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Los tibios en política. “En tiempos de crisis moral, la neutralidad es inmoral”

Dante se va lanza en ristre contra los tibios. El desprecio de Dante a los indecisos, tibios, débiles y neutrales en La Divina Comedia causa hilaridad. La neutralidad en tiempos de conflicto es complicidad con el opresor. Entre el opresor y el oprimido, la neutralidad es traición.

Los tibios en política. “En tiempos de crisis moral, la neutralidad es inmoral”

Los tibios en política. “En tiempos de crisis moral, la neutralidad es inmoral”

Por: Miguel

@el_pilon

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Dante se va lanza en ristre contra los tibios. El desprecio de Dante a los indecisos, tibios, débiles y neutrales en La Divina Comedia causa hilaridad. La neutralidad en tiempos de conflicto es complicidad con el opresor. Entre el opresor y el oprimido, la neutralidad es traición.

El cielo rechaza a los tibios por no haber sido virtuosos y el infierno los aborrece por no haber sido lo suficientemente malvados. 

Es una condena ética y política al no compromiso, al evitar elegir, al miedo a asumir consecuencias, al quedar en dos aguas, y como dijera Horacio Serpa: “Ni chicha, ni limonada”.

Quien se sitúa en el centro por comodidad, o por miedo, impide el conflicto que transforma, como solemos escuchar: “No discuto por política, por deporte, ni por religión”.

“En tiempos de crisis moral, la neutralidad es inmoral”, Elie Wiesel Eli Visao, estadounidense sobreviviente de los campos de concentración nazi.

Y si me lo permites, parafraseando a Dante:

Los tibios no merecen ni el fuego del infierno ni la luz del cielo, porque no vivieron realmente, su destino es el olvido. Por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca, dan testimonio las Sagradas Escrituras en Apocalipsis 3:16. 

Los cambios, las transformaciones sociales que necesita el país requieren del concurso de personas con criterio en la toma de decisiones, sin divagar, por el temor a polarizar, menos en tiempos de conflictos, cuando se debe alzar la voz para repudiar, por ejemplo, el genocidio y limpieza étnica del pueblo palestino en la franja de Gaza o la guerra entre Ucrania y Rusia, exacerbada por Estados Unidos con el chantaje de las tierras raras.

Ya ni las fotografías logran capturar la mente y el corazón humano como ocurrió con el genocidio de Ruanda, imágenes que impactaron y precipitaron la intervención de la comunidad internacional para parar la catástrofe del momento, ferocidad demencial encaminada a exterminar a la población tutsi, diezmada en un 70%, propósito macabro del gobierno hegemónico hutu, plan criminal activado entre el 7 de abril y el 15 de julio de 1994. Se calcula que entre 500.000 y 1.000.000 de personas fueron asesinadas. ​

No quisiéramos imaginarnos los efectos de una tercera guerra mundial en medio del sufrimiento, dolor, miseria, desolación y destrucción por su impacto nuclear, nada más terrorífico y cruel que recordar el holocausto de Hitler, donde el acto de horror sin precedente histórico lo protagonizaron los Nazis al privar a los judíos del consuelo de sentirse inocentes, porque los obligaron a mancharse con la sangre de su propia raza, matándose entre sí.

William Vianney Solano, periodista independiente de Buga, Valle, y quien todavía se siente con dos neuronas abrazadas a la lógica, reprochó a quienes se paran con orgullo y levantan el puño para exclamar: ¡Vencimos a Petro! Es el trofeo al empobrecimiento colectivo. ¡Pobres ilusos! Petro ya tiene ganada la pensión vitalicia y su nombre grabado en la historia de los presidentes.

Como siempre: pierde el pueblo con el bloqueo a las reformas sociales por cuenta de congresistas al servicio del capital, de las élites, de la empresa privada y de los gremios, pero mal haríamos en generalizar, porque toda regla tiene su excepción, pero no toda excepción hace regla, como es el caso de los senadores del Cesar, José Alfredo Gnecco, que votó positivo la Consulta Popular, mientras que Didier Lobo se abstuvo de votar, postura consecuente con la reforma laboral. 

Y los tibios están al acecho para acomodarse mejor, no toman partido, los obnubila la dualidad, pescan en río revuelto, giran a la derecha, a la izquierda y el centro, pero eluden responsabilidades con el argumento de un país polarizado; sin embargo, el elector primario los tiene visibilizados, para castigarlos en las urnas, en su nuevo intento de llegar a la presidencia de Colombia, atrapados por la ambigüedad, muy parecidos a los débiles, llamados a fracasar en cualquier empresa que emprendan, como fiel copia de ese enunciado en el espectro político retratan a Sergio Fajardo.

Bien los define el nobel de la literatura colombiana, Gabriel García Márquez: “Los débiles no entrarán jamás en el reino del amor, es un reino inclemente y mezquino, ya que las mujeres sólo se entregan a los hombres de ánimo resuelto, porque les infunden la seguridad que tanto ansían para enfrentarse a la vida”.

Si el fascismo dirime la diferencia con violencia, en los tibios prima la indiferencia, lo que es peor, cuya filosofía no dista mucho del epicureísmo, corriente sin asomo de sueños e ilusiones, pues viven del momento y son dados al deleite, la holgazanería, la vida fácil, el gozo, la aventura y los placeres. Divertirse y pasarla sabroso son parte de la naturaleza neutral, ni fu, ni fa.

Por: Miguel Aroca Yepes.

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