agotar la base de los recursos naturales renovables en que se sustenta; ni […]

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Lo primero que debe conocerse, es que quiere decir desarrollo sostenible. Según el artículo 3 de Ley 99 de 1993 “desarrollo sostenible es aquel que conduce al crecimiento económico, a la elevación de la calidad de vida y al bienestar social, sin agotar la base de los recursos naturales renovables en que se sustenta; ni deterioro al medio ambiente o el derecho de las generaciones futuras de sus propias necesidades”.

Digamos entonces, que hoy por hoy la preocupación para detener la perpetuación de las disparidades entre las naciones y dentro de cada una de ellas, es la de lograr un futuro más seguro y más próspero, para ello, se busca la satisfacción de las necesidades básicas de la población mundial, la elevación del nivel de vida, la protección y gestión en beneficio de los ecosistemas naturales.

En el día a día, a nivel global crecen y agravan problemas comunes como la pobreza, el hambre, las enfermedades, el analfabetismo y el deterioro generalizado de los recursos naturales, muy a pesar de la ‘preocupación’ aparente de todas las naciones, las cuales desde hace mucho tiempo vienen discutiendo, analizando y proponiendo alternativas de solución que hasta ahora no arrojan resultados o avances significativos, pero en cambio sí se han gastado millones y millones de dólares en reuniones, conferencias, tratados, convenios y representaciones, que hubiesen servido para, por lo menos, calmar el hambre de millones de habitantes de nuestro planeta.

El desarrollo sostenible debería ser el área de encuentro entre el desarrollo económico, social y natural; pero se ha confundido en muchos casos con la protección ambiental desviando con ello el verdadero sentido o la proyección de que sea la manera o medio a largo plazo para alcanzar la sostenibilidad de las comunidades a nivel mundial.

Se ha creado una serie de distractores, desvíos y caminos con el aparente propósito de lograr ´a futuro´ el desarrollo en concordancia con el medio, llegando incluso a proponer una gama de acciones y cronogramas, pero que sólo han quedado en ese propósito sin llegar a los logros o resultados, que deberían ya mostrar mejoras sustanciales en las poblaciones con más dificultades.

Si se hace una revisión rápida a nivel global, regional o nacional, muy seguramente se encontraría que hay una muy buena base desde la legislación, las instituciones y las políticas que los gobernantes trazan para alcanzar los objetivos, pero la acciones o las ejecuciones no son suficientemente contundentes como indicar que las metas se estén alcanzado, por el contrario, cada día las características son de retrocesos, deterioro general y las necesidades avanzan y el desequilibrio es mayor. La ´voluntad´ no ha sido suficiente, es preciso desarrollar las propuestas pero para tal efecto se requieren decisiones efectivas, conciencia gubernamental, rectitud de las acciones y cumplimientos de cronogramas.

Por Hernán Maestre Martínez -*Especializado en gestión ambiental

Columnista
27 septiembre, 2018

Desarrollo sostenible (I)

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hernán Maestre Martínez

Lo primero que debe conocerse, es que quiere decir desarrollo sostenible. Según el artículo 3 de Ley 99 de 1993 “desarrollo sostenible es aquel que conduce al crecimiento económico, a la elevación de la calidad de vida y al bienestar social, sin agotar la base de los recursos naturales renovables en que se sustenta; ni […]


Lo primero que debe conocerse, es que quiere decir desarrollo sostenible. Según el artículo 3 de Ley 99 de 1993 “desarrollo sostenible es aquel que conduce al crecimiento económico, a la elevación de la calidad de vida y al bienestar social, sin agotar la base de los recursos naturales renovables en que se sustenta; ni deterioro al medio ambiente o el derecho de las generaciones futuras de sus propias necesidades”.

Digamos entonces, que hoy por hoy la preocupación para detener la perpetuación de las disparidades entre las naciones y dentro de cada una de ellas, es la de lograr un futuro más seguro y más próspero, para ello, se busca la satisfacción de las necesidades básicas de la población mundial, la elevación del nivel de vida, la protección y gestión en beneficio de los ecosistemas naturales.

En el día a día, a nivel global crecen y agravan problemas comunes como la pobreza, el hambre, las enfermedades, el analfabetismo y el deterioro generalizado de los recursos naturales, muy a pesar de la ‘preocupación’ aparente de todas las naciones, las cuales desde hace mucho tiempo vienen discutiendo, analizando y proponiendo alternativas de solución que hasta ahora no arrojan resultados o avances significativos, pero en cambio sí se han gastado millones y millones de dólares en reuniones, conferencias, tratados, convenios y representaciones, que hubiesen servido para, por lo menos, calmar el hambre de millones de habitantes de nuestro planeta.

El desarrollo sostenible debería ser el área de encuentro entre el desarrollo económico, social y natural; pero se ha confundido en muchos casos con la protección ambiental desviando con ello el verdadero sentido o la proyección de que sea la manera o medio a largo plazo para alcanzar la sostenibilidad de las comunidades a nivel mundial.

Se ha creado una serie de distractores, desvíos y caminos con el aparente propósito de lograr ´a futuro´ el desarrollo en concordancia con el medio, llegando incluso a proponer una gama de acciones y cronogramas, pero que sólo han quedado en ese propósito sin llegar a los logros o resultados, que deberían ya mostrar mejoras sustanciales en las poblaciones con más dificultades.

Si se hace una revisión rápida a nivel global, regional o nacional, muy seguramente se encontraría que hay una muy buena base desde la legislación, las instituciones y las políticas que los gobernantes trazan para alcanzar los objetivos, pero la acciones o las ejecuciones no son suficientemente contundentes como indicar que las metas se estén alcanzado, por el contrario, cada día las características son de retrocesos, deterioro general y las necesidades avanzan y el desequilibrio es mayor. La ´voluntad´ no ha sido suficiente, es preciso desarrollar las propuestas pero para tal efecto se requieren decisiones efectivas, conciencia gubernamental, rectitud de las acciones y cumplimientos de cronogramas.

Por Hernán Maestre Martínez -*Especializado en gestión ambiental