COLUMNISTA

La Cacica

Después de todas las llamadas “bionovelas” que recrean la vida de cantantes y narcotraficantes que invadieron la televisión colombiana, por fin una novela decente digna de ser observada por el público es transmitida por un canal nacional. Las historias de los artistas tienen un hilo en común que se limita a explorar su entorno, las […]

Por:

@el_pilon

canal de WhatsApp

Después de todas las llamadas “bionovelas” que recrean la vida de cantantes y narcotraficantes que invadieron la televisión colombiana, por fin una novela decente digna de ser observada por el público es transmitida por un canal nacional. Las historias de los artistas tienen un hilo en común que se limita a explorar su entorno, las dificultades que tuvieron que superar hasta que llegan a probar las mieles del éxito y logran la fama que soñaron desde niño, adornando esas historias con los romances que surgían mientras recorrían su camino hacia el estrellato. Por otro lado las historias de maleantes muestran el bajo mundo que se mueve en nuestra sociedad, elevando casi a la categoría de héroes a verdaderos criminales que tanto daño le hacen al país.

En la novela ‘La Cacica’ podemos encontrar algo que esta fuera del alcance de otras producciones y eso es inspiración, solo personas con las características de la señora Consuelo Araujo Noguera pueden contagiar a otros para despertar el liderazgo que tienen dormido, aunque en el caso de la exministra de Cultura se puede decir que ese fervor nunca tuvo minutos de descanso, lo que mantiene la curiosidad sobre los aspectos de su vida que saldrán en la pantalla, naturalmente maquillados con algo de ficción, como es natural, por los caprichos de los libretistas.

En la historia de ‘La Cacica’ se contempla como la fuerza de las convicciones dirigidas a un propósito llevan a una persona a proyectarse más allá de su región y genera un magnetismo tan poderoso que atrae sin dificultad y desinteresadamente a quienes desean acompañar su lucha admirando la valentía con la que se atrevió romper estereotipos que marcaban la cotidianidad de los vallenatos, esa valentía que le dio la posibilidad de convertirse en el centro de nuestra cultura creando el evento folclórico más importante del país, valentía con la que se consagró como una contundente líder de opinión desde medios de comunicación escritos y radiales, valentía que le dio el arrojo de proponer su nombre y saltar a la arena política enfrentándose a una dura batalla y al igual que en el caso del Festival Vallenato desafió el dominio masculino en terrenos que se consideraban prohibidos para la mujer y aunque en el caso de su aspiración a la Gobernación del Cesar en el año 1997, veinte años atrás, los resultados no le favorecieron, la novela ‘La Cacica’ puede orientarnos para comprender porque el Cesar debe lamentar no haber tenido una gobernadora como la señora Consuelo Araujo Noguera.

En estos tiempos de conformismo y de unanimidad que impera en el Cesar, en donde aquellas escuelas de líderes como los concejos municipales y asambleas departamentales cayeron en manos de mediocres, donde alcaldes y gobernadores se embriagan con los aplausos de sus cortesanos, donde congresistas no tienen una agenda legislativa en la que propongan verdaderos cambios en el Estado, hace falta la inspiración de una persona como ‘La Cacica’, con un liderazgo eterno y auténtico que no responde a coyunturas porque logran transformase en un símbolo que estimula a las futuras generaciones y eso son muy pocos los que llegan hacerlo.

Por Carlos Andrés Añez Maestre

TE PUEDE INTERESAR