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El vallenato y los vallenatólogos

EL TINAJERO Por José Atuesta Mindiola El Festival es el escenario que convoca al goce  de la música vallenata, y por ende, todo el pueblo y los invitados sienten la libertad de opinar sobre esta expresión musical, que hoy es símbolo de Colombia.  Algunos con fundamentos comentan los aportes de Lorenzo Morales y Leandro Díaz, […]

El vallenato y los vallenatólogos

El vallenato y los vallenatólogos

Por: José

@el_pilon

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EL TINAJERO

Por José Atuesta Mindiola

El Festival es el escenario que convoca al goce  de la música vallenata, y por ende, todo el pueblo y los invitados sienten la libertad de opinar sobre esta expresión musical, que hoy es símbolo de Colombia.  Algunos con fundamentos comentan los aportes de Lorenzo Morales y Leandro Díaz, a la historia del canto vallenato. Y no falta el que pose de sabio, y exprese conceptos, fuera de realidad. También están los que critican todo, hasta el olor de la lluvia y la luz del sol. Y están los que gozan y disfrutan la fiesta, que son la mayoría.

Decía el maestro Rafael Escalona en un conversatorio en Bogotá (3 de abril de 2001 y publicado en la revista 42 del Festival)“…me he dado cuenta de que han aparecido contingentes de vallenatólogos. Cualquiera se siente en capacidad de escribir sobre vallenato. Yo no comparto eso de que cualquiera sabe de vallenato. Que todo el mundo le guste y que todo el mundo lo goce, es una cosa; pero lo que sabemos de eso somos muy poco. Muchos…hablan, y hablan y no dicen sino cosas incoherentes”.

Consuelo Araujo, la primera persona en investigar con profundidad los orígenes,  fundamentos y  el mapa cultural de la música vallenata, expresaba que hay que meterse  con alma, vida y corazón en  los secretos melódicos de los juglares para comprender la grandeza literaria, musical y universal de  sus canciones. Ir a la fuente a beber de ella a primera mano, para no repetir lo que otros dicen.

Con su libro, Vallenatología (1973), Consuelo inaugura la bibliografía de las investigaciones y textos publicados sobre nuestra música. Después, aparecen cuatro autores para completar el quinteto de obras básicas para el análisis de las raíces y el fenómeno del canto vallenato. Ciro Quiroz Otero con su libro, Vallenato, hombre y canto (1983); Rito Llerena  con Memoria cultural del vallenato (1985); Tomás Darío Gutiérrez con Cultura Vallenata: Origen, teorías y pruebas (1992); Julio Oñate Martínez con El ABC del vallenato (2003).

Este quinteto de vallenatólogos tratan diversos tópicos del canto y  hacen referencia a la influencia del acordeón en la identidad y difusión de nuestra música, pero no hacen mención de la guitarra en la historia melódica de nuestra región; por eso algunos  músicos y estudiosos del fenómeno vallenato, como Santander Durán Escalona, no deja de expresar sus interrogantes en foros, conferencias  y otros tipo de reuniones musicales,  sobre la presencia  de la guitarra en los origines de la música vallenata. Si la guitarra la trajeron los españoles desde la conquista, y ellos vienen nuestro idioma y la influencia de la poesía, y el acordeón apenas llegó a finales de 1860 y se popularizó en la década de 1960.  Consideramos que es válida la inquietud de Durán Escalona, y debe ser un tema de investigación para los vallenatólogos. Inclusive, podría ser el gran reto para él, celebérrimo compositor de “Ausencia” y ganador en cuatro ocasiones del concurso de Canción Inédita en el Festival Vallenato.

DÉCIMAS  A VALLEDUPAR

I
Dice un viejo trovador
que en la ribera floresta
una mañana de fiesta
se iluminó de esplendor:
una flauta y un tambor
en melódico sonar
esperaban el cantar
de un indígena Chimila,
que sacó de su mochila
tu nombre Valledupar.

II
Tu nombre Valledupar
hasta en el aire se siente,
el Guatapurí esplendente
aquí nos viene a bañar;
su cauce deja al pasar
el perfume de granizos,
la magia de los carrizos
con su leyenda ancestral
y el deleite musical
en este pueblo mestizo.

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