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Columnista - 5 marzo, 2010

Adiós a las armas, adiós a la tiranía

Por: Luis Napoleón de Armas P. En esta columna, no me refiero a la obra de Ernest Hemingway, hago alusión al fallo de la Corte Constitucional, cuyas consecuencias van mucho más allá de impedirle un tercer periodo a Alvaro Uribe; se trata de retomar la CP/91 que, en los últimos ocho años ardió en llamas, […]

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Por: Luis Napoleón de Armas P.
En esta columna, no me refiero a la obra de Ernest Hemingway, hago alusión al fallo de la Corte Constitucional, cuyas consecuencias van mucho más allá de impedirle un tercer periodo a Alvaro Uribe; se trata de retomar la CP/91 que, en los últimos ocho años ardió en llamas, en nombre de la guerra. Siempre estuve convencido de la inmensa similitud entre Núñez y Uribe, ambos tuvieron su encrucijada. Núñez estuvo escondido en el partido liberal pero no resistió las tendencias liberales de la época y por eso terminó en manos de Caro; su vocación era totalitaria. Por eso, dicen, que cuando se produjo su muerte, José María Vargas Vila exclamó: “se acaba de tragar la tierra, con asco, al monstruo de la tiranía”. Uribe, en cambio, fue enterrado por la legalidad de la Corte, un funeral sin coronas, aunque con algunas lágrimas. Ellos saben lo que perdieron y lo que sobrevendrá. Ahora vendrá el efecto dominó para sus devotos. En cambio, Uribe  bajó al seno de José Obdulio  Gaviria, la negación de Caro, sus principios superarán el tiempo; cada vez que leamos un párrafo, suyo, lo recordaremos. Caro, además de gran filólogo y pensador político, fue conservador pero de sanas ideas y criterio. JOG, en cambio, solo lo recordarían como un sofista y se hablará de los sofistas de la era Uribe así como se habla de los sofistas de Grecia, sin mencionarlos, muy pocos los referencian; no hicieron aportes a la historia, a la sociedad ni a la cultura; en cambio, todos sabemos quienes fueron Platón, Aristóteles y Sócrates, los dueños de la verdad. La Corte le está haciendo un gran favor a la paz de este país; un proyecto tiránico de largo alcance se veía venir El paradigma de la guerra, que se construyó en el octagonal periodo de Uribe, ya estaba haciendo agua. Lo que se creía era un remedio, se convirtió en una enfermedad; los índices de violencia, delincuencia,  guerra y corrupción del país, están por encima de cualquier estadística y nunca se acabarían con la terapia alotrópica, ni con las bases gringas ni con los “conejos” comunitarios; nuevas reflexiones serán necesarias, nuevos estilos de gobierno tendrán que venir.
Esperaremos un nuevo amanecer así como siempre ha de llegar la primavera. Por supuesto, habrá que analizar, con mucha objetividad, la obra de Uribe, comparando lo que prometió con lo que hizo y dejó de hacer, desde su gobernación hasta nuestros días; habrá que esclarecer si tiene o no relaciones con las EPSs y por qué mantuvo en su gobierno a personajes tan cuestionados; esto se volvió una constante. Habrá que aclarar si sabía o no lo que hacía el DAS, y lo de Agro Ingreso Seguro y como era eso de los falsos positivos sin que el comandante de las FF.MM, que es él, lo supiera. La historia se encargará de contarles a nuestros nietos lo que pasó. Ya nosotros lo vimos y lo vivimos.
[email protected]

Columnista
5 marzo, 2010

Adiós a las armas, adiós a la tiranía

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Por: Luis Napoleón de Armas P. En esta columna, no me refiero a la obra de Ernest Hemingway, hago alusión al fallo de la Corte Constitucional, cuyas consecuencias van mucho más allá de impedirle un tercer periodo a Alvaro Uribe; se trata de retomar la CP/91 que, en los últimos ocho años ardió en llamas, […]


Por: Luis Napoleón de Armas P.
En esta columna, no me refiero a la obra de Ernest Hemingway, hago alusión al fallo de la Corte Constitucional, cuyas consecuencias van mucho más allá de impedirle un tercer periodo a Alvaro Uribe; se trata de retomar la CP/91 que, en los últimos ocho años ardió en llamas, en nombre de la guerra. Siempre estuve convencido de la inmensa similitud entre Núñez y Uribe, ambos tuvieron su encrucijada. Núñez estuvo escondido en el partido liberal pero no resistió las tendencias liberales de la época y por eso terminó en manos de Caro; su vocación era totalitaria. Por eso, dicen, que cuando se produjo su muerte, José María Vargas Vila exclamó: “se acaba de tragar la tierra, con asco, al monstruo de la tiranía”. Uribe, en cambio, fue enterrado por la legalidad de la Corte, un funeral sin coronas, aunque con algunas lágrimas. Ellos saben lo que perdieron y lo que sobrevendrá. Ahora vendrá el efecto dominó para sus devotos. En cambio, Uribe  bajó al seno de José Obdulio  Gaviria, la negación de Caro, sus principios superarán el tiempo; cada vez que leamos un párrafo, suyo, lo recordaremos. Caro, además de gran filólogo y pensador político, fue conservador pero de sanas ideas y criterio. JOG, en cambio, solo lo recordarían como un sofista y se hablará de los sofistas de la era Uribe así como se habla de los sofistas de Grecia, sin mencionarlos, muy pocos los referencian; no hicieron aportes a la historia, a la sociedad ni a la cultura; en cambio, todos sabemos quienes fueron Platón, Aristóteles y Sócrates, los dueños de la verdad. La Corte le está haciendo un gran favor a la paz de este país; un proyecto tiránico de largo alcance se veía venir El paradigma de la guerra, que se construyó en el octagonal periodo de Uribe, ya estaba haciendo agua. Lo que se creía era un remedio, se convirtió en una enfermedad; los índices de violencia, delincuencia,  guerra y corrupción del país, están por encima de cualquier estadística y nunca se acabarían con la terapia alotrópica, ni con las bases gringas ni con los “conejos” comunitarios; nuevas reflexiones serán necesarias, nuevos estilos de gobierno tendrán que venir.
Esperaremos un nuevo amanecer así como siempre ha de llegar la primavera. Por supuesto, habrá que analizar, con mucha objetividad, la obra de Uribe, comparando lo que prometió con lo que hizo y dejó de hacer, desde su gobernación hasta nuestros días; habrá que esclarecer si tiene o no relaciones con las EPSs y por qué mantuvo en su gobierno a personajes tan cuestionados; esto se volvió una constante. Habrá que aclarar si sabía o no lo que hacía el DAS, y lo de Agro Ingreso Seguro y como era eso de los falsos positivos sin que el comandante de las FF.MM, que es él, lo supiera. La historia se encargará de contarles a nuestros nietos lo que pasó. Ya nosotros lo vimos y lo vivimos.
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