Después de eso se tejieron cientos de historias sobre el origen de los demonios, la mas fuerte es que una ex mujer que había dejado abandonada por uno de esos pueblos le mandó a sembrar los tenebrosos personajes en son de venganza, pero ésta sería sólo una de las muchas historias de mi papá en la tierra de la cereza.
Cuando ya no hubo que más que lanzar, la emprendieron contra un palo de limón que estaba en toda la entrada de la finca con una enorme cosecha, cuentan dos de los primos que hacían parte del ejército de esa noche, que los limones se estrellaban hirviendo contra las paredes y caían al suelo echando humo, sin contar con el fuerte olor a azufre, la casa se estremecía y crujía como si se fuese a caer y los perros salían huyendo despavoridos hacia el monte, ni siquiera les daba tiempo de ladrar y mucho menos aullar; el ganado se revolvía en los corrales bramando y queriendo romper las cercas, después, todo quedaba en silencio y los alrededores de la finca parecían como si hubiese habido una guerra.
Despúes de esa noche, los primos y los socios decidieron irse de la finca, eso que habían vivido no era nada de este mundo, antes de irse uno de ellos llamó aparte a mi papá y le dijo que lo que estaba pasando en la finca eran demonios que le habían sembrado en la finca para hacerlo salir y para que la abandonara y le recomendaba que buscara ayuda de un señor que tenía mucha fama por los lados de Zambrano y el Difícil porque ya había antecedentes en otros pueblos y el único que los había sacado era ese señor, recuerdo que su nombre era Edulfo Venera y era en ese momento el indicado para sacar esos demonios de la finca.
Si las cuentas no me fallan, este episodio debió ser entre 1972 y 1973 porque ya habíamos nacido mis tres hermanas mayores y, según cuenta mi mamá, yo estaba de meses, el caso es que la siguiente noche, mi papá se había quedado solo con los trabajadores dipuesto a enfrentarse a los demonios que para ese día ya estaban desatados de la furia porque la noche anterior el ejército privado de primos, amigos y socios de mi papá los habian “levantado a plomo”, más toda la suerte de vulgaridades e improperios que lanzaban en contra de los personajes mientras les disparaban a diestra y siniestra.
Esa noche la historia se repitió con más intensidad y llegó a un punto máximo porque el ataque de las noches anteriores se daba desde afuera de la casa, pero esta vez lo que fue pudo ingresar a la casa, a su paso iba levantando todo en medio de un tornado, volaban por el aire objetos, ropa, escobas, zapatos, platos, vasos y todo cuanto existía dentro de la casa, mi mamá había tenido la precaución de envolvernos en unas sábanas y meternos debajo de la cama de su alcoba, el hecho fue que cuando terminó la faena de los monitos y cuando mi mamá fue a buscar a los niños, no estaban; su nivel de angustia no pudo ser mayor cuando escucharon el llanto por el lado de los corrales; ahí estaban los cuatro muchachos envueltos en sacos de sal y en papel de envolver panela completamente empolvados y llorando a toda garganta, esa noche mi mamá decidió irse de la finca e irse para donde mi abuela que vivía en una casona a las entradas del pueblo.
Mi papá se convenció que su lucha no era contra personas ni contra nada humano, y mandó a traer al señor Edulfo, esa tarde el hombre recorrió los alrededores de la finca sembrando en cada esquina unos frascos transparentes de esos donde se envasaba la mermelada y las jaleas de vitamina que tenían la boca ancha, mandó a salir a todo el mundo de la finca, y los que se quedaron a ayudarlo debían permanecer en silencio pasara lo que pasara; esa fue la última noche, lo que se había vivido en la noches anteriores era una fiesta de piñata comparada con la violencia del episodio de esa noche, al final del estruendoso final y con la finca medio destrozada, los demonios llamados “los monitos” terminaron dentro de los frascos dipuestos en cada rincón de la finca, esto según la versión de los testigos.
Después de eso, se tejieron cientos de historias sobre el origen de los demonios, la más fuerte es que una exmujer que había dejado abandonada por uno de esos pueblos le mandó a sembrar los tenebrosos personajes en son de venganza, pero esta sería sólo una de las muchas historias de mi papá en la tierra de la cereza.
Por: Eloy Gutiérrez Anaya.
Después de eso se tejieron cientos de historias sobre el origen de los demonios, la mas fuerte es que una ex mujer que había dejado abandonada por uno de esos pueblos le mandó a sembrar los tenebrosos personajes en son de venganza, pero ésta sería sólo una de las muchas historias de mi papá en la tierra de la cereza.
Cuando ya no hubo que más que lanzar, la emprendieron contra un palo de limón que estaba en toda la entrada de la finca con una enorme cosecha, cuentan dos de los primos que hacían parte del ejército de esa noche, que los limones se estrellaban hirviendo contra las paredes y caían al suelo echando humo, sin contar con el fuerte olor a azufre, la casa se estremecía y crujía como si se fuese a caer y los perros salían huyendo despavoridos hacia el monte, ni siquiera les daba tiempo de ladrar y mucho menos aullar; el ganado se revolvía en los corrales bramando y queriendo romper las cercas, después, todo quedaba en silencio y los alrededores de la finca parecían como si hubiese habido una guerra.
Despúes de esa noche, los primos y los socios decidieron irse de la finca, eso que habían vivido no era nada de este mundo, antes de irse uno de ellos llamó aparte a mi papá y le dijo que lo que estaba pasando en la finca eran demonios que le habían sembrado en la finca para hacerlo salir y para que la abandonara y le recomendaba que buscara ayuda de un señor que tenía mucha fama por los lados de Zambrano y el Difícil porque ya había antecedentes en otros pueblos y el único que los había sacado era ese señor, recuerdo que su nombre era Edulfo Venera y era en ese momento el indicado para sacar esos demonios de la finca.
Si las cuentas no me fallan, este episodio debió ser entre 1972 y 1973 porque ya habíamos nacido mis tres hermanas mayores y, según cuenta mi mamá, yo estaba de meses, el caso es que la siguiente noche, mi papá se había quedado solo con los trabajadores dipuesto a enfrentarse a los demonios que para ese día ya estaban desatados de la furia porque la noche anterior el ejército privado de primos, amigos y socios de mi papá los habian “levantado a plomo”, más toda la suerte de vulgaridades e improperios que lanzaban en contra de los personajes mientras les disparaban a diestra y siniestra.
Esa noche la historia se repitió con más intensidad y llegó a un punto máximo porque el ataque de las noches anteriores se daba desde afuera de la casa, pero esta vez lo que fue pudo ingresar a la casa, a su paso iba levantando todo en medio de un tornado, volaban por el aire objetos, ropa, escobas, zapatos, platos, vasos y todo cuanto existía dentro de la casa, mi mamá había tenido la precaución de envolvernos en unas sábanas y meternos debajo de la cama de su alcoba, el hecho fue que cuando terminó la faena de los monitos y cuando mi mamá fue a buscar a los niños, no estaban; su nivel de angustia no pudo ser mayor cuando escucharon el llanto por el lado de los corrales; ahí estaban los cuatro muchachos envueltos en sacos de sal y en papel de envolver panela completamente empolvados y llorando a toda garganta, esa noche mi mamá decidió irse de la finca e irse para donde mi abuela que vivía en una casona a las entradas del pueblo.
Mi papá se convenció que su lucha no era contra personas ni contra nada humano, y mandó a traer al señor Edulfo, esa tarde el hombre recorrió los alrededores de la finca sembrando en cada esquina unos frascos transparentes de esos donde se envasaba la mermelada y las jaleas de vitamina que tenían la boca ancha, mandó a salir a todo el mundo de la finca, y los que se quedaron a ayudarlo debían permanecer en silencio pasara lo que pasara; esa fue la última noche, lo que se había vivido en la noches anteriores era una fiesta de piñata comparada con la violencia del episodio de esa noche, al final del estruendoso final y con la finca medio destrozada, los demonios llamados “los monitos” terminaron dentro de los frascos dipuestos en cada rincón de la finca, esto según la versión de los testigos.
Después de eso, se tejieron cientos de historias sobre el origen de los demonios, la más fuerte es que una exmujer que había dejado abandonada por uno de esos pueblos le mandó a sembrar los tenebrosos personajes en son de venganza, pero esta sería sólo una de las muchas historias de mi papá en la tierra de la cereza.
Por: Eloy Gutiérrez Anaya.