Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 6 agosto, 2019

Crecer, crecer y crecer

El Banco de la República ha anunciado que el crecimiento de la economía este año será apenas del 3%. Un crecimiento en ese nivel es mediocre e insuficiente. La economía debe crecer a una tasa de al menos un 4% para bajar el desempleo y disminuir la pobreza.

El Banco de la República ha anunciado que el crecimiento de la economía este año será apenas del 3%. Un crecimiento en ese nivel es mediocre e insuficiente. La economía debe crecer a una tasa de al menos un 4% para bajar el desempleo y disminuir la pobreza.

Hoy el 27% de los colombianos vive bajo la línea de pobreza y de ellos el 7.2% vive en la pobreza absoluta. Unas cifras inaceptables, de las que se alimentan la izquierda radical y el populismo, poniendo el sistema democrático en peligro. Necesitamos crecer a tasas de, como mínimo, el 6%, para asegurar nuestro futuro.

Fracasados todos y cada uno de los intentos socialistas, los economistas serios saben que el camino del crecimiento necesita de la economía de mercado. Solo las economías capitalistas han sido exitosas.

Lo saben hasta los chinos que, después del desastre criminal de la “revolución cultural” de Mao, se abrazaron desesperadamente al capitalismo, con formidables resultados. Desde 1978 la tasa de pobreza extrema cayó del 89%, durante la revolución maoísta, al 1% en el 2018. 740 millones de chinos han salido de la pobreza en estos años. El año pasado, la economía china creció a su peor tasa en 30 años: la bobadita de 6.6%.

El punto es que para sacar de la pobreza a ese tercio de la población colombiana es indispensable crecer a tasas mucho más altas que las actuales.

Para ello, sin embargo, es indispensable resolver un conjunto de cuellos de botella que hacen imposible mejorar la productividad y el crecimiento. Abordo los primeros de esos gravísimos problemas: La informalidad. Es, quizás,el peor de nuestros problemas económicos. Hoy, el 49% de los colombianos está fuera de la formalidad.

Eso significa que la mitad de los colombianos paga impuestos, aporta a la seguridad social y al sistema de salud, y genera empleo formal, y la otra mitad no lo hace. Un sistema económico que se apoya solo en el 50% de los ciudadanos y que asume el otro 50% como una carga es insostenible, inviable.

El costo fiscal. Colombia tiene una de las tasas impositivas más altas del mundo, cercana al 70%. Tienen razón quienes resaltan que el nivel del recaudo en Colombia es muy bajo. Las estimaciones muestran que el aporte fiscal al PIB está entre el 14 y el 16% del PIB, cuando en la OCDE está entre el 28 y el 30%.

Lo que no se dice es que en nuestro país el grueso de ese aporte actual está en cabeza de unos muy pocos y que el aumento del recaudo no puede seguir haciéndose sobre los hombros de los actuales aportantes. La reducción real y sustantiva de estas tasas contribuiría notablemente a la formalización y al aumento del recaudo tanto por la ampliación del número de aportantes como por la disminución de la evasión.

Otros cuellos de botella serán abordados en próximas columnas.

Columnista
6 agosto, 2019

Crecer, crecer y crecer

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rafael Nieto Loaiza

El Banco de la República ha anunciado que el crecimiento de la economía este año será apenas del 3%. Un crecimiento en ese nivel es mediocre e insuficiente. La economía debe crecer a una tasa de al menos un 4% para bajar el desempleo y disminuir la pobreza.


El Banco de la República ha anunciado que el crecimiento de la economía este año será apenas del 3%. Un crecimiento en ese nivel es mediocre e insuficiente. La economía debe crecer a una tasa de al menos un 4% para bajar el desempleo y disminuir la pobreza.

Hoy el 27% de los colombianos vive bajo la línea de pobreza y de ellos el 7.2% vive en la pobreza absoluta. Unas cifras inaceptables, de las que se alimentan la izquierda radical y el populismo, poniendo el sistema democrático en peligro. Necesitamos crecer a tasas de, como mínimo, el 6%, para asegurar nuestro futuro.

Fracasados todos y cada uno de los intentos socialistas, los economistas serios saben que el camino del crecimiento necesita de la economía de mercado. Solo las economías capitalistas han sido exitosas.

Lo saben hasta los chinos que, después del desastre criminal de la “revolución cultural” de Mao, se abrazaron desesperadamente al capitalismo, con formidables resultados. Desde 1978 la tasa de pobreza extrema cayó del 89%, durante la revolución maoísta, al 1% en el 2018. 740 millones de chinos han salido de la pobreza en estos años. El año pasado, la economía china creció a su peor tasa en 30 años: la bobadita de 6.6%.

El punto es que para sacar de la pobreza a ese tercio de la población colombiana es indispensable crecer a tasas mucho más altas que las actuales.

Para ello, sin embargo, es indispensable resolver un conjunto de cuellos de botella que hacen imposible mejorar la productividad y el crecimiento. Abordo los primeros de esos gravísimos problemas: La informalidad. Es, quizás,el peor de nuestros problemas económicos. Hoy, el 49% de los colombianos está fuera de la formalidad.

Eso significa que la mitad de los colombianos paga impuestos, aporta a la seguridad social y al sistema de salud, y genera empleo formal, y la otra mitad no lo hace. Un sistema económico que se apoya solo en el 50% de los ciudadanos y que asume el otro 50% como una carga es insostenible, inviable.

El costo fiscal. Colombia tiene una de las tasas impositivas más altas del mundo, cercana al 70%. Tienen razón quienes resaltan que el nivel del recaudo en Colombia es muy bajo. Las estimaciones muestran que el aporte fiscal al PIB está entre el 14 y el 16% del PIB, cuando en la OCDE está entre el 28 y el 30%.

Lo que no se dice es que en nuestro país el grueso de ese aporte actual está en cabeza de unos muy pocos y que el aumento del recaudo no puede seguir haciéndose sobre los hombros de los actuales aportantes. La reducción real y sustantiva de estas tasas contribuiría notablemente a la formalización y al aumento del recaudo tanto por la ampliación del número de aportantes como por la disminución de la evasión.

Otros cuellos de botella serán abordados en próximas columnas.