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Cuando la poesía se convierte en canciones

Sin duda alguna, comienzo diciendo que uno de los refugios de la poesía es la música vallenata. Tomás Darío Gutiérrez Hinojosa dijo alguna vez: “Necesito ser libre y feliz en la vaga ironía de mis versos, y adorarte, morirme por ti, ser un loco de amor dulcemente perverso”.

Cuando la poesía se convierte en canciones

Cuando la poesía se convierte en canciones

Por: Jairo

@el_pilon

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Sin duda alguna, comienzo diciendo que uno de los refugios de la poesía es la música vallenata. Tomás Darío Gutiérrez Hinojosa dijo alguna vez: “Necesito ser libre y feliz en la vaga ironía de mis versos, y adorarte, morirme por ti, ser un loco de amor dulcemente perverso”.

Este año, Valledupar celebra de nuevo otra versión del festival vallenato y en esta oportunidad el homenajeado fue un hombre que dejó un legado maravilloso en cada letra vertida en sus versos, en cada palabra que lo único que pretendía es mostrarnos que la poesía jamás morirá y que nos seguirá haciendo sentir a través de los que tarareen sus canciones. El verdadero vallenato es poesía pura, por eso las imágenes grabadas en cada canción nos advierten que los buenos versos jamás escaparán y vivirán eternamente refugiados aunque sea en una minoría de canciones. 

En la música vallenata como dije al inicio, la poesía está refugiada detrás de las palabras, o si no, díganme cuando en alguna canción se hace alusión a sombras perdidas que vagan en recuerdos de ayer o cuando obligamos al corazón a querer, aunque al final el del autor se detenga. Jamás dejarán de conmovernos los clásicos de la música vallenata, aunque ya seamos del tiempo en que se escucharon por primera vez, pero es que la poesía no tiene tiempos, es intemporal y trascenderá fronteras generacionales y culturales. El verdadero vallenato podríamos describirlo como la verdadera poesía de la vida.

Siempre en las canciones estarán presentes las mujeres, el delirio de amar, la muerte y algunas otras emociones y sentimientos que permanecen muy adentro de los hombres y que afortunadamente los poetas nos recuerdan cada día de su existencia. El romanticismo en general marcará aun los versos de algunas canciones, en ellos estarán presentes la naturaleza y la personificación de sentimientos. Y es por ello, que no se debe permitir que por la avaricia de alcanzar la fama se pierda o se sacrifique la esencia de la verdadera poesía en cada canción vallenata. ¿Cómo será aquel grito que se ahoga en la distancia? Como lo expresa en sus versos la compositora Rita Fernández Padilla, que nos lleva a imaginarnos aquel sol que se murió con la tarde y que magnifica el amor como un cielo colmado de estrellas, en noches veraneras.

Cuando escuchamos un vallenato puro sentimos la más evidente virtud de la poesía, su originalidad. Cuando autores como Omar Geles, Iván Ovalle, Adolfo Pacheco, Leandro Díaz, Rosendo Romero, Rafael Manjarrés y muchos otros más, y ni que decir de los juglares, nos detenemos a admirar sus palabras, las mismas que entrelazan con libertad, o por qué no, atados y presos de sus sentimientos. Sus letras, sus palabras nos asombran, nos desconciertan, nos transportan a sus mundos haciendo muchas veces que seamos los protagonistas de sus historias plasmadas en versos en cada canción.

En el vallenato puro se refugian sentimientos que muchas veces nos da temor reconocer y que mantenemos escondidos muy adentro. Las voces de los poetas que han inmortalizado el vallenato pertenecen a una estirpe que inventan por encima de su marca y de su estilo, son artistas que nos inducen a seguir creyendo en la poesía mostrándonos en ella la verdad de lo que somos. Respetables locos que nos entregan en sus letras y en sus canciones la inmortal expresión poética. 

Hacen que nuestros ojos aunque se mantengan cerrados, se abran, con ironía, como un océano, nos hacen sentir la lluvia, nos permiten soñar muy despiertos entre sueños que nos atrapan en la oscuridad de nuestras vidas, quemándonos desde adentro con llamas creadas  con simples palabras convertidas en versos. Y mientras esté vivo en cada ser humano el dolor y la pasión nos afanaremos intentando rebuscar entre canciones las alegrías que mitiguen nuestras penas.

La poesía seguirá convirtiéndose en canciones, nos hará huir de lo que no queremos aceptar, pero al final, es lo que nos pide el corazón, el que a diario nos recuerda que somos guerreros que sangramos pero que a pesar de las vicisitudes del camino jamás dejamos de amar.   

Por: Jairo Mejía.

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