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Grupo significativo de ciudadanos

¿Nos colaboras con la firma, una ‘firmita plis’? ¡Claro! ‘reina linda’. (La recolectora de firmas es una joven atractiva utilizada para esos menesteres). ¿Sabes quién es el candidato? ¿Cuál su programa político, sus propósitos, sus ideas? No. Ni me importa -respondió-. Este es un trabajo ocasional que simplemente me permite ganar un dinero extra -dijo […]

Grupo significativo de ciudadanos

Grupo significativo de ciudadanos

Por: Hugo

@el_pilon

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¿Nos colaboras con la firma, una ‘firmita plis’? ¡Claro! ‘reina linda’. (La recolectora de firmas es una joven atractiva utilizada para esos menesteres). ¿Sabes quién es el candidato? ¿Cuál su programa político, sus propósitos, sus ideas? No. Ni me importa -respondió-. Este es un trabajo ocasional que simplemente me permite ganar un dinero extra -dijo con desparpajo e inspirado acento-. Pero tienes claro que se trata de un procedimiento para inscribir a candidatos que no tienen aval de un partido o movimiento político.

Víctor Martínez, buen amigo y elocuente abogado, ha expresado que el vigente procedimiento de recolección de firmas para apoyar la inscripción de candidatos en el proceso electoral de octubre de 2015, sin duda -y gravemente- conspira contra el fortalecimiento de nuestro frágil sistema democrático. Esta por esa vía es una farsa tragicómica.

Y bien. La inscripción de candidatos postulados por los eufemísticamente denominados grupos significativos de ciudadanos, se ha erigido en práctica mercantilista y en empresas personalísimas,, dizque para facilitar la democrática participación ciudadana, pero que no es más que el reflejo exacto de la crisis de representatividad de los partidos y movimientos políticos con personería jurídica reconocida por el Consejo Nacional Electoral y su manifiestamente caótica y excluyente organización interna. La puja de intereses contrapuestos.

El hormigueo humano de recoger firmas y el regateo del irreflexivo espectáculo afecta las percepciones y actitudes colectivas sobre el trabajo, el esfuerzo y la justicia social que demandan las organizaciones políticas a través de las cuales inexcusablemente se han de trazar planes de acción política que tengan la virtualidad de convertirse en componentes de la agenda pública.

Los postizos candidatos de ciudadanos significativos que le otorgan un mecánico aval, se eligen sin compromiso colectivo no sólo porque el procedimiento tiene un costo sino porque resulta inasible por entelequia legal un grupo que no alcanza personalidad jurídica y ni siquiera se constituye en ‘movimientos u organismos sociales’. Es simplemente una antidemocrática y malhadada ficción.
Los candidatos que deambulan en el feo vaivén de recoger firmas, devienen en muchedumbre de las colectividades políticas a las que el inmediato pasado pertenecían y que su ambición personal no les permite batallar sus postulaciones en el interior de los partidos y movimientos. Se ofrecen derrotados en los ámbitos donde antes señoreaban. Les importa siquiera mínimamente luchar por disciplinar los procedimientos y fortalecer la democracia con organizaciones políticas cohesionadas.

¿En la multiforme feria de inscripción de candidatos por suscripción de firmas, los ciudadanos pueden olímpicamente firmarles a más de un postulado? Soy de la opinión jurídica que no. Y ese respaldo debe anularse porque se configura la irregularidad de las firmas repetidas y no debe tenerse como válida ninguna. Debe ser una sanción a un apoyo para nada significativo por lo voluble e inconsistente del ciudadano que lo hace.

Y algo más: los serios ciudadanos de partidos y movimientos políticos no deben festinar la democracia con la frase patética: ‘una firmita no se le niega a nadie’ por muy bonita que sea la felina cazadora de espurios avales.

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