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Columnista - 23 febrero, 2021

Calidad educativa vs festín político en la UPC

El glorioso himno colombiano exclama en  su primera estrofa: “¡Cesó la horrible noche! La libertad sublime, derrama las auroras de su invencible luz”.  Nos angustia el  sentirnos ante la inopia de luz, pues la horrible noche en nuestra Universidad Popular no ha cesado, ni tampoco vemos libertad sublime que derrama las auroras, pues seguimos en […]

El glorioso himno colombiano exclama en  su primera estrofa: “¡Cesó la horrible noche! La libertad sublime, derrama las auroras de su invencible luz”.  Nos angustia el  sentirnos ante la inopia de luz, pues la horrible noche en nuestra Universidad Popular no ha cesado, ni tampoco vemos libertad sublime que derrama las auroras, pues seguimos en el maremagno,  el gatuperio de siempre. 

Hoy nos convida a analizar, de nueva cuenta, la situación desesperanzadora de la UPC, ante hechos que le mueven y  son noticia de manera nefasta. La calidad educativa y el fenómeno de la política mal llevada que la tiene en el ostracismo.  ¿A qué debemos prestarle mayor atención, a los procesos burocráticos o a fortalecerla académicamente?  Dejamos la pregunta abierta.

Es importante revisar el tema de los resultados de las pruebas Saber Pro 2019  develados  el año inmediatamente anterior   y que  nos deja con una sensación de preocupación alarmante, pues a la UPC, como a varias universidades de la región Caribe, no les fue muy bien; esto como para que   no vengan ahora  a sacar pecho y dilucidar que en nuestra querida institución no pasa nada. Sí pasa y pasa mucho.

Pasa, por ejemplo,  que la politiquería y la corrupción, el peor cáncer que tiene nuestro país, ya invadió, hace rato, esta institución y lo peor es que hizo metástasis en todos sus órganos. 

Pasa que los “padrastros de la patria”, los de nuestra región, son unos convidados de piedra en la gestión para salvar nuestra Universidad Popular.  Si no es así que le demuestren a toda la comunidad cuáles han sido las acciones especiales y la gestión hecha para  fortalecer la academia en la UPC. 

Aquí estamos esperando a los senadores: José Alfredo Gnecco, Didier Lobo; a los representantes: Alfredo ‘Ape’ Cuello, Eloy Chichí Quintero, Eliecer Salazar y Cristian José Moreno. Tienen a través de esta nota un emplazamiento para que  de manera pública les digan a los estudiantes y a la comunidad en general ¿qué han hecho hasta hoy  por la Universidad Popular del Cesar? 

Seguimos: pasa que el canibalismo que existe al interior de la UPC es crónico y  sea quien sea el rector nunca lo van a dejar trabajar por las posiciones mezquinas de quienes ostentan el poder,  no es de su interés ceder ni un milímetro para no perder sus “ingresos” millonarios.

Pasa, por ejemplo, que la indiferencia es fatal, y como dijera Martin Luther King: “No me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena”. Los actos maquiavélicos se siguen presentando en la UPC y nadie dice nada. El miedo es igual de perverso.

Por último, no dejemos que el caos acabe a la universidad; una intervención externa con sed de venganza es peor que dormir con el enemigo. Ojalá que en una pronta aurora podamos cantar: “¡Cesó la horrible noche! La libertad sublime, derrama las auroras de su invencible luz”.    Sólo Eso.

Columnista
23 febrero, 2021

Calidad educativa vs festín político en la UPC

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

El glorioso himno colombiano exclama en  su primera estrofa: “¡Cesó la horrible noche! La libertad sublime, derrama las auroras de su invencible luz”.  Nos angustia el  sentirnos ante la inopia de luz, pues la horrible noche en nuestra Universidad Popular no ha cesado, ni tampoco vemos libertad sublime que derrama las auroras, pues seguimos en […]


El glorioso himno colombiano exclama en  su primera estrofa: “¡Cesó la horrible noche! La libertad sublime, derrama las auroras de su invencible luz”.  Nos angustia el  sentirnos ante la inopia de luz, pues la horrible noche en nuestra Universidad Popular no ha cesado, ni tampoco vemos libertad sublime que derrama las auroras, pues seguimos en el maremagno,  el gatuperio de siempre. 

Hoy nos convida a analizar, de nueva cuenta, la situación desesperanzadora de la UPC, ante hechos que le mueven y  son noticia de manera nefasta. La calidad educativa y el fenómeno de la política mal llevada que la tiene en el ostracismo.  ¿A qué debemos prestarle mayor atención, a los procesos burocráticos o a fortalecerla académicamente?  Dejamos la pregunta abierta.

Es importante revisar el tema de los resultados de las pruebas Saber Pro 2019  develados  el año inmediatamente anterior   y que  nos deja con una sensación de preocupación alarmante, pues a la UPC, como a varias universidades de la región Caribe, no les fue muy bien; esto como para que   no vengan ahora  a sacar pecho y dilucidar que en nuestra querida institución no pasa nada. Sí pasa y pasa mucho.

Pasa, por ejemplo,  que la politiquería y la corrupción, el peor cáncer que tiene nuestro país, ya invadió, hace rato, esta institución y lo peor es que hizo metástasis en todos sus órganos. 

Pasa que los “padrastros de la patria”, los de nuestra región, son unos convidados de piedra en la gestión para salvar nuestra Universidad Popular.  Si no es así que le demuestren a toda la comunidad cuáles han sido las acciones especiales y la gestión hecha para  fortalecer la academia en la UPC. 

Aquí estamos esperando a los senadores: José Alfredo Gnecco, Didier Lobo; a los representantes: Alfredo ‘Ape’ Cuello, Eloy Chichí Quintero, Eliecer Salazar y Cristian José Moreno. Tienen a través de esta nota un emplazamiento para que  de manera pública les digan a los estudiantes y a la comunidad en general ¿qué han hecho hasta hoy  por la Universidad Popular del Cesar? 

Seguimos: pasa que el canibalismo que existe al interior de la UPC es crónico y  sea quien sea el rector nunca lo van a dejar trabajar por las posiciones mezquinas de quienes ostentan el poder,  no es de su interés ceder ni un milímetro para no perder sus “ingresos” millonarios.

Pasa, por ejemplo, que la indiferencia es fatal, y como dijera Martin Luther King: “No me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena”. Los actos maquiavélicos se siguen presentando en la UPC y nadie dice nada. El miedo es igual de perverso.

Por último, no dejemos que el caos acabe a la universidad; una intervención externa con sed de venganza es peor que dormir con el enemigo. Ojalá que en una pronta aurora podamos cantar: “¡Cesó la horrible noche! La libertad sublime, derrama las auroras de su invencible luz”.    Sólo Eso.