Contrario a la guerra de principios de siglo, las autoridades se enfrentan a ‘enemigos invisibles’ que se infiltran entre la sociedad y atacan esporádicamente. El último asesinato del intendente y los atentados a las estaciones serían en represalia a algunas incautaciones de droga, dicen las autoridades.
Con la firma de las negociaciones de paz, primero con las Autodefensas Unidas de Colombia, y luego con las Farc, el país y el departamento del Cesar avanzaron en la eliminación de las atrocidades de la guerra. Atrás quedó el dominio zonal de los grupos armados ilegales. Sin embargo, el árbol del conflicto armado no se ha cortado de raíz, y pequeñas ramas golpean aún la tranquilidad de los cesarenses.
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La última semana dichos grupos mostraron su vil accionar. Primero, de forma coordinada, se registraron dos atentados con artefactos explosivos contra las estaciones de Policía de Pailitas y Curumaní. Por fortuna, no se presentaron víctimas mortales.
No obstante, este martes por la tarde, al parecer un francotirador del ELN acabó con la vida del intendente de la Policía Jorge Armando Cely Macía, en hechos registrados en inmediaciones de la vía Curumaní – Pailitas.
En esta nueva guerra no hay bloques ni frentes guerrilleros que se toman municipios, sino pequeñas células urbanas o infiltrados que realizan golpes coordinados en contra de las autoridades o civiles.
Por eso, más que presencia de escuadrones, la estrategia para combatirlas será fortalecer la inteligencia de la Policía y el Ejército Nacional, encargados de velar por la seguridad del departamento.
Porque con esta nueva modalidad la Policía y el Ejército no se enfrentan a organizaciones que se identifican con uniformes, ni actúan en bloques, sino que, según los informes preliminares, los responsables actúan como ciudadanos normales y se esconden entre las comunidades.
“Las redes de apoyo siempre han estado en esta zona por la cercanía con el Catatumbo. No estamos hablando de una presencia militar, son hechos cobardes donde dos o tres generan disparos. Son individuos inmiscuidos en la sociedad y que no se identifican ni con un uniforme, ni con una bovina, sino que son personas que obran desde la clandestinidad”, relata el comandante de Policía Cesar, coronel Jesús De Los Reyes. En otras palabras, un enemigo invisible.
Ese tipo de ataque ‘alejado’ se repitió la noche del martes en contra de dos policías que realizaban trabajos de registro y control en el barrio Buenos Aires de Pueblo Bello. En un comienzo las autoridades municipales descartaron que se tratara de un hostigamiento.
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“En esta lucha es clave el apoyo de la comunidad. También necesitamos el apoyo del Gobierno nacional para el Gaula departamental. Nuestro pie de fuerza es insuficiente”, afirma el secretario de Gobierno departamental, Eduardo Campo.
Según los datos departamentales, en Curumaní hay 35 miembros de la Policía Nacional; Pailitas cuenta con 20. “Así la capacidad de respuesta es mínima. Se le solicitó al comandante de la división que nos apoye porque las cosas están cambiando de color”, agregó Campo.
Por eso uno de los compromisos que surgieron del último consejo de seguridad entre las autoridades militares y administrativas del departamento fue la llegada de auxiliares a Pailitas y Curumaní para que apoyen en la parte administrativa, y que los “patrulleros salgan a las calles a brindar seguridad”.
“Los hechos recientes que se han presentado en el departamento han sido acciones desarrolladas por la denominada red de apoyo al terrorismo, perteneciente al frente Camilo Torres del ELN. Frente a esto tenemos una investigación que permitirá individualizar a quienes son los determinadores”, señaló el comandante de Policía Cesar.
Y agrega: “Se han hecho incautaciones significativas de cocaína, que de alguna manera afectan estos grupos. Estas son retaliaciones frente al control de narcotráfico. Nosotros no podemos detenernos, vamos a seguir con el control”.
Según han señalado las autoridades, el departamento del Cesar es una zona estratégica de paso para el transporte de drogas ilícitas que van desde el Catatumbo hacia el norte del país. Incluso, el intendente asesinado el pasado martes participaba del control de la Policía de la ruta del narcotráfico que viene de la ciénaga de Zapatosa.
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Esa cercanía del Catatumbo con el sur del Cesar es una de las causas históricas de la violencia que ha golpeado al sur del departamento.
Aunque sería el más fuerte, el ELN no sería el único grupo ilegal que lucha por el dominio del paso ilegal de drogas. Averiguaciones de la Policía dan pistas, aún no confirmadas, de la presencia de Los Pelusos, una de las bacrim más grande del país.
Según reportes periodísticos, en el transcurso de la última década, Los Pelusos “han intentado tomar el control del narcotráfico en 10 municipios del Catatumbo”.
Por su lado, el portal Pacifista, experto en conflicto armado, señala que tras los acuerdos de paz, el EPL comenzó a acercarse al ELN para expandir el control territorial. Explican, además, que esta disidencia ha dirigido sus ataques contra la Fuerza Pública, principalmente en la zona de Ocaña, El Carmen, Convención, Teorama y El Tarra, en Norte de Santander. Dicho territorio es fronterizo con el sur del Cesar.
Además del ELN y Los Pelusos, investigadores de 360 Grados señalan que según dos alertas tempranas de la Defensoría del Pueblo del 2018, Los Pachencas intentaron ingresar al Cesar.
“Lo hicieron en 2018, a través de un grupo al mando de alias ‘Checheo’ que, al parecer, estuvo auspiciado por políticos de El Copey, según fuentes de inteligencia. Su intención era controlar la ruta de acceso a la Sierra Nevada de Santa Marta, a través de Chimila y Pueblo Bello, y conectarse con el sur de La Guajira”, señala el reporte. Cabe destacar que esta banda es señalada de aterrorizar la Sierra Nevada de Santa Marta.
En ese sentido, el comandante de la Primera División del Ejército, general Gerardo Melo, señaló que se creó una estrategia de seguridad que implica tres departamentos. “Diseñamos un plan específico para este corredor entre La Guajira, Cesar y Bolívar, que ataca todos estos factores de inestabilidad que pretenden azotar a esta región”, señaló el general Melo.
En el mismo sentido, el gobernador encargado del Cesar, Wilson Solano, señaló que en el consejo de seguridad el Ejército Nacional se comprometió a que dos batallones fortalezcan la seguridad en el corredor que va de Curumaní a Pelaya, incluyendo a Pailitas, “donde hay que bloquear el accionar delictivo de este tipo de organizaciones criminales”.
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Pero, ¿qué pasará con los responsables del crimen del intendente y la detonación en las dos estaciones de Policía? Las autoridades aseguraron que junto al Gobierno nacional se propondrá establecer una bolsa de recompensa, además de buscar la individualización de los responsables.
Del accionar oportuno y eficiente de las autoridades dependerá que el Cesar no regrese a las épocas donde el terror provocado por los grupos armados era el máximo denominador.
Por Redacción/EL PILÓN
Contrario a la guerra de principios de siglo, las autoridades se enfrentan a ‘enemigos invisibles’ que se infiltran entre la sociedad y atacan esporádicamente. El último asesinato del intendente y los atentados a las estaciones serían en represalia a algunas incautaciones de droga, dicen las autoridades.
Con la firma de las negociaciones de paz, primero con las Autodefensas Unidas de Colombia, y luego con las Farc, el país y el departamento del Cesar avanzaron en la eliminación de las atrocidades de la guerra. Atrás quedó el dominio zonal de los grupos armados ilegales. Sin embargo, el árbol del conflicto armado no se ha cortado de raíz, y pequeñas ramas golpean aún la tranquilidad de los cesarenses.
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La última semana dichos grupos mostraron su vil accionar. Primero, de forma coordinada, se registraron dos atentados con artefactos explosivos contra las estaciones de Policía de Pailitas y Curumaní. Por fortuna, no se presentaron víctimas mortales.
No obstante, este martes por la tarde, al parecer un francotirador del ELN acabó con la vida del intendente de la Policía Jorge Armando Cely Macía, en hechos registrados en inmediaciones de la vía Curumaní – Pailitas.
En esta nueva guerra no hay bloques ni frentes guerrilleros que se toman municipios, sino pequeñas células urbanas o infiltrados que realizan golpes coordinados en contra de las autoridades o civiles.
Por eso, más que presencia de escuadrones, la estrategia para combatirlas será fortalecer la inteligencia de la Policía y el Ejército Nacional, encargados de velar por la seguridad del departamento.
Porque con esta nueva modalidad la Policía y el Ejército no se enfrentan a organizaciones que se identifican con uniformes, ni actúan en bloques, sino que, según los informes preliminares, los responsables actúan como ciudadanos normales y se esconden entre las comunidades.
“Las redes de apoyo siempre han estado en esta zona por la cercanía con el Catatumbo. No estamos hablando de una presencia militar, son hechos cobardes donde dos o tres generan disparos. Son individuos inmiscuidos en la sociedad y que no se identifican ni con un uniforme, ni con una bovina, sino que son personas que obran desde la clandestinidad”, relata el comandante de Policía Cesar, coronel Jesús De Los Reyes. En otras palabras, un enemigo invisible.
Ese tipo de ataque ‘alejado’ se repitió la noche del martes en contra de dos policías que realizaban trabajos de registro y control en el barrio Buenos Aires de Pueblo Bello. En un comienzo las autoridades municipales descartaron que se tratara de un hostigamiento.
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“En esta lucha es clave el apoyo de la comunidad. También necesitamos el apoyo del Gobierno nacional para el Gaula departamental. Nuestro pie de fuerza es insuficiente”, afirma el secretario de Gobierno departamental, Eduardo Campo.
Según los datos departamentales, en Curumaní hay 35 miembros de la Policía Nacional; Pailitas cuenta con 20. “Así la capacidad de respuesta es mínima. Se le solicitó al comandante de la división que nos apoye porque las cosas están cambiando de color”, agregó Campo.
Por eso uno de los compromisos que surgieron del último consejo de seguridad entre las autoridades militares y administrativas del departamento fue la llegada de auxiliares a Pailitas y Curumaní para que apoyen en la parte administrativa, y que los “patrulleros salgan a las calles a brindar seguridad”.
“Los hechos recientes que se han presentado en el departamento han sido acciones desarrolladas por la denominada red de apoyo al terrorismo, perteneciente al frente Camilo Torres del ELN. Frente a esto tenemos una investigación que permitirá individualizar a quienes son los determinadores”, señaló el comandante de Policía Cesar.
Y agrega: “Se han hecho incautaciones significativas de cocaína, que de alguna manera afectan estos grupos. Estas son retaliaciones frente al control de narcotráfico. Nosotros no podemos detenernos, vamos a seguir con el control”.
Según han señalado las autoridades, el departamento del Cesar es una zona estratégica de paso para el transporte de drogas ilícitas que van desde el Catatumbo hacia el norte del país. Incluso, el intendente asesinado el pasado martes participaba del control de la Policía de la ruta del narcotráfico que viene de la ciénaga de Zapatosa.
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Esa cercanía del Catatumbo con el sur del Cesar es una de las causas históricas de la violencia que ha golpeado al sur del departamento.
Aunque sería el más fuerte, el ELN no sería el único grupo ilegal que lucha por el dominio del paso ilegal de drogas. Averiguaciones de la Policía dan pistas, aún no confirmadas, de la presencia de Los Pelusos, una de las bacrim más grande del país.
Según reportes periodísticos, en el transcurso de la última década, Los Pelusos “han intentado tomar el control del narcotráfico en 10 municipios del Catatumbo”.
Por su lado, el portal Pacifista, experto en conflicto armado, señala que tras los acuerdos de paz, el EPL comenzó a acercarse al ELN para expandir el control territorial. Explican, además, que esta disidencia ha dirigido sus ataques contra la Fuerza Pública, principalmente en la zona de Ocaña, El Carmen, Convención, Teorama y El Tarra, en Norte de Santander. Dicho territorio es fronterizo con el sur del Cesar.
Además del ELN y Los Pelusos, investigadores de 360 Grados señalan que según dos alertas tempranas de la Defensoría del Pueblo del 2018, Los Pachencas intentaron ingresar al Cesar.
“Lo hicieron en 2018, a través de un grupo al mando de alias ‘Checheo’ que, al parecer, estuvo auspiciado por políticos de El Copey, según fuentes de inteligencia. Su intención era controlar la ruta de acceso a la Sierra Nevada de Santa Marta, a través de Chimila y Pueblo Bello, y conectarse con el sur de La Guajira”, señala el reporte. Cabe destacar que esta banda es señalada de aterrorizar la Sierra Nevada de Santa Marta.
En ese sentido, el comandante de la Primera División del Ejército, general Gerardo Melo, señaló que se creó una estrategia de seguridad que implica tres departamentos. “Diseñamos un plan específico para este corredor entre La Guajira, Cesar y Bolívar, que ataca todos estos factores de inestabilidad que pretenden azotar a esta región”, señaló el general Melo.
En el mismo sentido, el gobernador encargado del Cesar, Wilson Solano, señaló que en el consejo de seguridad el Ejército Nacional se comprometió a que dos batallones fortalezcan la seguridad en el corredor que va de Curumaní a Pelaya, incluyendo a Pailitas, “donde hay que bloquear el accionar delictivo de este tipo de organizaciones criminales”.
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Pero, ¿qué pasará con los responsables del crimen del intendente y la detonación en las dos estaciones de Policía? Las autoridades aseguraron que junto al Gobierno nacional se propondrá establecer una bolsa de recompensa, además de buscar la individualización de los responsables.
Del accionar oportuno y eficiente de las autoridades dependerá que el Cesar no regrese a las épocas donde el terror provocado por los grupos armados era el máximo denominador.
Por Redacción/EL PILÓN