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Columnista - 31 marzo, 2014

Aviso del terremoto

Todavía se comentan las dos sacudidas de la tierra sentidas con intensidad en esta ciudad. Por lo novedoso, aquí, todavía se pregunta ‘¿Dónde estabas cuando el temblor?’, y comienzan las anécdotas, y los miedos, acicateados por el terrorismo que se ha desplegado a través de las redes sociales, anunciando un terremoto de 8.5 para estos […]

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Todavía se comentan las dos sacudidas de la tierra sentidas con intensidad en esta ciudad. Por lo novedoso, aquí, todavía se pregunta ‘¿Dónde estabas cuando el temblor?’, y comienzan las anécdotas, y los miedos, acicateados por el terrorismo que se ha desplegado a través de las redes sociales, anunciando un terremoto de 8.5 para estos días.

Mejor dicho nos acabaremos. Nadie, ningún científico dedicado al tema, puede predecir un terremoto, pero los vallenatos sí, aquí se sabe de todo o se inventa todo.

Pues bien, todo eso me recordó la historia del periodismo cuando aparece la primera noticia impresa en los que hoy es Colombia, fue una simple hojita que daba cuenta de las repercusiones de un sismo ocurrido el 12 de junio de 1785, que causó terror y destrozos en Santafé de Bogotá, el epicentro fue en la Calera y tuvo una intensidad de 6.9 en la escala de Richter. En ese intento de periodismo, impreso en la Real Imprenta de Antonio Espinosa de los Monteros, se pone de manifiesto el deseo de informar o la obligación de informar, que es en sí la razón de ser del periodismo.

El autor del pequeño periódico fue Manuel del Socorro Rodríguez, llamado el padre del periodismo en nuestro país, era cubano y trabajaba en la Real Biblioteca de Colombia. Sólo se publicaron tres números del periódico Aviso de Terremoto, la noticia comienza así, con palabras escritas como se usaba en la época y con una serie de lo que hoy llamaríamos errores ortográficos y gramaticales:

“Este día se vio esta capital, en la mayor consternación, dimanada del espantoso Terremoto que se experimentó como a las siete y tres quartos de la mañana, percibiéndose el terrible movimiento del Sur à Norte en los primeros ‘baibenes’ quedando tan fuerte el movimiento de trepidación vertical que parecían deshacerse los edificio, y aunque el conflicto en que nos vimos no permitió observar su duración se conceptúa de dos minutos ‘haviendo’ sido mayor al concluir que al comenzar…” (Sic.) Tomado textualmente de un facsímil que se encuentra en la hemeroteca del Banco de la República; se puede leer también en la Biblioteca Virtual de la Luís Ángel Arango y en libros de historia del periodismo en Colombia.

Después de la publicación de ese primer ‘periódico’ comenzó el periodismo a ganar adeptos y el país, para entonces, tenía fama de manejar el mejor de América, un periodismo culto, respetuoso e instructivo.

Es delicioso leer esos primero pasos del periodismo en nuestro país, y es divertido como se narran los sustos, y los que murieron en una iglesia que el periodista de una vez asegura que están en el cielo, en fin, todo con pinceladas inocentes, así como son los recién nacidos.

Columnista
31 marzo, 2014

Aviso del terremoto

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mary Daza Orozco

Todavía se comentan las dos sacudidas de la tierra sentidas con intensidad en esta ciudad. Por lo novedoso, aquí, todavía se pregunta ‘¿Dónde estabas cuando el temblor?’, y comienzan las anécdotas, y los miedos, acicateados por el terrorismo que se ha desplegado a través de las redes sociales, anunciando un terremoto de 8.5 para estos […]


Todavía se comentan las dos sacudidas de la tierra sentidas con intensidad en esta ciudad. Por lo novedoso, aquí, todavía se pregunta ‘¿Dónde estabas cuando el temblor?’, y comienzan las anécdotas, y los miedos, acicateados por el terrorismo que se ha desplegado a través de las redes sociales, anunciando un terremoto de 8.5 para estos días.

Mejor dicho nos acabaremos. Nadie, ningún científico dedicado al tema, puede predecir un terremoto, pero los vallenatos sí, aquí se sabe de todo o se inventa todo.

Pues bien, todo eso me recordó la historia del periodismo cuando aparece la primera noticia impresa en los que hoy es Colombia, fue una simple hojita que daba cuenta de las repercusiones de un sismo ocurrido el 12 de junio de 1785, que causó terror y destrozos en Santafé de Bogotá, el epicentro fue en la Calera y tuvo una intensidad de 6.9 en la escala de Richter. En ese intento de periodismo, impreso en la Real Imprenta de Antonio Espinosa de los Monteros, se pone de manifiesto el deseo de informar o la obligación de informar, que es en sí la razón de ser del periodismo.

El autor del pequeño periódico fue Manuel del Socorro Rodríguez, llamado el padre del periodismo en nuestro país, era cubano y trabajaba en la Real Biblioteca de Colombia. Sólo se publicaron tres números del periódico Aviso de Terremoto, la noticia comienza así, con palabras escritas como se usaba en la época y con una serie de lo que hoy llamaríamos errores ortográficos y gramaticales:

“Este día se vio esta capital, en la mayor consternación, dimanada del espantoso Terremoto que se experimentó como a las siete y tres quartos de la mañana, percibiéndose el terrible movimiento del Sur à Norte en los primeros ‘baibenes’ quedando tan fuerte el movimiento de trepidación vertical que parecían deshacerse los edificio, y aunque el conflicto en que nos vimos no permitió observar su duración se conceptúa de dos minutos ‘haviendo’ sido mayor al concluir que al comenzar…” (Sic.) Tomado textualmente de un facsímil que se encuentra en la hemeroteca del Banco de la República; se puede leer también en la Biblioteca Virtual de la Luís Ángel Arango y en libros de historia del periodismo en Colombia.

Después de la publicación de ese primer ‘periódico’ comenzó el periodismo a ganar adeptos y el país, para entonces, tenía fama de manejar el mejor de América, un periodismo culto, respetuoso e instructivo.

Es delicioso leer esos primero pasos del periodismo en nuestro país, y es divertido como se narran los sustos, y los que murieron en una iglesia que el periodista de una vez asegura que están en el cielo, en fin, todo con pinceladas inocentes, así como son los recién nacidos.