Por: Valerio Mejía
“… pero a ti te daré la vida por botín en cualquier lugar adonde vayas” Jeremías 45:5
Por: Valerio Mejía Araujo
Aún con el corazón encogido por el dolor y las imágenes de los últimos acontecimientos por el asesinato de los secuestrados, hago llegar un saludo solidario a sus familiares.
Levanto mi voz de protesta contra el terrorismo y me uno a los millones de colombianos que marcharemos el próximo martes 6, para decir: ¡no más! ¡Basta ya!.
En el epígrafe, el profeta Jeremías entrega de parte de Dios un mensaje para su escribano Baruc. Entendemos que hay aquí una concesión de una promesa para los lugares difíciles en que podamos encontrarnos.
Esta es una promesa que asegura la vida en medio de las mayores opresiones… “una vida por botín”.
Esta promesa, muy bien podría adaptarse a los tiempos en que vivimos. Muy bien podría adaptarse a los cientos de secuestrados que todavía se encuentran perdidos en la manigua de las selvas de Colombia, sin esperanza de recobrar la libertad.
Vivimos tiempos de locura, tiempos de desequilibrio y desajuste, tiempos difíciles… “donde los hombres son egoístas, avaros, fanfarrones, soberbios, difamadores, rebeldes a la autoridad, ingratos, irreligiosos, desnaturalizados, implacables, calumniadores, disolutos, despiadados, enemigos del bien, traidores, temerarios, infatuados, más amantes de los placeres que de Dios, que teniendo la apariencia de justicia, reniegan de su eficacia”. (2Tm 3:2-5)
¿Qué quiere decir “la vida por botín? Significa el poder de arrebatar una vida de las garras mismas del maligno, arrebatar una vida de las mandíbulas del destructor. No quiere decir un apartamiento del ruido de la batalla y de la presencia de nuestros enemigos; sino que quiere decir, que Dios prepara mesa para mí, en presencia de mis angustiadores y enemigos. Significa que Dios unge mi cabeza con aceite y hace rebosar mi copa de alegría y seguridad. Significa un refugio para preservarnos de la tormenta. Significa una fortaleza entre las filas enemigas, una vida conservada en medio de la opresión, las cadenas y el aislamiento.
Nuestra oración es que todos los secuestrados puedan ser liberados de esa calamidad y regresen vivos al seno de su hogar y su familia.
Pero también quiero dar una palabra para todos aquellos que sin permanecer retenidos en la selva, también necesitamos ser liberados de las calamidades diarias que nos agobian y limitan. En la presencia misma de las adversidades, podemos ser transformados y salir como mejores personas, purificados por el fuego de la calamidad. Debemos saber que, sin importar el tiempo que duren, el Señor nos sostiene y cobija, por lo que podemos permanecer en ellas sin que nos cause mayor daño y nos robe la vida.
Nuestro Señor, permaneció cuarenta días y cuarenta noches en la presencia del enemigo en el desierto y pasó la prueba en esas circunstancias especiales.
Sadrac, Mesac y Abed-nego, los tres jóvenes hebreos, permanecieron durante todo el tiempo entre llamas en un horno calentado siete veces más de lo acostumbrado, y estuvieron con calma y sosiego en la presencia de esa tortura, porque sabían a quien servían y en quien habían confiado.
Daniel, pasó la noche entera sentado entre los leones hambrientos, y cuando fue sacado del foso, ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios.
Como conclusión, quisiera decir que cuando moramos en la presencia de Dios, aunque moremos en la presencia del enemigo, ningún arma forjada contra nosotros, prosperará. Y cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad, y este ser mortal se revista de inmortalidad, podremos decir junto con el Apóstol Pablo: “¿Dónde está, muerte tu aguijón? ¿Dónde, sepulcro, tu victoria?
Oremos juntos: “Querido Señor, dame mi vida por botín y aunque esté en los lugares más difíciles, ayúdame a salir victorioso. Amén”.
Recuerda: ni la muerte, ni la vida… nada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Abrazos y bendiciones
valeriomejia@etb.net.co












