Con mucha alegría había recibido la noticia de la construcción de un puente en la glorieta del Pedazo de Acordeón para descongestionar el acceso al “otro Valle”, como yo llamo a la otra parte de la ciudad, y que desde hace muchos años se ha venido hablando y nunca se ha podido concretar. Pero esa sensación fue efímera, pues, quizás por qué razón o razones, la echaron para atrás, dejando un sabor amargo en las miles de personas que todos los días sufren de los trancones desesperantes que a cada rato se producen para ir hasta allá. En fin, habrá que esperar otro buen rato cuando se resuelvan los impases que se presentaron para la construcción de este y otros puentes que con el correr del tiempo y el crecimiento vertiginoso de esta ciudad lo exigen, tal como sucede en otras ciudades como Montería y Sincelejo que a pasos acelerados nos están dejando rezagados.
Pero bueno, sino se pudo el puente, hay tantas cosas por hacer con ese dinero, que ya veo que será utilizado en reparación de vías rurales, reparcheos de las calles al menos en su totalidad del Centro y terminación de algunos acueductos corregimentales. Eso está bien, ojalá que al menos en el Centro desaparezcan los huecos que día a día proliferan y crecen y siguiendo la idea que me manifiesta el ilustre ingeniero vallenato Álvaro José Soto, se debe crear la Oficina de Ornato y Embellecimiento, que tanta falta nos hace para defender el maltrato a que son sometidos los árboles que adornan nuestras calles y patios, incluyendo los elegantes conjuntos residenciales, comenzando por el Rosas del Ateneo donde yo vivo, que aquí no tiene quién lo defienda, pues la función del árbol es producir agua, dar sombra y mitigar estos calores infernales que nos están volviendo locos. Pero no, aquí cualquiera agarra un machete, coge un hacha y hasta una motosierra y los masacra para darles forma de paragüitas que poco cumplen con los beneficios que nos brinda un árbol frondoso, que hasta frutos, como el mango, han dejado de echar por la tala o poda arbitraria a que son sometidos.
Dedíqueles señor alcalde unos pesos para el arreglo de los bordillos de los bulevares, especialmente el del Éxito de Las Flores, que tiene añales de que no se les pone la mano, o los del Mercado, mugres y semidestruidos y también algunos andenes, pues mire los buenos resultados del que se hizo en el lote de la Electrificadora, que embelleció su entorno y acabó con el basurero que los carromuleros tenían.
Ojalá, ¡borracho ojalá!, hicieran lo mismo con el macrolote del Ateneo de la carrera 12 y en concordancia con sus propietarios, todos ricos, que creo que no se abstengan de colaborar, hagan unos andenes y así se acabe el martirio del botadero de basura que martiriza a sus vecinos.
Ya oigo decir, ojalá sea verdad, que le van a caer al abandonado parque del barrio El Carmen, que a gritos lo está pidiendo, porque se encuentra horrible, sucio, abandonado y lleno de peroles y fogones, pues está invadido de vendedores de comida y que bueno que se les hicieran unas buenas casetas para vender sus ricas viandas.
Cada vez que paso por la calle 19A en Los Caciques, la cantaleta es la misma de hace 20 años, ¿cuándo le pavimentarán esa abandonada calle? Solamente son tres o cuatro cuadras, téngalo en cuenta señor alcalde para que lo recuerden con cariño y gratitud.
Ojalá, otra vez ojalá, el Alianza nuestro querido equipo logre los 6 puntos que le hacen falta para quedar entre los 8 privilegiados, que el Santa Fe pierda con Cali, ya eliminado, y Pasto también sea derrotado. Ese es el análisis concienzudo que en su charla matinal me hace la “Octava Maravilla” Clemente Carabalí, que además de compositor, folclorista, lotero, topógrafo y árbitro, es un apasionado crítico del deporte de la número 5. Quiera Dios y ojalá que sus planteamientos se cumplan.
Por: José Manuel Aponte Martínez.












