¡Qué cosa más pesada es llevar un nombre que se ha vuelto famoso!, pensamiento de Voltaire que reafirma la vida deplorable de las celebridades, envueltos en escándalos que comprometen el honor de las personas, muchas veces víctimas de francotiradores de la calumnia.
¡Qué cosa más pesada es llevar un nombre que se ha vuelto famoso!, pensamiento de Voltaire que reafirma la vida deplorable de las celebridades, envueltos en escándalos que comprometen el honor de las personas, muchas veces víctimas de francotiradores de la calumnia.
Más que la fama que logran forjar, son seres humanos, de carne y hueso, vulnerables al ataque a mansalva que ignora el costo del esfuerzo y la disciplina para surgir, triunfar y saber explotar esos dones y oportunidades que a cada mortal le da Dios.
Esa fama hay que cuidarla para evitar el menor asomo de duda, porque sabido es que la integridad del hombre no se mide por sus profesiones sino por su conducta, y no es la profesión la que dignifica a la persona, sino la persona la que dignifica a la profesión.
Una cosa es ser tentado y otra caer en la tentación, que se insinúa para hacer señalamientos de acoso y abuso sexual, estigma que persigue especialmente a los famosos, bien de la farándula, el cine, la ciencia o la política, porque cuando el debate está perdido la calumnia es el arma del perdedor, apuntaba Sócrates.
“Deidad terrible la mujer desnuda, porque así es omnipotente”, cualquiera cae, porque el diablo es puerco, sentenciaba José María Vargas Vila. Vienen los estrados judiciales y de comprobarse la inocencia del acusado, de nada sirve, porque el daño está hecho, ni cómo resarcirlo, y pensar que la absolución del culpable es la condena del justo: Publio Siro, esto es la inocencia en la cárcel y la delincuencia en la calle.
Solo las celebridades protagonizan grandes escándalos, tema al que no es ajeno Hollywood, el gigante de la industria cinematográfica, que exige cero tolerancia sobre episodios grotescos, que producto de montajes o no, de la calumnia algo queda, pero va más allá Gilberto Alzate Avendaño: “Comprometerse con el honor de una persona es una aventura muy peligrosa en la cual muchos suelen perecer”.
El logro más grande que un cineasta colombiano ha conseguido en un siglo de historia tiene como protagonista a Ciro Guerra, tras una nominación al Oscar a la mejor película extranjera, proeza lograda con la película El Abrazo de la Serpiente, hoy salpicado por denuncias que recoge la revista Las Volcánicas, en la que un grupo de mujeres sostiene haber sido acosadas sexualmente por el nacido en río de Oro (Cesar), pero la última palabra aquí la tiene el Tribunal Superior de Bogotá, instancia en la que el cesarense ganó una tutela que protege la honra y su buen nombre por imprecisiones del impreso.
Quiérase o no es el director de Cine más prestigioso en Colombia y mejor ranqueado a nivel internacional junto a otras luminarias, deben aprender de los memes: “No importa lo grande que te creas, más alto es un poste y los perros lo mean.”, broma o chiste es un buen consejero, porque la fama, el poder ni el dinero engrandecen al hombre, cuya imagen hoy más que nunca se visibiliza por el boom de la era digital y la magia de las redes sociales. No en vano nuestro Nobel Gabriel García Márquez testificó haber pasado de un mundo dominado por la metáfora del reloj a otro determinado por las figuras de las nubes, deslumbrado por la velocidad del satélite.
Por Miguel Aroca Yepes
¡Qué cosa más pesada es llevar un nombre que se ha vuelto famoso!, pensamiento de Voltaire que reafirma la vida deplorable de las celebridades, envueltos en escándalos que comprometen el honor de las personas, muchas veces víctimas de francotiradores de la calumnia.
¡Qué cosa más pesada es llevar un nombre que se ha vuelto famoso!, pensamiento de Voltaire que reafirma la vida deplorable de las celebridades, envueltos en escándalos que comprometen el honor de las personas, muchas veces víctimas de francotiradores de la calumnia.
Más que la fama que logran forjar, son seres humanos, de carne y hueso, vulnerables al ataque a mansalva que ignora el costo del esfuerzo y la disciplina para surgir, triunfar y saber explotar esos dones y oportunidades que a cada mortal le da Dios.
Esa fama hay que cuidarla para evitar el menor asomo de duda, porque sabido es que la integridad del hombre no se mide por sus profesiones sino por su conducta, y no es la profesión la que dignifica a la persona, sino la persona la que dignifica a la profesión.
Una cosa es ser tentado y otra caer en la tentación, que se insinúa para hacer señalamientos de acoso y abuso sexual, estigma que persigue especialmente a los famosos, bien de la farándula, el cine, la ciencia o la política, porque cuando el debate está perdido la calumnia es el arma del perdedor, apuntaba Sócrates.
“Deidad terrible la mujer desnuda, porque así es omnipotente”, cualquiera cae, porque el diablo es puerco, sentenciaba José María Vargas Vila. Vienen los estrados judiciales y de comprobarse la inocencia del acusado, de nada sirve, porque el daño está hecho, ni cómo resarcirlo, y pensar que la absolución del culpable es la condena del justo: Publio Siro, esto es la inocencia en la cárcel y la delincuencia en la calle.
Solo las celebridades protagonizan grandes escándalos, tema al que no es ajeno Hollywood, el gigante de la industria cinematográfica, que exige cero tolerancia sobre episodios grotescos, que producto de montajes o no, de la calumnia algo queda, pero va más allá Gilberto Alzate Avendaño: “Comprometerse con el honor de una persona es una aventura muy peligrosa en la cual muchos suelen perecer”.
El logro más grande que un cineasta colombiano ha conseguido en un siglo de historia tiene como protagonista a Ciro Guerra, tras una nominación al Oscar a la mejor película extranjera, proeza lograda con la película El Abrazo de la Serpiente, hoy salpicado por denuncias que recoge la revista Las Volcánicas, en la que un grupo de mujeres sostiene haber sido acosadas sexualmente por el nacido en río de Oro (Cesar), pero la última palabra aquí la tiene el Tribunal Superior de Bogotá, instancia en la que el cesarense ganó una tutela que protege la honra y su buen nombre por imprecisiones del impreso.
Quiérase o no es el director de Cine más prestigioso en Colombia y mejor ranqueado a nivel internacional junto a otras luminarias, deben aprender de los memes: “No importa lo grande que te creas, más alto es un poste y los perros lo mean.”, broma o chiste es un buen consejero, porque la fama, el poder ni el dinero engrandecen al hombre, cuya imagen hoy más que nunca se visibiliza por el boom de la era digital y la magia de las redes sociales. No en vano nuestro Nobel Gabriel García Márquez testificó haber pasado de un mundo dominado por la metáfora del reloj a otro determinado por las figuras de las nubes, deslumbrado por la velocidad del satélite.
Por Miguel Aroca Yepes