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El candidato del balín

Aunque es deleznable hacerle apología al delito como declararse “El candidato del balín” a la presidencia de Colombia, tal es el caso de Santiago Botero, el Premio Nobel de la Paz, Dalai Lama es un firme defensor de la necesidad de cooperación entre naciones, religiones y grupos étnicos para erradicar la violencia y lograr la paz a nivel mundial. Para él, la diversidad de puntos de vista enriquece la propia fe y fomenta la tolerancia.

El candidato del balín

El candidato del balín

Por: Miguel

@el_pilon

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Aunque es deleznable hacerle apología al delito como declararse “El candidato del balín” a la presidencia de Colombia, tal es el caso de Santiago Botero, el Premio Nobel de la Paz, Dalai Lama es un firme defensor de la necesidad de cooperación entre naciones, religiones y grupos étnicos para erradicar la violencia y lograr la paz a nivel mundial. Para él, la diversidad de puntos de vista enriquece la propia fe y fomenta la tolerancia.

En cambio, el fascismo dirime la diferencia con violencia y es aliado de la incontinencia verbal que arenga con echar balas o construir prisiones que ya no resocializan, sino que son estratégicas para organizaciones criminales que extorsionan y planean asesinatos. Por ignorancia es usual escuchar que esto lo arregla el plomo, en contraposición al dicho milenario: “La violencia engendra violencia”.

Le arrojan leña a la hoguera quienes se inclinan por el negocio de las armas en un país graduado en violencia hace 215 años, comenzando por la guerra de los Mil días, la violencia Liberal-Conservadora, la guerra de los carteles de la droga o el fenómeno paramilitar que desencadenó en la parapolítica: corrupción, crímenes, desapariciones forzadas, torturas y adversidades, a la luz del conflicto armado.

Todo acto humano está motivado por la voluntad de poder, joya de la corona, expresión asociada con los tesoros más valiosos de los soberanos. Es la unidad más valiosa de una empresa en términos de rentabilidad, activos y futuro.

Dijo Don Quijote de la Mancha: “El ser humano se esclaviza por el lujo y las vanidades, persiguiendo riquezas como si en ellas encontrara la dicha.

Mas no advierte que, cuanto más tiene, más teme perderlo, y en esa angustia se le escapa la verdadera felicidad. Porque la dicha no está en el oro ni en la opulencia, sino en la brisa que acaricia el rostro, en la risa sincera de un amigo, en el pan compartido con gratitud”.

La guerra israelí contra Gaza confirma el triunfo de la estupidez sobre la naturaleza humana, acuñó Luis Elquis Díaz, columnista de EL PILÓN, y ya es evidente la presión internacional por la hambruna, las escenas dantescas de niños bombardeados, y en suma, el genocidio y limpieza étnica del pueblo palestino a manos de Israel, como lo demuestran intervenciones de la ONU, Francia, Inglaterra, Canadá y Alemania, que abogan por el alto el fuego y el Estado palestino, tras advertir que la catástrofe humanitaria en Gaza supera lo imaginable.

Y en ese panorama, con un Estado israelí cada vez más aislado internacionalmente, se levanta la literatura para descalificar el lenguaje confrontativo, desde el pensamiento de Pepe Mujica, cuando afirma: “La humanidad no ha salido de la prehistoria, recurre permanentemente a la guerra”; “Toda guerra es derrota, todo se gana con paz”: Papa Francisco; “Prefiero la más injusta paz que la más virtuosa guerra”: Cicerón; “Nunca ha habido una buena guerra ni una mala paz”: Benjamín Franklin, hasta la elucubración del presidente Petro: “La paz es para gritarla y la violencia para enterrarla”.

Por: Miguel Aroca Yepes.

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