Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 9 mayo, 2025

Adiós a Vargas Llosa: el fin del boom latinoamericano

Con la partida de Mario Vargas Llosa de este mundo terrenal, se acaba el fenómeno cultural y editorial llamado el “boom latinoamericano”, del que hicieron parte, como se sabe, Carlos Fuentes, mexicano, Julio Cortázar, argentino, Gabriel García Márquez, colombiano, y el reconocido novelista y ensayista peruano, entre otros autores. 

Boton Wpp

Con la partida de Mario Vargas Llosa de este mundo terrenal, se acaba el fenómeno cultural y editorial llamado el “boom latinoamericano”, del que hicieron parte, como se sabe, Carlos Fuentes, mexicano, Julio Cortázar, argentino, Gabriel García Márquez, colombiano, y el reconocido novelista y ensayista peruano, entre otros autores. 

Fue una coyuntura muy particular; mi tesis es que, en España, la dictadura del generalísimo Franco, calló a muchos escritores y poetas de la madre patria, lo que representó una buena oportunidad para los escritores nuestros nacidos a principios del siglo pasado y quienes iniciaron a publicar en los años sesenta y setenta: García Márquez, con “El Coronel no tiene quien le escriba”, una verdadera obra maestra, y Vargas Llosa con “La Ciudad y los perros”. Aquello fue una bomba para las letras hispanas en América Latina y en Europa, por la novedad de los temas, la creatividad y la fuerza narrativa de los nuevos autores. Muchas de sus obras terminaron en la televisión y el cine. No incluyo a otros, como Ernesto Sábato, y Jorge Luis Borges, grandes, también, ya que opino que no hacían parte del “Boom”.  

El resultado, España y Europa toda, y luego Estados Unidos, se encantaron con lo que luego se llamó “el realismo mágico”, el mundo inició a leerlos, y la fuerza fue tanta que dos del grupo ganaron el Premio Nobel de Literatura: García Márquez en 1982 y Vargas Llosa en 2010. El nobel colombiano siempre insistió en relacionar su obra con la cultura vallenata, la música y la gente del Magdalena Grande, donde nació. 

La noticia de la muerte de Vargas Llosa me la dio mi hijo, Carlos José, arquitecto, en Washington, donde estábamos pasando la Semana Santa. Me sorprendió y entristeció, a pesar de su avanzada edad, por ser un escritor integral de quien tanto aprendimos y disfrutamos los de mi generación. “Ya te imagino, escribiendo sobre Vargas Llosa para EL PILÓN”, dijo mi hija Laura María, médica. Dicho y hecho. 

Fue un escritor fundamental para quienes estudiamos en el Colegio Loperena, al principio, obligado por nuestras profesoras, pero luego, por el deleite de disfrutar sus novelas, como “Conversación en La Catedral”, y “Pantaleón y las visitadoras”, y desde entonces quedamos atentos a las otras creaciones del peruano, que se me antojaba que tenía cara de actor de cine mexicano. Y en efecto, fue actor de algunas obras de teatro de su autoría. 

Después vinieron “La fiesta del chivo”, “Tiempos recios”, “El héroe discreto”, y “Cinco esquinas”, entre muchas otras excelentes novelas; y sus ensayos: “La civilización del espectáculo”, “La llamada de la tribu”, “El pez en el agua”, sin contar una extensa obra periodística, quizás la más importante de su tiempo en lengua hispana (por falta de espacio no reseño toda su obra). Pude saludarlo en la Feria del Libro en Bogotá en 2014. Deja un legado literario indiscutible, que obliga a nuestra juventud a leerlo y estudiarlo para entender este continente y este mundo que les tocó, pero también una obra ensayística y periodística de gran calidad, en la que expuso su pensamiento rebelde, liberal y libertario, incluyendo su claudicación a las ideas socialistas que en su juventud profesó. Su regreso a las ideas liberales quedó notificado con “La llamada de la tribu”, una obra que releo y recomiendo mucho. 

Por: Carlos A. Maestre Maya. 

Docente universitario.

Columnista
9 mayo, 2025

Adiós a Vargas Llosa: el fin del boom latinoamericano

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Alberto Maestre

Con la partida de Mario Vargas Llosa de este mundo terrenal, se acaba el fenómeno cultural y editorial llamado el “boom latinoamericano”, del que hicieron parte, como se sabe, Carlos Fuentes, mexicano, Julio Cortázar, argentino, Gabriel García Márquez, colombiano, y el reconocido novelista y ensayista peruano, entre otros autores. 


Con la partida de Mario Vargas Llosa de este mundo terrenal, se acaba el fenómeno cultural y editorial llamado el “boom latinoamericano”, del que hicieron parte, como se sabe, Carlos Fuentes, mexicano, Julio Cortázar, argentino, Gabriel García Márquez, colombiano, y el reconocido novelista y ensayista peruano, entre otros autores. 

Fue una coyuntura muy particular; mi tesis es que, en España, la dictadura del generalísimo Franco, calló a muchos escritores y poetas de la madre patria, lo que representó una buena oportunidad para los escritores nuestros nacidos a principios del siglo pasado y quienes iniciaron a publicar en los años sesenta y setenta: García Márquez, con “El Coronel no tiene quien le escriba”, una verdadera obra maestra, y Vargas Llosa con “La Ciudad y los perros”. Aquello fue una bomba para las letras hispanas en América Latina y en Europa, por la novedad de los temas, la creatividad y la fuerza narrativa de los nuevos autores. Muchas de sus obras terminaron en la televisión y el cine. No incluyo a otros, como Ernesto Sábato, y Jorge Luis Borges, grandes, también, ya que opino que no hacían parte del “Boom”.  

El resultado, España y Europa toda, y luego Estados Unidos, se encantaron con lo que luego se llamó “el realismo mágico”, el mundo inició a leerlos, y la fuerza fue tanta que dos del grupo ganaron el Premio Nobel de Literatura: García Márquez en 1982 y Vargas Llosa en 2010. El nobel colombiano siempre insistió en relacionar su obra con la cultura vallenata, la música y la gente del Magdalena Grande, donde nació. 

La noticia de la muerte de Vargas Llosa me la dio mi hijo, Carlos José, arquitecto, en Washington, donde estábamos pasando la Semana Santa. Me sorprendió y entristeció, a pesar de su avanzada edad, por ser un escritor integral de quien tanto aprendimos y disfrutamos los de mi generación. “Ya te imagino, escribiendo sobre Vargas Llosa para EL PILÓN”, dijo mi hija Laura María, médica. Dicho y hecho. 

Fue un escritor fundamental para quienes estudiamos en el Colegio Loperena, al principio, obligado por nuestras profesoras, pero luego, por el deleite de disfrutar sus novelas, como “Conversación en La Catedral”, y “Pantaleón y las visitadoras”, y desde entonces quedamos atentos a las otras creaciones del peruano, que se me antojaba que tenía cara de actor de cine mexicano. Y en efecto, fue actor de algunas obras de teatro de su autoría. 

Después vinieron “La fiesta del chivo”, “Tiempos recios”, “El héroe discreto”, y “Cinco esquinas”, entre muchas otras excelentes novelas; y sus ensayos: “La civilización del espectáculo”, “La llamada de la tribu”, “El pez en el agua”, sin contar una extensa obra periodística, quizás la más importante de su tiempo en lengua hispana (por falta de espacio no reseño toda su obra). Pude saludarlo en la Feria del Libro en Bogotá en 2014. Deja un legado literario indiscutible, que obliga a nuestra juventud a leerlo y estudiarlo para entender este continente y este mundo que les tocó, pero también una obra ensayística y periodística de gran calidad, en la que expuso su pensamiento rebelde, liberal y libertario, incluyendo su claudicación a las ideas socialistas que en su juventud profesó. Su regreso a las ideas liberales quedó notificado con “La llamada de la tribu”, una obra que releo y recomiendo mucho. 

Por: Carlos A. Maestre Maya. 

Docente universitario.