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Cuando hablamos en silencio

El silencio, queridos lectores, es el principal aliado para expresar todo lo que deseamos sin limitación o prevención alguna.

Cuando hablamos en silencio

Cuando hablamos en silencio

Por: Jairo

@el_pilon

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El silencio, queridos lectores, es el principal aliado para expresar todo lo que deseamos sin limitación o prevención alguna. Alguien dijo que a veces para entender al mundo, hay que recurrir al viento, pero muchos lo entienden apreciándolo de diversas formas, ya sea como huracán, raudo y tempestuoso, otras veces fugaz, ondulante, en otras ocasiones como simple brisa rasante o tal vez suave como caricias que se sienten sin que nadie más las note. 

Ahora que me lees, escuchas tu voz como alguien extraño o tal vez conocido que repite cada línea de este escrito y ahora que te has detenido un poco para comprobar a quién es el que escuchas mientras lees, deberías preguntarte sobre lo poderoso y diciente que puede ser todo lo que surge del silencio. Palabras nítidas y poderosas, a veces necias, otras veces no, y tal vez deberíamos reflexionar sobre cuántas veces los pensamientos interesantes son los más parciales e indefendibles. Y que lo contrario sea por igual cierto, no hace sino contribuir al delicioso e inexplicable caos de nuestro mundo.

Muchos dicen también que hay que saber emplear el día (y por supuesto la noche) para diferentes oficios, como la vida, en diferentes máscaras. Es una manera de hacerla liviana. Igual que la brisa suave o el viento fuerte que nos agita el pensamiento y a hablarnos de forma constante. Algunos podrían preguntarse si la ventaja de un ciego consiste en no tener que ver la realidad, o bien en vivirla sin tener que verla, pues bien, aquí deberíamos asimilar de alguna forma dicho contexto y pensar si fuéramos mudos en absoluto, es decir, que ni siquiera pudiéramos modular las palabras dentro de nuestros pensamientos, qué sería del hombre sin poder hablarse en el silencio. Aterrador, ¿cierto?

Algunos, y yo creería que todos en absoluto, nos desahogamos siendo parlanchines con nosotros mismos. Inventando fantasías, tratando de hallar soluciones a nuestros problemas, cuestionándonos muchas veces, es más, invitando a nuestras conversaciones internas a otros yo, sin necesidad de estar locos o desequilibrados, pues toda mi vida he experimentado estas situaciones y si otros no lo han hecho entonces creo que sí me consideraré un extraño, alguien diferente que habla constantemente consigo mismo y con otros que se unen a las conversaciones diarias, cotidianas y que en ocasiones son sin sentido, pero necesarias.

En algunos apartes de lo que escribo hago alusión a algo que en apariencia suena paradójico o contradictorio y es a una expresión que utilizo: el bullicio del silencio. Y creo que nadie jamás está en silencio, pues somos parlanchines en nuestros pensamientos, conversadores gratos que jamás nos aburrimos de lo que conversamos, de algunas formas somos nuestros propios sicólogos, nuestros propios terapeutas, nuestros propios médicos, nuestros propios abogados, pretendiendo solucionar nuestra caótica realidad, forjada igualmente por nuestros pensamientos, es decir, el ruido que existe dentro de nosotros lo percibimos cuando ingresamos a conversar con los que siempre están ahí conversando.

Nuestros recuerdos se presentan como temas de conversación y hallamos en ellos una plácida excusa para reflexionar o comentar sobre los mismos, ya sea de manera individual o de manera colectiva, pues aunque no reparemos en ello, invitamos a nuestras conversaciones interiores, sin darnos cuenta a familiares y amigos para pretender escuchar sus opiniones o forjarnos una idea de lo que tal vez puedan comentar al respecto. Parece un poco complejo y enredado, pero si prestamos atención a lo que estoy diciendo hallarán razón en lo que digo y sé que estarán de acuerdo en lo que escribo.

También, muchas veces, nos exiliamos voluntariamente de nuestra realidad y nos damos cita a ese café que está en nuestras mentes para escapar un poco de ella y hablarnos en silencio. Y a esa reunión acudirán como lo manifesté, dependiendo de lo que se quiera hablar, muchas voces que intervendrán con opiniones que surgen como consejos que llegan a iluminar la oscuridad en la que nos encontramos y hallamos soluciones que de manera consciente no vemos. Y entonces tal vez deberíamos darnos cuenta que si no descubrimos que lo ordinario es sobrenatural ¿de qué sirve entonces continuar? 

POR: JAIRO MEJÍA.

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