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¡Clasificamos!

Después de una espera que se hizo eterna, de muchos partidos en los que Colombia mostraba su mejor cara, pero también la peor, la selección mayor clasificó al mundial de fútbol de Estados Unidos, Canadá y México 2026. Un sueño hecho realidad.

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Después de una espera que se hizo eterna, de muchos partidos en los que Colombia mostraba su mejor cara, pero también la peor, la selección mayor clasificó al mundial de fútbol de Estados Unidos, Canadá y México 2026. Un sueño hecho realidad. Con un fútbol práctico, si se quiere rápido, con James Rodríguez inspirado, nos hicimos a uno de los cupos a los que tiene derecho la Confederación Sudamericana de Fútbol. ¡Por fin volveremos a un Mundial!

El proceso ha sido irregular, Colombia mostró su mejor cara el año pasado en los juegos amistosos que enfrentó y en la Copa América que mereció —según todo el mundo entero— menos los árbitros de la final y Argentina. Pero luego de tanto talento mostrado, de darnos tantas alegrías, entramos en un letargo inmundo en el que no marcamos goles estando solos frente al arco y, por momentos, nuestro juego fue horrible… para el olvido. Eso está claro, así fueron las cosas, pero ahora debemos celebrar y sentirnos contentos porque volveremos a la Copa del Mundo. 

No sé qué pasará el año entrante, no sé qué sucederá con Colombia en el Mundial, pero lo que sí sé, es que esta Colombia, dolida por los últimos acontecimientos, necesitaba buenas noticias, esperanzadoras, noticias positivas que nos alejaran de tanto caos, de tanta violencia y de un desgobierno absurdo. Gracias muchachos, lo hicieron, clasificamos, nos hicieron gozar, vibrar, besamos de nuevo ese escudo de la Federación Colombiana de Fútbol que, aunque está en manos corruptas y descaradas, como el país, se embolsilla varios millones de dólares por el triunfo ante una limitada Bolivia.

La invitación es a soñar con un gran performance en el verano del 2026. Ya lo vivimos en Brasil 2014, cuando, increíblemente, Colombia terminó quinta en esa competición. Con Pékerman llegamos lejos, James brilló como nunca antes, y, a pesar de no contar con Falcao -que se había lesionado jugando para el Mónaco antes del torneo-, desplegamos el mejor juego en un mundial de fútbol. Esperamos asistir a algún partido, ya veremos en qué país, se nos facilita el tema en México y Estados Unidos, en ambos tenemos familia. Vamos con toda, a lucir la tricolor como lo he podido hacer en varios estadios del planeta, a vibrar con este equipo que debe ilusionarnos, que debe sacarnos de la rutina terrible en la que nos encontramos.

Por ahora, a cerrar este proceso de eliminatorias contra Venezuela el martes que viene en Maturín, a las 6:30 p. m., hora de Colombia. La Vinotinto saldrá a ganarnos, a meterla toda, pues dependen de eso para ganarse el cupo al repechaje, la única esperanza que les queda para asistir, por primera vez, a un mundial de fútbol. Ojalá ganemos, tomemos más confianza, disfrutemos y me veo comprando pronto el álbum de Panini. ¡Colombia va a tener su espacio ahí!

En días como hoy recordamos los recientes acontecimientos que han enlutado a Colombia: los asesinatos de Miguel Uribe Turbay, de los 13 policías en Amalfi, Antioquia, de las personas que se encontraban en las afueras de la base aérea de Cali, por todos ellos, ofrecemos oraciones y hacemos votos por lograr reconciliarnos. 

Mientras tanto, en las costas del Caribe sigue habiendo movimientos y ejercicios militares que tienen al régimen venezolano de Nicolás Maduro en vilo. Lo hemos visto recientemente en alocuciones en las que se le ve asustado, perplejo, es evidente que siente que su fin está cerca. Los Estados Unidos le sigue mostrando los dientes, ya destruyó un barco cargado de cocaína esta semana y no parece flaquear en su propósito de liquidar al Cartel de los Soles. Marco Rubio, secretario de Estado del gobierno Trump, el equivalente a nuestro canciller, ha enfilado baterías para perseguir a los mafiosos que se han tomado los mares para delinquir y movilizar la cocaína desde Suramérica hasta el norte de nuestro continente. Rubio la tiene clara: va por el Cartel, y de paso, se lleva por delante a la dictadura de Venezuela; es que son lo mismo. Seguimos a la expectativa de lo que viene para la geopolítica de la región, vienen cambios que ya son necesarios, seguro que vienen.

Por: Jorge Eduardo Ávila.

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