COLUMNISTA

China y Rusia prometen un nuevo orden global

Al presidente Donald Trump le gustan los desfiles militares, sobre todo los suyos. Mucho más estar en el podio y que nadie diferente a él sea el centro de atención.

China y Rusia prometen un nuevo orden global

China y Rusia prometen un nuevo orden global

Por: Luis

@el_pilon

canal de WhatsApp

Al presidente Donald Trump le gustan los desfiles militares, sobre todo los suyos. Mucho más estar en el podio y que nadie diferente a él sea el centro de atención. No fue nada chistoso para Trump el desconcertante espectáculo de Xi Jinping, de China; Vladimir Putin, de Rusia, y Kim Jong-un, de Corea del Norte, marchando juntos en un enorme desfile militar en Pekín. El comportamiento de Trump hacia China desde que asumió el cargo en enero ha sido agresivo, vengativo y condescendiente por momentos.

Al estilo de la Plaza Roja, la ostentosa exhibición de poderío militar del presidente chino fue impresionante. El espectáculo, los himnos, los soldados impecablemente sincronizados, los tanques, las piezas de artillería e incluso la liberación de 80.000 palomas desconcertadas, todo ello mostraba el rápido avance de China hacia la paridad militar global con Washington.

Lo más preocupante para la armada estadounidense que patrulla el Pacífico occidental fue la presentación de misiles hipersónicos, con capacidad nuclear y de largo alcance, y de drones submarinos. China era “imparable”, declaró Xi Jinping. Al conmemorar el fin de la Segunda Guerra Mundial, señaló que “la humanidad se enfrenta de nuevo a la disyuntiva de paz o guerra, diálogo o confrontación, ganar-ganar o suma cero”. Ese mensaje fue directo y sin rodeos para Trump. Que escuche o no es harina de otro costal. El propósito principal de Xi al orquestar esta gran actuación política, diplomática y marcial fue proyectar el futuro liderazgo global de China, tal como él mismo lo concibió desde que ascendió a la cima del Partido Comunista en 2012.

Al reunir a docenas de líderes nacionales, primero en la conferencia anual más grande de la historia de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), un posible equivalente euroasiático de la Unión Europea, y luego en Pekín, Xi sentó un precedente cuyo significado resonará mucho más allá de la Casa Blanca. Con su presencia, los líderes de Turquía, Indonesia, Malasia, Pakistán, Irán y muchas otras potencias actuales o potenciales se doblegaron ante el poder chino. Incluso el líder de la India, Narendra Modi, distanciado por los aranceles de Trump, siguió el juego, minimizando las rivalidades de larga data con China.

La gobernanza global ha llegado a una nueva encrucijada. La declaración conjunta de la OCS en efecto respaldó un nuevo orden económico y de seguridad global emergente que desafía el acuerdo posterior a 1945, dirigido y dominado por Pekín. Fue la última afirmación triunfalista de la visión de Xi de China como potencia preeminente del siglo XXI.

En 1945, cuando se crearon la ONU y el actual orden mundial, la determinación compartida, principalmente entre las potencias occidentales, de que las catástrofes de dos guerras mundiales no se repitieran jamás fue fundamental en su toma de decisiones, por imperfecta que fuera. Al observar a Xi, Putin y Kim, además del aislacionista y nihilista Trump, se podría perdonar a los estudiosos bíblicos que recuerden a los cuatro jinetes del apocalipsis: conquista, guerra, hambruna y muerte. El grupo tiene un objetivo mucho más ambicioso: busca, como las Potencias del Eje de la Segunda Guerra Mundial (Alemania, Italia y Japón), un nuevo orden de cosas en el que cada país pueda reclamar su propio lugar.

Por: Luis Elquis Díaz.

TE PUEDE INTERESAR