Mucha inconformidad se generó en Valledupar, debido a que la ciudad no quedó dentro de la meta de las Áreas de Desarrollo Naranja, prevista en el Plan Nacional de Desarrollo del gobierno del presidente Iván Duque. Debo recordar que la concepción de estas áreas o espacios geográficos quedaron definidas en el artículo 2° de la […]
Mucha inconformidad se generó en Valledupar, debido a que la ciudad no quedó dentro de la meta de las Áreas de Desarrollo Naranja, prevista en el Plan Nacional de Desarrollo del gobierno del presidente Iván Duque. Debo recordar que la concepción de estas áreas o espacios geográficos quedaron definidas en el artículo 2° de la Ley 1834 de 2017, (Ley Naranja). Asimismo, estas áreas fueron tratadas, concertadas y cuantificadas en las bases del Plan Nacional de Desarrollo, por lo tanto, no tiene sentido ni motivos de asombro que Valledupar no haya quedado en la meta para el cuatrienio.
Desde esta tribuna en un par de columnas que bauticé ¿cómo se financian los proyectos creativos? y emprendimiento y economía naranja, opiné que era necesario comprender, analizar y estudiar las bases del plan nacional de desarrollo con el fin de articular sus propósitos y metas en el orden territorial. Dudo que el equipo del alcalde “tuto” Uhia, haya pasado por alto semejante obviedad, sobre todo, por el despliegue mediático y propagandístico dado al concepto de economía naranja en la ciudad. También anoté con insistencia que era imperioso aclarar y definir “el cómo” del marco conceptual, para trascender de la eficiencia retórica, con el fin de conformar las bases para estructurar la hoja de ruta.
Las Áreas de Desarrollo Naranja están pensadas para que funcionen bajo el liderazgo de varias instituciones y ministerios, entre ellos, Vivienda, Ciudad y Territorio, Cultura, Comercio, las TIC, Comercio, Industria y Turismo y del Trabajo, los cuales tienen por objeto construir la oferta publica para el desarrollo de la economía naranja mediante el Sistema de Ciudades. Uno de los alcances de este engranaje institucional, tuvo epicentro en Valledupar con el lanzamiento de la política de empleo.
Es desconsiderado desconocer las loables visiones del alcalde “tuto” Uhia, debo suponer que han sido bien intencionadas. No obstante, me parece innecesario insistir en las capacidades de disuasión con el ánimo de procurar convencernos de algo que no es cierto. Las metas de los planes de desarrollo y de los planes en general demandan apalancamiento financiero, en Colombia es amplia la rigurosidad técnica y normativa de los instrumentos de planificación financiera para el sector público.
El fin de las metas es que logren cumplirse y son extraordinarias si son superadas. Estas situaciones son de raro suceso, porque la definición de las metas obedece precisamente a la seriedad de la planeación y fundamentalmente de la disponibilidad presupuestal. Que Valledupar no haya quedado en la meta de Áreas de Desarrollo Naranja, no nos debe alegrar, ni debe usarse como arenga política, pero si debemos advertir que el folclorismo no es gestión, y que debemos prepararnos para responder con oportunidad y calidad en aras de evitar el ridículo.
Estas bocinas de alerta reviven lo que he planteado: Valledupar ya no es de casitas de bahareque, sino un sistema en constante evolución. Fíjense la coincidencia, Medellín, Bogotá, Cali y Barranquilla, ciudades Áreas de Desarrollo Naranja, también quedaron incluidas en el top 25 de las ciudades americanas del futuro, ranking desarrollado por el FDI Intelligence del Financial Times. Este ranking mide el desempeño en atracción de inversión extranjera directa, estas oportunidades no se apropian con folclorismo ni con deseo puro, sino con base en la implementación e inversión de recursos en infraestructura, preparación del talento humano en plazos razonables y agenda propia.
@LuchoDiaz12
Mucha inconformidad se generó en Valledupar, debido a que la ciudad no quedó dentro de la meta de las Áreas de Desarrollo Naranja, prevista en el Plan Nacional de Desarrollo del gobierno del presidente Iván Duque. Debo recordar que la concepción de estas áreas o espacios geográficos quedaron definidas en el artículo 2° de la […]
Mucha inconformidad se generó en Valledupar, debido a que la ciudad no quedó dentro de la meta de las Áreas de Desarrollo Naranja, prevista en el Plan Nacional de Desarrollo del gobierno del presidente Iván Duque. Debo recordar que la concepción de estas áreas o espacios geográficos quedaron definidas en el artículo 2° de la Ley 1834 de 2017, (Ley Naranja). Asimismo, estas áreas fueron tratadas, concertadas y cuantificadas en las bases del Plan Nacional de Desarrollo, por lo tanto, no tiene sentido ni motivos de asombro que Valledupar no haya quedado en la meta para el cuatrienio.
Desde esta tribuna en un par de columnas que bauticé ¿cómo se financian los proyectos creativos? y emprendimiento y economía naranja, opiné que era necesario comprender, analizar y estudiar las bases del plan nacional de desarrollo con el fin de articular sus propósitos y metas en el orden territorial. Dudo que el equipo del alcalde “tuto” Uhia, haya pasado por alto semejante obviedad, sobre todo, por el despliegue mediático y propagandístico dado al concepto de economía naranja en la ciudad. También anoté con insistencia que era imperioso aclarar y definir “el cómo” del marco conceptual, para trascender de la eficiencia retórica, con el fin de conformar las bases para estructurar la hoja de ruta.
Las Áreas de Desarrollo Naranja están pensadas para que funcionen bajo el liderazgo de varias instituciones y ministerios, entre ellos, Vivienda, Ciudad y Territorio, Cultura, Comercio, las TIC, Comercio, Industria y Turismo y del Trabajo, los cuales tienen por objeto construir la oferta publica para el desarrollo de la economía naranja mediante el Sistema de Ciudades. Uno de los alcances de este engranaje institucional, tuvo epicentro en Valledupar con el lanzamiento de la política de empleo.
Es desconsiderado desconocer las loables visiones del alcalde “tuto” Uhia, debo suponer que han sido bien intencionadas. No obstante, me parece innecesario insistir en las capacidades de disuasión con el ánimo de procurar convencernos de algo que no es cierto. Las metas de los planes de desarrollo y de los planes en general demandan apalancamiento financiero, en Colombia es amplia la rigurosidad técnica y normativa de los instrumentos de planificación financiera para el sector público.
El fin de las metas es que logren cumplirse y son extraordinarias si son superadas. Estas situaciones son de raro suceso, porque la definición de las metas obedece precisamente a la seriedad de la planeación y fundamentalmente de la disponibilidad presupuestal. Que Valledupar no haya quedado en la meta de Áreas de Desarrollo Naranja, no nos debe alegrar, ni debe usarse como arenga política, pero si debemos advertir que el folclorismo no es gestión, y que debemos prepararnos para responder con oportunidad y calidad en aras de evitar el ridículo.
Estas bocinas de alerta reviven lo que he planteado: Valledupar ya no es de casitas de bahareque, sino un sistema en constante evolución. Fíjense la coincidencia, Medellín, Bogotá, Cali y Barranquilla, ciudades Áreas de Desarrollo Naranja, también quedaron incluidas en el top 25 de las ciudades americanas del futuro, ranking desarrollado por el FDI Intelligence del Financial Times. Este ranking mide el desempeño en atracción de inversión extranjera directa, estas oportunidades no se apropian con folclorismo ni con deseo puro, sino con base en la implementación e inversión de recursos en infraestructura, preparación del talento humano en plazos razonables y agenda propia.
@LuchoDiaz12