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Editorial - 2 mayo, 2020

Conmemoración del 1 de mayo: “Sin trabajo, en casa y sin marchas”

El caricaturista Deivis Safady Pupo plantea dos problemáticas en su Pilocatura publicada en este medio el día de ayer: una estructural e histórica, el desempleo; la otra, un aspecto relacionado con la aparente desaparición de la clásica forma de exigencia de derechos sociales, las marchas en las calles, las que, antes del coronavirus, exhibían su fortaleza, juventud y creatividad.

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El caricaturista Deivis Safady Pupo plantea dos problemáticas en su Pilocatura publicada en este medio el día de ayer: una estructural e histórica, el desempleo; la otra, un aspecto  relacionado con la aparente desaparición  de la clásica  forma de exigencia de derechos sociales, las marchas en las calles, las que, antes del coronavirus, exhibían su fortaleza, juventud y creatividad.

En consecuencia las reclamaciones colectivas han terminado convertidas en individuales, esporádicas por el hambre asociado a la crisis de la covid, o manifestadas en tutelas.

Pero hoy nos ocuparemos del primer problema, el de los ciudadanos que no tienen ocupación ni un contrato laboral.

Desempleo: el Comité Intergremial del Cesar, que aglutina la representación de los empresarios en el departamento,  advirtió en su momento que a raíz de la pandemia global de la covid-19, el “incipiente” tejido empresarial y productivo del departamento quedaría herido casi de muerte”. Incipiente porque prima la informalidad y herido de muerte porque pocos sobrevivirán después de dos o tres meses de inactividad con bajos ingresos. (EL PILÓN, 14 abril, 2020).

Además de la parsimonia de los bancos que no han sido ni generosos ni solidarios con los sectores productivos y generadores de puestos de trabajo, según las quejas de los representantes de los gremios.

Para poner en contexto,  las recientes cifras del Dane ubican el desempleo en el 16,3 % en Valledupar, a marzo del 2019 ; en marzo del 2020 la cifra aumentó al 19,0 %. El incremento se presentó en los meses de febrero y marzo, cuando se perdieron 5.150 empleos en Valledupar, y advertimos que se disparó pero aún no recogió ese dato el efecto fuerte de la cuarentena y paro de la producción que solo se inició el 25 de marzo.

Informalidad: lo hemos dicho y lo volvemos a decir, el camino es formalizar la industria del rebusque y generar políticas públicas para apoyar el emprendimiento. Según el Dane, Valledupar es la quinta ciudad del país con la mayor tasa de informalidad  con el 61,4 %, ya lo aconsejamos en editorial “La pandemia del desempleo en el Cesar”. Otro objeto es investigar las causas de la informalidad sobre la cual no hay conclusiones: se podría decir que obedece a patrones culturales de evasión de impuestos y demás, falta de políticas públicas encaminadas al empresarismo; pero también se podría advertir una fusión de capitales de informalidad e ilegalidad.  

Alternativas: el alcalde Mello Castro prometió en campaña la creación de 10.000 empleos en cuatro años pero la meta se ha ido diluyendo con la priorización de la pandemia y sus efectos. Por el lado de la Gobernación tampoco se avizoran muchas esperanzas con cifras del orden de los 61.929 cesarenses desocupados en 2019, según el DANE.

Reiteramos: ¿En qué quedó la Misión de Empleo propuesta a la alcaldía y a la que se ha convocado a la gobernación y las alcaldías? Sobra decir que será la sociedad civil y el sector empresarial los que tendrán el reto de sacar el departamento hacia un estado de bienestar.

Editorial
2 mayo, 2020

Conmemoración del 1 de mayo: “Sin trabajo, en casa y sin marchas”

El caricaturista Deivis Safady Pupo plantea dos problemáticas en su Pilocatura publicada en este medio el día de ayer: una estructural e histórica, el desempleo; la otra, un aspecto relacionado con la aparente desaparición de la clásica forma de exigencia de derechos sociales, las marchas en las calles, las que, antes del coronavirus, exhibían su fortaleza, juventud y creatividad.


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El caricaturista Deivis Safady Pupo plantea dos problemáticas en su Pilocatura publicada en este medio el día de ayer: una estructural e histórica, el desempleo; la otra, un aspecto  relacionado con la aparente desaparición  de la clásica  forma de exigencia de derechos sociales, las marchas en las calles, las que, antes del coronavirus, exhibían su fortaleza, juventud y creatividad.

En consecuencia las reclamaciones colectivas han terminado convertidas en individuales, esporádicas por el hambre asociado a la crisis de la covid, o manifestadas en tutelas.

Pero hoy nos ocuparemos del primer problema, el de los ciudadanos que no tienen ocupación ni un contrato laboral.

Desempleo: el Comité Intergremial del Cesar, que aglutina la representación de los empresarios en el departamento,  advirtió en su momento que a raíz de la pandemia global de la covid-19, el “incipiente” tejido empresarial y productivo del departamento quedaría herido casi de muerte”. Incipiente porque prima la informalidad y herido de muerte porque pocos sobrevivirán después de dos o tres meses de inactividad con bajos ingresos. (EL PILÓN, 14 abril, 2020).

Además de la parsimonia de los bancos que no han sido ni generosos ni solidarios con los sectores productivos y generadores de puestos de trabajo, según las quejas de los representantes de los gremios.

Para poner en contexto,  las recientes cifras del Dane ubican el desempleo en el 16,3 % en Valledupar, a marzo del 2019 ; en marzo del 2020 la cifra aumentó al 19,0 %. El incremento se presentó en los meses de febrero y marzo, cuando se perdieron 5.150 empleos en Valledupar, y advertimos que se disparó pero aún no recogió ese dato el efecto fuerte de la cuarentena y paro de la producción que solo se inició el 25 de marzo.

Informalidad: lo hemos dicho y lo volvemos a decir, el camino es formalizar la industria del rebusque y generar políticas públicas para apoyar el emprendimiento. Según el Dane, Valledupar es la quinta ciudad del país con la mayor tasa de informalidad  con el 61,4 %, ya lo aconsejamos en editorial “La pandemia del desempleo en el Cesar”. Otro objeto es investigar las causas de la informalidad sobre la cual no hay conclusiones: se podría decir que obedece a patrones culturales de evasión de impuestos y demás, falta de políticas públicas encaminadas al empresarismo; pero también se podría advertir una fusión de capitales de informalidad e ilegalidad.  

Alternativas: el alcalde Mello Castro prometió en campaña la creación de 10.000 empleos en cuatro años pero la meta se ha ido diluyendo con la priorización de la pandemia y sus efectos. Por el lado de la Gobernación tampoco se avizoran muchas esperanzas con cifras del orden de los 61.929 cesarenses desocupados en 2019, según el DANE.

Reiteramos: ¿En qué quedó la Misión de Empleo propuesta a la alcaldía y a la que se ha convocado a la gobernación y las alcaldías? Sobra decir que será la sociedad civil y el sector empresarial los que tendrán el reto de sacar el departamento hacia un estado de bienestar.