El departamento de La Guajira es mi patria entrañable y sus gentes, mi familia y mis amigos. Hacia finales de 1700 tres hermanos Barros portugueses, Rafael, Manuel María y Martín, descendieron de la nave marítima que los transportaba desde su país natal al improvisado y rústico puerto de las playas del mar Caribe, en el lugar que posteriormente vino a recibir el nombre de Camarones, hoy corregimiento del mismo nombre, del municipio de Riohacha, de cuya capital dista unos 17 kilómetros.
Los hermanos se estrenaron y se entrenaron con su nuevo territorio y compatriotas, se unieron a mujeres, y ellos y sus descendientes procrearon hijos en la alta, media y baja Guajira y, con el correr del tiempo, en los departamentos del Magdalena, Atlántico y Quindío. De ellos descendemos y somos una sola y unida familia todos los que llevamos el apellido Barros.
Aremasain es corregimiento del municipio de Manaure, integrado por muchas rancherías. Entre ellas la de mi pariente, cacique o gobernante de la misma, Calmides Rafael Barros Pulido, ranchería dotada de las mejores condiciones de vida posibles. El año pasado allí nos reunimos un día un grupo de familiares y amigos, y el anfitrión y su familia nos atendieron, y los atendimos, con la magnificencia que es proverbial entre aquellas buenas gentes. Entre ellas, Aldemar Ibarra Mejía (q. e. p. d.), cuya memoria honra esta columna. Sobre aquella estadía en La Guajira escribí una columna en EL PILÓN, y mi pariente agotó parte de la edición.
Esa correría la hicimos mi señora y yo por invitación de la familia Burbano Ibarra, residentes en Riohacha y Manaure, y a la que estamos unidos por afinidad. En las playas de Manaure explotan con provecho charcas marinas. Como se sabe, Manaure está situada al norte del mar Caribe y cuenta con unas 4.200 hectáreas de posible explotación de sal. En el mismo mar, en el corregimiento El Pájaro, Colombia cuenta con las provisiones de gas Chuchupa I y II.
En ese rico territorio vivió, como líder familiar, comunitario y político, Aldemar Ibarra Mejía, la figura que encarnó la conjunción entre gestión pública responsable, visión comunitaria y un legado familiar forjado en el esfuerzo cotidiano. Su liderazgo se asentó en la convicción de que la política local no es un escenario de protagonismo individual, sino un servicio sostenido a las familias que, generación tras generación, han hecho de Manaure, La Guajira, un lugar de afecto y trabajo. Aldemar entendió que la administración pública debe nacer del conocimiento real de las necesidades de la gente, y no de meras promesas electorales. Por eso, su estilo de liderazgo se centró en escuchar, organizar y ejecutar con transparencia, cualidades que le valieron haber sido concejal del municipio de Manaure, su alcalde entre 2016 y 2019, y diputado del departamento.
En 2019 fue distinguido con el premio “Alcalde Solidario e Incluyente de Colombia”, otorgado por la Fundación Inclusocial. Recibió este reconocimiento en la categoría de “Mejor programa de formación deportiva, con énfasis en el fortalecimiento del tejido social”, por su programa social “Práctica deporte para un mejor futuro de Manaure”.
Aldemar tenía el don de la amistad y talento musical, que solía expresar en animadas parrandas, cantando especialmente “El amigo de todos”.
Su sepelio tuvo lugar en Manaure, donde recibió los honores fúnebres que su excelente vida privada y pública le merecieron. Al concluir su ciclo vital, su personalidad pública se ve como un puente entre el pasado y el futuro esperanzado de Manaure.
A su querida familia Burbano Ibarra, a su sobrino Juan Camilo Burbano Ibarra, exsecretario general de la Gobernación de La Guajira, a su esposa Paula Margarita Gnecco López y demás familiares, mis condolencias más sentidas, y las de toda mi familia.
Por: Rodrigo López Barros.












