“Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos”. Salmos 32,8. En ocasiones tenemos que tomar decisiones importantes y no sabemos qué hacer. En la vida, tratamos de tomar decisiones basadas en nuestras apreciaciones de las circunstancias y condiciones que nos rodean. Sin embargo, creo que el […]
“Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos”. Salmos 32,8. En ocasiones tenemos que tomar decisiones importantes y no sabemos qué hacer.
En la vida, tratamos de tomar decisiones basadas en nuestras apreciaciones de las circunstancias y condiciones que nos rodean. Sin embargo, creo que el sentir de Dios es que, obtengamos dirección atendiendo a las cosas de arriba, no a las cosas de afuera.
Dios quiere que recibamos dirección en la vida, contemplando su belleza, disfrutando de su majestad y esplendor; y así, seamos guiados por él mismo y no por nuestras percepciones del entorno. Cuando tomamos decisiones basadas en datos externos nos volvemos termómetros de la sociedad: solo reflejamos las fuerzas naturales que determinan nuestro destino. Pero, cuando tomamos decisiones basadas en la dirección y guía del Señor, nos volvemos termostatos de la sociedad: influyentes e intencionales a través de la capacidad de regular el ambiente y así cambiar las circunstancias.
El entendimiento para tomar decisiones sabias debe estar precedido de búsqueda e intimidad con Dios. A la pasión le precede el propósito. Primero debe estar el tiempo a solas con Dios, luego viene la guía divina. El valor agregado de la búsqueda siempre será el acercarnos a Dios y tener la oportunidad de conocerlo; para después, lograr que a esa relación de conocimiento llegue un suave caminar juntos en sus propósitos eternos.
Así, pues, no es solo tomar las decisiones que nos lleven al camino correcto. Sino que también podamos disfrutar el viaje. No es solamente descubrir y encontrar la voluntad de Dios para mi vida; sino estar dispuestos a permanecer en ella, obedeciendo y disfrutando su compañía. ¡Dios quiere ser conocido! Y en esa relación de amor y de pacto, quiere manifestarse guiando y direccionado nuestras vidas para llevarnos a disfrutar del roció del cielo y las grosuras de la tierra.
Cuando Jesús hubo de tomar decisiones trascendentales siempre buscó la dirección del Padre, dejándonos un claro ejemplo a seguir. Es difícil que Dios pueda guiarnos a la distancia. Es menester acercarnos y atender para oír su voz, que casi siempre es clara, pero queda. Algunos somos muy obstinados y no entendemos que esa independencia ignorante nos aleja de la mismísima fuente de sabiduría, amor y protección. No entendemos que el mejor lugar para estar y quedarse en el universo es justo al lado de Dios. La evidencia del entendimiento es buscar a Dios. ¡La cosa más inteligente que jamás haremos en la vida es acercarnos a Dios y buscarlo con todo el corazón!
Cuando procuremos esa intimidad, se comenzarán a abrir los grandes secretos de la vida y él nos guiará por sendas de paz y caminos de justicia. Perseguir esa relación de conocimiento con Dios, no solo es lo mejor que podemos hacer, es también la llave maestra para descubrir nuestro destino en esta tierra y en la eternidad.
Querido amigo lector: deténgase ahora mismo y busque un rincón silencioso para disfrutar un rato con su mejor amigo: ¡Dios! Fuerte abrazo y bendiciones abundantes.
“Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos”. Salmos 32,8. En ocasiones tenemos que tomar decisiones importantes y no sabemos qué hacer. En la vida, tratamos de tomar decisiones basadas en nuestras apreciaciones de las circunstancias y condiciones que nos rodean. Sin embargo, creo que el […]
“Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos”. Salmos 32,8. En ocasiones tenemos que tomar decisiones importantes y no sabemos qué hacer.
En la vida, tratamos de tomar decisiones basadas en nuestras apreciaciones de las circunstancias y condiciones que nos rodean. Sin embargo, creo que el sentir de Dios es que, obtengamos dirección atendiendo a las cosas de arriba, no a las cosas de afuera.
Dios quiere que recibamos dirección en la vida, contemplando su belleza, disfrutando de su majestad y esplendor; y así, seamos guiados por él mismo y no por nuestras percepciones del entorno. Cuando tomamos decisiones basadas en datos externos nos volvemos termómetros de la sociedad: solo reflejamos las fuerzas naturales que determinan nuestro destino. Pero, cuando tomamos decisiones basadas en la dirección y guía del Señor, nos volvemos termostatos de la sociedad: influyentes e intencionales a través de la capacidad de regular el ambiente y así cambiar las circunstancias.
El entendimiento para tomar decisiones sabias debe estar precedido de búsqueda e intimidad con Dios. A la pasión le precede el propósito. Primero debe estar el tiempo a solas con Dios, luego viene la guía divina. El valor agregado de la búsqueda siempre será el acercarnos a Dios y tener la oportunidad de conocerlo; para después, lograr que a esa relación de conocimiento llegue un suave caminar juntos en sus propósitos eternos.
Así, pues, no es solo tomar las decisiones que nos lleven al camino correcto. Sino que también podamos disfrutar el viaje. No es solamente descubrir y encontrar la voluntad de Dios para mi vida; sino estar dispuestos a permanecer en ella, obedeciendo y disfrutando su compañía. ¡Dios quiere ser conocido! Y en esa relación de amor y de pacto, quiere manifestarse guiando y direccionado nuestras vidas para llevarnos a disfrutar del roció del cielo y las grosuras de la tierra.
Cuando Jesús hubo de tomar decisiones trascendentales siempre buscó la dirección del Padre, dejándonos un claro ejemplo a seguir. Es difícil que Dios pueda guiarnos a la distancia. Es menester acercarnos y atender para oír su voz, que casi siempre es clara, pero queda. Algunos somos muy obstinados y no entendemos que esa independencia ignorante nos aleja de la mismísima fuente de sabiduría, amor y protección. No entendemos que el mejor lugar para estar y quedarse en el universo es justo al lado de Dios. La evidencia del entendimiento es buscar a Dios. ¡La cosa más inteligente que jamás haremos en la vida es acercarnos a Dios y buscarlo con todo el corazón!
Cuando procuremos esa intimidad, se comenzarán a abrir los grandes secretos de la vida y él nos guiará por sendas de paz y caminos de justicia. Perseguir esa relación de conocimiento con Dios, no solo es lo mejor que podemos hacer, es también la llave maestra para descubrir nuestro destino en esta tierra y en la eternidad.
Querido amigo lector: deténgase ahora mismo y busque un rincón silencioso para disfrutar un rato con su mejor amigo: ¡Dios! Fuerte abrazo y bendiciones abundantes.