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Columnista - 5 noviembre, 2019

Ana… un castillo de sorpresas

“Tiene ratos muy oscuros el artista en su vivir, y hasta el modo de vestir no le gusta a todo el mundo, y aquel que es inoportuno, no lo deja relucir, siempre lo trata de herir para que no sea ninguno”. El tema que compartimos esta vez con nuestros amables lectores nos hizo recordar “La […]

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“Tiene ratos muy oscuros el artista en su vivir, y hasta el modo de vestir no le gusta a todo el mundo, y aquel que es inoportuno, no lo deja relucir, siempre lo trata de herir para que no sea ninguno”.

El tema que compartimos esta vez con nuestros amables lectores nos hizo recordar “La vida del artista” una canción de Máximo Movil.

Nos referirnos a lo que esta sucediendo con la intérprete de música Vallenata Ana del Castillo, se arma cipote de alboroto porque durante una penitencia de paseo entre amigos y amigas en Mayapo le toco besar a una de sus compañeras de fogata, santa ira, no quedó calumniador, difamador, o daña plante que no saliera a vociferar y condenar diciendo que ella es mujeriega; en una presentación se dejo ver luciendo lo que parecía un insinuoso brasier, en lugar de una chaqueta, traje, manta o túnica y de inmediato salieron los catones y catonas morales a pedir la hoguera para esa muchacha porque con su coquetería le iba a dañar el pensamiento a los puritanos colombianos, esos son botones para mostrar en un momento histórico particularmente oscuro cuando encontramos miles de individuos que no aplauden el éxito ajeno sino que los sufren, por física incompetencia y la cobarde envidia.

A esta muchacha cuya vida social y artística es evidentemente agitada, por estar pendientes de su forma cruda, espontanea y natural para decir las cosas sin afinados cálculos, no se le han valorado como merece su talento, sus condiciones artísticas, ni color de su voz que la hacen diferente, agradable al cantar y su gran capacidad para sacudir emociones con lo que dice y lo que hace en los escenarios, parece que es mas rentable dedicar tinta, saliva y redes a todo lo que protagoniza fuera de los escenarios, en sus aposentos y en las parrandas, los mismos que como afiebrados gitanos en noche de luna llena se rasgan las vestiduras diciendo que defienden los derechos de la mujer, son los que le dan palo porque en una entrevista habló sanjuanero rajao, porque le llamó al sobaco por su nombre y porque se dio un beso con Poncho Zuleta encarapitados en una tarima a donde muchos quisieran estar pero no pueden, porque no han tenido el valor de sacrificarse como ellos, pero tampoco tienen el pudor de callar cuando se besan los que se sacrifican.

De tanto criticar a esa joven que tiene condiciones y voz para llegar hasta donde quiera, pocos se dan por enterados que estamos en presencia de una artista, de los talones a la mollera, que le luce su espontaneidad, que nunca pasa inadvertida por lo que canta y lo que se pone, detalles que hacen menos triste la vida en un país donde hay tanta gente amargá, violenta, malpensada y mal intencionada, ella es consciente de eso, y por eso cada vez que puede, conscientemente, les da más insumos a los comedores de prójimo, no hace ningún esfuerzo por parecer una monjita de clausura, por el contrario ha dicho en publico y en privado que ha incurrido en locuras de juventud, así como también lo hicieron quienes la critican, sin sonrojarse y sin pena, bien sabe que todo cuánto mal hablas de los demás, habla de ti mismo.

El día que en Colombia cada quien se dedique a lo que le toca, todos vamos a salir de la oscuridad que estamos atravesando, así me digan abogado del diablo, reconocer lo que Ana del Castillo representa hoy para la música vallenata es un buen punto de partida.

Columnista
5 noviembre, 2019

Ana… un castillo de sorpresas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Eduardo Acosta Medina

“Tiene ratos muy oscuros el artista en su vivir, y hasta el modo de vestir no le gusta a todo el mundo, y aquel que es inoportuno, no lo deja relucir, siempre lo trata de herir para que no sea ninguno”. El tema que compartimos esta vez con nuestros amables lectores nos hizo recordar “La […]


“Tiene ratos muy oscuros el artista en su vivir, y hasta el modo de vestir no le gusta a todo el mundo, y aquel que es inoportuno, no lo deja relucir, siempre lo trata de herir para que no sea ninguno”.

El tema que compartimos esta vez con nuestros amables lectores nos hizo recordar “La vida del artista” una canción de Máximo Movil.

Nos referirnos a lo que esta sucediendo con la intérprete de música Vallenata Ana del Castillo, se arma cipote de alboroto porque durante una penitencia de paseo entre amigos y amigas en Mayapo le toco besar a una de sus compañeras de fogata, santa ira, no quedó calumniador, difamador, o daña plante que no saliera a vociferar y condenar diciendo que ella es mujeriega; en una presentación se dejo ver luciendo lo que parecía un insinuoso brasier, en lugar de una chaqueta, traje, manta o túnica y de inmediato salieron los catones y catonas morales a pedir la hoguera para esa muchacha porque con su coquetería le iba a dañar el pensamiento a los puritanos colombianos, esos son botones para mostrar en un momento histórico particularmente oscuro cuando encontramos miles de individuos que no aplauden el éxito ajeno sino que los sufren, por física incompetencia y la cobarde envidia.

A esta muchacha cuya vida social y artística es evidentemente agitada, por estar pendientes de su forma cruda, espontanea y natural para decir las cosas sin afinados cálculos, no se le han valorado como merece su talento, sus condiciones artísticas, ni color de su voz que la hacen diferente, agradable al cantar y su gran capacidad para sacudir emociones con lo que dice y lo que hace en los escenarios, parece que es mas rentable dedicar tinta, saliva y redes a todo lo que protagoniza fuera de los escenarios, en sus aposentos y en las parrandas, los mismos que como afiebrados gitanos en noche de luna llena se rasgan las vestiduras diciendo que defienden los derechos de la mujer, son los que le dan palo porque en una entrevista habló sanjuanero rajao, porque le llamó al sobaco por su nombre y porque se dio un beso con Poncho Zuleta encarapitados en una tarima a donde muchos quisieran estar pero no pueden, porque no han tenido el valor de sacrificarse como ellos, pero tampoco tienen el pudor de callar cuando se besan los que se sacrifican.

De tanto criticar a esa joven que tiene condiciones y voz para llegar hasta donde quiera, pocos se dan por enterados que estamos en presencia de una artista, de los talones a la mollera, que le luce su espontaneidad, que nunca pasa inadvertida por lo que canta y lo que se pone, detalles que hacen menos triste la vida en un país donde hay tanta gente amargá, violenta, malpensada y mal intencionada, ella es consciente de eso, y por eso cada vez que puede, conscientemente, les da más insumos a los comedores de prójimo, no hace ningún esfuerzo por parecer una monjita de clausura, por el contrario ha dicho en publico y en privado que ha incurrido en locuras de juventud, así como también lo hicieron quienes la critican, sin sonrojarse y sin pena, bien sabe que todo cuánto mal hablas de los demás, habla de ti mismo.

El día que en Colombia cada quien se dedique a lo que le toca, todos vamos a salir de la oscuridad que estamos atravesando, así me digan abogado del diablo, reconocer lo que Ana del Castillo representa hoy para la música vallenata es un buen punto de partida.