Fragmento de la canción del profesor Luis Carlos López, cuyo título tomamos para esta columna y ganadora en el Festival Un Canto al Río
“Llora cañahuate, llora trinitaria que ese es tu amigo.
Llora rio Badillo, llora Ranchería que ese es tu hermano.
Ay Guatapurí, adiós amigo, mi dulce amigo.
Hoy te veo partir y solo una lágrima nos has dejado.
Lloren acordeones que no habrán más sones que hablen del río.
Ya no hay mariposa no hay fauna ni rosas en tu rivera.
Ay Guatapurí, mi moribundo amigo mío.
Hoy te veo partir y el paraíso desierto queda.
Adiós amigo mío te veo morir, parece que a ninguno le doliera (bis)”.
Este es un fragmento de la canción del profesor Luis Carlos López, cuyo título tomamos para esta columna y que fue la ganadora en el primer Festival Un Canto al Río, que se realizó en Valledupar el pasado 5 de enero a orillas del hermoso y emblemático río Guatapurí, patrimonio ecológico, ambiental y natural de los vallenatos y colombianos.
Ese moribundo río Guatapurí, el mismo al que los turistas extranjeros ven como una maravilla de la naturaleza, como un regalo divino, del que se dice que ‘mujer que se baña en sus heladas aguas se queda a vivir en el Valle’ El mismo río al que los vallenatos adoran, pero simultáneamente han depredado, han llenado de basura y jamás le han exigido políticas públicas claras a las autoridades locales para preservarlo y cuidarlo, como debe ser.
Siempre que veo los parques principales y plazas públicas de la mayoría de pueblos de la Costa Caribe colombiana, me pregunto: ¿Por qué tanto cemento? ¿Cuál es la razón para que no haya una mejor arborización, si con este calor, es lo que más se requiere? Un día le hice esas preguntas a un taxista vallenato y la respuesta que me dio fue: Porque sembrando árboles a los alcaldes les queda más difícil robar, mientras que con obras de cemento les queda de papayita.
En estas épocas en las que el mundo le apunta a 8 objetivos de desarrollo en este milenio y entre ellos se encuentran el de garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y así poder incorporar los principios del desarrollo sostenible en las políticas y los programas nacionales y reducir la pérdida de recursos del medio ambiente y haber reducido y ralentizado considerablemente la pérdida de diversidad biológica, nuestras autoridades locales quieren pavimentar buena parte del río Guatapurí, supuestamente para que se vea más bonito.
El Alcalde de Valledupar ha socializado una maqueta del proyecto conocido como playa maravilla, en el cual nos muestra una mole de cemento alrededor del Guatapurí, lo que conllevaría a la eliminación de la rica flora nativa y en general del ecosistema que lo circunda. ¿Qué dicen los vallenatos sobre este asunto? ¿Qué ha dicho Corpocesar sobre el tema? ¿Qué opinan los honorables concejales?.
COLOFÓN: En el barrio Villa Fátima de Riohacha, La Guajira, la señora Alexandra Ardila creó una biblioteca para los niños Wayuu hace más de 15 años, tengo información de que en estos días fue desalojada por la Sociedad de Activos Especiales, al parecer previamente su creadora y los beneficiarios de esta iniciativa privada acudieron a las autoridades mediante tutelas y todo tipo de recursos y no hubo poder humano que impidiera este exabrupto. Solo en Colombia se cierra una biblioteca indígena de iniciativa privada, porque el Estado vendió el inmueble donde operaba para que allí se construya un hotel. Esa es mi patria querida, qué tristeza. [email protected]
Fragmento de la canción del profesor Luis Carlos López, cuyo título tomamos para esta columna y ganadora en el Festival Un Canto al Río
“Llora cañahuate, llora trinitaria que ese es tu amigo.
Llora rio Badillo, llora Ranchería que ese es tu hermano.
Ay Guatapurí, adiós amigo, mi dulce amigo.
Hoy te veo partir y solo una lágrima nos has dejado.
Lloren acordeones que no habrán más sones que hablen del río.
Ya no hay mariposa no hay fauna ni rosas en tu rivera.
Ay Guatapurí, mi moribundo amigo mío.
Hoy te veo partir y el paraíso desierto queda.
Adiós amigo mío te veo morir, parece que a ninguno le doliera (bis)”.
Este es un fragmento de la canción del profesor Luis Carlos López, cuyo título tomamos para esta columna y que fue la ganadora en el primer Festival Un Canto al Río, que se realizó en Valledupar el pasado 5 de enero a orillas del hermoso y emblemático río Guatapurí, patrimonio ecológico, ambiental y natural de los vallenatos y colombianos.
Ese moribundo río Guatapurí, el mismo al que los turistas extranjeros ven como una maravilla de la naturaleza, como un regalo divino, del que se dice que ‘mujer que se baña en sus heladas aguas se queda a vivir en el Valle’ El mismo río al que los vallenatos adoran, pero simultáneamente han depredado, han llenado de basura y jamás le han exigido políticas públicas claras a las autoridades locales para preservarlo y cuidarlo, como debe ser.
Siempre que veo los parques principales y plazas públicas de la mayoría de pueblos de la Costa Caribe colombiana, me pregunto: ¿Por qué tanto cemento? ¿Cuál es la razón para que no haya una mejor arborización, si con este calor, es lo que más se requiere? Un día le hice esas preguntas a un taxista vallenato y la respuesta que me dio fue: Porque sembrando árboles a los alcaldes les queda más difícil robar, mientras que con obras de cemento les queda de papayita.
En estas épocas en las que el mundo le apunta a 8 objetivos de desarrollo en este milenio y entre ellos se encuentran el de garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y así poder incorporar los principios del desarrollo sostenible en las políticas y los programas nacionales y reducir la pérdida de recursos del medio ambiente y haber reducido y ralentizado considerablemente la pérdida de diversidad biológica, nuestras autoridades locales quieren pavimentar buena parte del río Guatapurí, supuestamente para que se vea más bonito.
El Alcalde de Valledupar ha socializado una maqueta del proyecto conocido como playa maravilla, en el cual nos muestra una mole de cemento alrededor del Guatapurí, lo que conllevaría a la eliminación de la rica flora nativa y en general del ecosistema que lo circunda. ¿Qué dicen los vallenatos sobre este asunto? ¿Qué ha dicho Corpocesar sobre el tema? ¿Qué opinan los honorables concejales?.
COLOFÓN: En el barrio Villa Fátima de Riohacha, La Guajira, la señora Alexandra Ardila creó una biblioteca para los niños Wayuu hace más de 15 años, tengo información de que en estos días fue desalojada por la Sociedad de Activos Especiales, al parecer previamente su creadora y los beneficiarios de esta iniciativa privada acudieron a las autoridades mediante tutelas y todo tipo de recursos y no hubo poder humano que impidiera este exabrupto. Solo en Colombia se cierra una biblioteca indígena de iniciativa privada, porque el Estado vendió el inmueble donde operaba para que allí se construya un hotel. Esa es mi patria querida, qué tristeza. [email protected]