El primer rey de la Piqueria del Festival de la Leyenda Vallenata, Andrés Emilio Beleño Paba recibió otro título importante para su vida, el de ‘Bachiller Honoris Causa’, que le otorgó el colegio ‘Milciades Cantillo Costa’.
A sus 69 años, recién cumplidos, el verseador, cantante y compositor Andrés Emilio Beleño Paba obtuvo el título de ‘Bachiller Honoris Causa’ que le otorgó el colegio ‘Milciades Cantillo Costa’ de Valledupar.
La emoción por ese honor fue muy grande, y en esta ocasión su corazón lo asimiló como es debido, y no le mandó ninguna alerta. Enseguida, ese acto de graduación al lado de 190 bachilleres y 20 glorias del Folclor Vallenato, lo trasladó a su natal Chiriguaná, municipio ubicado en el centro del Cesar, para recordar una niñez que trascurrió entre los playones de esa región, y donde la vida no fue color de rosa.
“Desde pela’o me tocó trabajar, y bien duro. Mis padres, Francisco Nicanor Beleño Rojas y Olga del Socorro Paba Acosta, tuvieron 20 hijos, y este servidor, es el mayor. Mi padre era campesino, pescador, cultivador de plátano y otras labores afines, y mi mamá, ama de casa”.
La telaraña de la nostalgia lo arropó, pero se salió rápido para continuar diciendo: “No alcancé a graduarme. Hice hasta tercero de bachillerato, porque siempre me echaban o suspendían del colegio, porque no arriscaba para el estudio. Lo mío era el trabajo, tal y como lo aprendí desde muy pequeño”.
Entonces, señala que antes de ir al colegio, su padrino, quien fue como su padre, Librado Antonio Ditta Mejía, le enseñó a leer y escribir en su casa. “La cartilla ‘Alegría de leer’, era la chacha en ese entonces”, señala el nuevo bachiller de Colombia.
‘Beleñito’, el hombre que nació el martes 30 de noviembre de 1948, pero cuya cédula de ciudanía dice que fue antes, el 29 de septiembre, manifiesta que estudió en el colegio San Luis Gonzaga, de Chiriguaná, donde en las horas libres se la pasaba arriando agua, buscando leña y metiendo los terneros, las vacas y los caballos al corral. “Tenía poco tiempo para jugar. Esa era mi mayor diversión”, indica cuando se acuerda de aquella época. También manifiesta que su abuela, Lola Paba, se lo llevó para Venezuela, donde estuvo como enrejador y chiquerero en una finca.
De un momento a otro su vida cambió, cuando comenzó a escuchar los cantos vallenatos de los viejos juglares, y especialmente en ritmo de tambora, salidos de esa región conocida como La Depresión Momposina.
“Luego de un tiempo largo en Venezuela, regresé a Chiriguaná y supe del Festival de la Leyenda Vallenata. Entonces, me vine para Valledupar a presentar la primera canción que compuse titulada ‘Orgullo triste’, siendo acompañado por el maestro Andrés Landero. Empecé con el pie derecho”.
Entonces, llama a su memoria esa obra que nunca ha grabado:
Me voy a reclinar en una montaña
en donde nadie sepa de mi vivir,
porque se encuentra en nada mi pobre alma
y en un lugar sólo quiero morir…
Se queda pensativo, y cuando el viento del recuerdo sopla con fuerza en su memoria, anota: “Esa canción fue un invento mío para venirme a vivir en Valledupar. Acá comencé a trabajar como recolector de algodón en diferentes fincas, y en el tiempo que no había nada que hacer me la pasaba cantando con distintas agrupaciones vallenatas, porque me gustaba esto. Ya mayor de edad, comencé a laborar en Cicolac, donde duré seis años aproximadamente, después entré a trabajar en Telecom”.
Estando metido de lleno en la empresa de telecomunicaciones, lo llamó el amor, y en poco tiempo se casó con Nelsy del Carmen, hija del acordeonero Carmencito Mendoza.
“Ese amor también contribuyó para que me enamorara más del vallenato, y que tomara todo en serio hasta nuestros días. Ha sido la mejor fórmula para triunfar y dedicarme a lo que me gusta más que la comida”. Enseguida, entra en su gloriosa etapa de compositor anotando que le han grabado canciones los más importantes cantantes vallenatos. Recientemente han sido éxitos: ‘La campana’, ‘La batea’, ‘El gorrero’, ‘La mamá de uno’, ‘Que se vaya’, ‘El flaco lleva’o’ y ‘Me huele’, entre otras.
Suelta una gran carcajada al hacer un repaso por sus obras, pero también señala su aporte a los festivales vallenatos que se llevan a cabo en todo el país, e incluso, en el exterior, donde sus canciones en aire de puya son interpretadas por la mayoría de los acordeoneros.
Entonces, cita a ‘Los parecidos’, ‘Lo ví corriendo’, ‘Me peino con la lengua’, ‘Vaya pa’ trás’, ‘Soy maestro’, ‘Pico y espuela’, ‘El contendor’ y ‘El combate’, entre otras.
Para darle peso a su aseveración indica que “Navín López, Juan David ‘El Pollito’ Herrera, Cristian Camilo Peña, Ciro y Álvaro Meza, se han coronado Reyes Vallenatos interpretando mis puyas”.
Andrés Emilio Beleño Paba logró dejar su nombre inscrito en la historia del Festival de la Leyenda Vallenata, al coronarse como primer Rey de la Piqueria en el año de 1979.
“Ese título, como el que ahora recibí de bachiller, es algo que me enorgullece a mí que he sido un campesino y un hombre original de los playones de mi tierra. Pienso que es como tocar el cielo con las manos”.
La emoción lo sacude. Le agradece a Dios, a sus padres: Francisco Nicanor y Olga del Socorro, de 90 y 85 años, respectivamente; a sus hermanos, a su esposa, a sus hijos, a sus familiares, a sus paisanos, y a los que le han tendido la mano en los momentos alegres y tristes.
A la par con el agradecimiento, recalca: “Estas son las cosas que alientan a continuar en la brega musical. Siguen dando ganas de versear, cantar y componerle a las cosas cotidianas, pero con mi costumbrismo característico. Gracias por otorgarme el título de bachiller, y les pagaré con un canto que es como un cheque en blanco, pero con mi firma musical”.
Cuando la grabadora cumplió con su misión, y los abrazos de felicitación no cesaban para el nuevo Señor Bachiller, alguien le pidió que regalara un verso ‘Abeleñado’, de esos que tienen la esencia del folclor. Aceptó gustoso, y cantó:
Yo soy un hombre sencillo
digo en un verso cantado,
gracias Milciades Cantillo
por regalarme este grado…
Por Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv
El primer rey de la Piqueria del Festival de la Leyenda Vallenata, Andrés Emilio Beleño Paba recibió otro título importante para su vida, el de ‘Bachiller Honoris Causa’, que le otorgó el colegio ‘Milciades Cantillo Costa’.
A sus 69 años, recién cumplidos, el verseador, cantante y compositor Andrés Emilio Beleño Paba obtuvo el título de ‘Bachiller Honoris Causa’ que le otorgó el colegio ‘Milciades Cantillo Costa’ de Valledupar.
La emoción por ese honor fue muy grande, y en esta ocasión su corazón lo asimiló como es debido, y no le mandó ninguna alerta. Enseguida, ese acto de graduación al lado de 190 bachilleres y 20 glorias del Folclor Vallenato, lo trasladó a su natal Chiriguaná, municipio ubicado en el centro del Cesar, para recordar una niñez que trascurrió entre los playones de esa región, y donde la vida no fue color de rosa.
“Desde pela’o me tocó trabajar, y bien duro. Mis padres, Francisco Nicanor Beleño Rojas y Olga del Socorro Paba Acosta, tuvieron 20 hijos, y este servidor, es el mayor. Mi padre era campesino, pescador, cultivador de plátano y otras labores afines, y mi mamá, ama de casa”.
La telaraña de la nostalgia lo arropó, pero se salió rápido para continuar diciendo: “No alcancé a graduarme. Hice hasta tercero de bachillerato, porque siempre me echaban o suspendían del colegio, porque no arriscaba para el estudio. Lo mío era el trabajo, tal y como lo aprendí desde muy pequeño”.
Entonces, señala que antes de ir al colegio, su padrino, quien fue como su padre, Librado Antonio Ditta Mejía, le enseñó a leer y escribir en su casa. “La cartilla ‘Alegría de leer’, era la chacha en ese entonces”, señala el nuevo bachiller de Colombia.
‘Beleñito’, el hombre que nació el martes 30 de noviembre de 1948, pero cuya cédula de ciudanía dice que fue antes, el 29 de septiembre, manifiesta que estudió en el colegio San Luis Gonzaga, de Chiriguaná, donde en las horas libres se la pasaba arriando agua, buscando leña y metiendo los terneros, las vacas y los caballos al corral. “Tenía poco tiempo para jugar. Esa era mi mayor diversión”, indica cuando se acuerda de aquella época. También manifiesta que su abuela, Lola Paba, se lo llevó para Venezuela, donde estuvo como enrejador y chiquerero en una finca.
De un momento a otro su vida cambió, cuando comenzó a escuchar los cantos vallenatos de los viejos juglares, y especialmente en ritmo de tambora, salidos de esa región conocida como La Depresión Momposina.
“Luego de un tiempo largo en Venezuela, regresé a Chiriguaná y supe del Festival de la Leyenda Vallenata. Entonces, me vine para Valledupar a presentar la primera canción que compuse titulada ‘Orgullo triste’, siendo acompañado por el maestro Andrés Landero. Empecé con el pie derecho”.
Entonces, llama a su memoria esa obra que nunca ha grabado:
Me voy a reclinar en una montaña
en donde nadie sepa de mi vivir,
porque se encuentra en nada mi pobre alma
y en un lugar sólo quiero morir…
Se queda pensativo, y cuando el viento del recuerdo sopla con fuerza en su memoria, anota: “Esa canción fue un invento mío para venirme a vivir en Valledupar. Acá comencé a trabajar como recolector de algodón en diferentes fincas, y en el tiempo que no había nada que hacer me la pasaba cantando con distintas agrupaciones vallenatas, porque me gustaba esto. Ya mayor de edad, comencé a laborar en Cicolac, donde duré seis años aproximadamente, después entré a trabajar en Telecom”.
Estando metido de lleno en la empresa de telecomunicaciones, lo llamó el amor, y en poco tiempo se casó con Nelsy del Carmen, hija del acordeonero Carmencito Mendoza.
“Ese amor también contribuyó para que me enamorara más del vallenato, y que tomara todo en serio hasta nuestros días. Ha sido la mejor fórmula para triunfar y dedicarme a lo que me gusta más que la comida”. Enseguida, entra en su gloriosa etapa de compositor anotando que le han grabado canciones los más importantes cantantes vallenatos. Recientemente han sido éxitos: ‘La campana’, ‘La batea’, ‘El gorrero’, ‘La mamá de uno’, ‘Que se vaya’, ‘El flaco lleva’o’ y ‘Me huele’, entre otras.
Suelta una gran carcajada al hacer un repaso por sus obras, pero también señala su aporte a los festivales vallenatos que se llevan a cabo en todo el país, e incluso, en el exterior, donde sus canciones en aire de puya son interpretadas por la mayoría de los acordeoneros.
Entonces, cita a ‘Los parecidos’, ‘Lo ví corriendo’, ‘Me peino con la lengua’, ‘Vaya pa’ trás’, ‘Soy maestro’, ‘Pico y espuela’, ‘El contendor’ y ‘El combate’, entre otras.
Para darle peso a su aseveración indica que “Navín López, Juan David ‘El Pollito’ Herrera, Cristian Camilo Peña, Ciro y Álvaro Meza, se han coronado Reyes Vallenatos interpretando mis puyas”.
Andrés Emilio Beleño Paba logró dejar su nombre inscrito en la historia del Festival de la Leyenda Vallenata, al coronarse como primer Rey de la Piqueria en el año de 1979.
“Ese título, como el que ahora recibí de bachiller, es algo que me enorgullece a mí que he sido un campesino y un hombre original de los playones de mi tierra. Pienso que es como tocar el cielo con las manos”.
La emoción lo sacude. Le agradece a Dios, a sus padres: Francisco Nicanor y Olga del Socorro, de 90 y 85 años, respectivamente; a sus hermanos, a su esposa, a sus hijos, a sus familiares, a sus paisanos, y a los que le han tendido la mano en los momentos alegres y tristes.
A la par con el agradecimiento, recalca: “Estas son las cosas que alientan a continuar en la brega musical. Siguen dando ganas de versear, cantar y componerle a las cosas cotidianas, pero con mi costumbrismo característico. Gracias por otorgarme el título de bachiller, y les pagaré con un canto que es como un cheque en blanco, pero con mi firma musical”.
Cuando la grabadora cumplió con su misión, y los abrazos de felicitación no cesaban para el nuevo Señor Bachiller, alguien le pidió que regalara un verso ‘Abeleñado’, de esos que tienen la esencia del folclor. Aceptó gustoso, y cantó:
Yo soy un hombre sencillo
digo en un verso cantado,
gracias Milciades Cantillo
por regalarme este grado…
Por Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv